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lunes, 30 de septiembre de 2019

"Los Caballos de la Noche" poemas de Alberto Curbelo




Narciso 

«Vuelve a verse en la fuente ¡caso extraño!: 
del agua sale el fuego…» /  Juan de Arguijo
                                                                                   
                                                                            Para Gerardo Fulleda León


El río todo se baña en su cuerpo.

─ ¡Negro, negro…! ¡Narciso…! ─gime el río
manigüero de montes femeninos.

Calenturientos mármoles represan
en el misterio eréctil de las aguas
su ficción musculosa hasta el estupro.

Pero Narciso sólo tiene oídos
para la onda rijosa de su imagen
profunda, irreverente, cimarrona.

¡Todo se pierde en el gimiente espejo!

1981, Cubitas. Febrero 12.



Los Caballos de la Noche

Los Caballos de la Noche
pastan delante del almendro rojo.
No son cuatro; pero van en parejas.
Armados, uno detrás de otro, con las crines
azotadas por el viento. Blancos, azules…
Infinitos en las oscilaciones 
del jardín plantado frente al espejo
de estrellas: 
                    ¡Perfectos!

Algunas,
pocas veces resbalan y se hunden
en el dorado de las manos. Escapan
tan pronto asoma el latido del Árbol
en la última orgía de la Primavera.

Otras     ─ arrodillados mitad cielo 
mitad dentro ─
se les ve cabalgar, desnudos, hacia el futuro
nido de jade que el Caribe rompe y hace añicos
como un pastel de trópico y almizcle,
como un montón de muertos respirando
en un camino iluminado oscuro.

No son cuatro; pero van en parejas:
enloquecidos. Ciegos,
a todo galope por los intersticios de la piel.

1984, Cojímar. Agosto 9. 



El  Sexo

«…y caí, como cae un cuerpo muerto». 
                                     Dante Alighieri


¿Es vórtice de la Muerte?

Todo temblor, es deseo
acumulado de un reo.

Jaula eterna que divierte
la espiral, el leño fuerte.

Jerga, lodo, fuga, pira
donde el fuego no expira
y encarcela la memoria.

Lava esponjosa ─escoria─
que gota a gota suspira.


1986, Guanabo. Julio 9. 



Ochún

«Yo seré como el río, que se despeña y choca, y  salta y se 
retuerce… ¡Pero llega al mar!» / Dulce María Loynaz

Una cadera, una gran cadera para una fiesta
 eterna: todo un monte de miel que desangra el río
 a través de prohibidas profundidades.

Cubánides, pececillos  y camarones rojos la cercan
 como tesoro de veintiuna piezas de ámbar. Es piel
de tambores batá y resurrecciones

a medianoche

que llevan la prisa de sus bailes
en lascivo estruendo de orillas
y codornices  
                            y pavorreales
casi perfilados sobre el fuego.

Es risa, marjal que se repite, una
y otra vez, en sandungueras horas
durante el llamado indócil de las cinco 
campanillas de plata.
Quizás el amarillo que no conoce
el grito fornicario de la muerte
porque es espejo ondulante, 
hecha ola y espuma.

¡El eterno y ecuestre Juego de las Aguas!
1986, El Vedado. Septiembre 8. 



Filo Cubense

    «Cual volcán que estremece los montes.» / Plácido

                                                                        A Tito Junco

¡Guillermón…! Tu machete
en la esquina de Tumba Cuatro destronca 
todavía impenetrables enramadas 
y otras malezas
    humanas.
Se desenfunda en el estío de Los Hoyos
y en su nervuda carga 
es bastonero de la comparsa 
«Los Brujos de Limones».
¡Ah, carpintero aserrador…! ¡Con qué destreza
en manos de la partera Ña Dominga
se encumbra en la plaza pura!
¡Moncada…! Ni una calle
ni un cuartel pueden contener
tu machete a un solo asalto 
 de la memoria.

(Es un machete que promete
y si no lo enfundan, llegará 
muy lejos.)

¿Acaso vino 
directamente de las manos
de un cimarrón? ¿De Ña Amalia…? ¿Del Santo 
Patrón de las huestes 
santiagueras? ¿De la Madre 
de la Patria, doña Mariana? ¿Lo afiló
Cachita…?  Vuela cual tocoloro
sobre el rosario de palmas reales 
que arrulla próximas batallas.

Nadie puede mellar el filo cubense 
de tu machete redentor, General 
de Ébano.

 1991, Centro Habana. Junio 25.



EN LA MÁS ALTA RAMA DEL CAGUAIRÁN  


En la más alta rama del Caguairán
el tocoloro, apretadas sus alas, sin servidumbre
lanza su inequívoca llamada al Sur.

Solitaria, su bandera de plumas
es generosa con la luz misma.
Escudado en su verde metálico brillante
deja ondear una pluma encarnada, otra blanca
y una tercera azul violado
que el viento esparce
en la conmoción de la Sierra Maestra.

Nadie puede imaginar mayor jerarquía.

En lo más hondo de la pupila
es el AVE-DIOS: la inmortalidad
de un sueño. Allí
donde todo es amor: una gota
de rocío para la Sed de todos.


2006, Víbora Park. Agosto 13.



MATOUBA

En la cima del Matouba
ya no tañen los tambores:
sólo un resto de sangre permanece
en las grietas de las rocas.

El monte se hunde hoy totalmente
en el cielo sin los cantos de los cimarrones
sedientos de libertad.
Su silencio es íntegro y bien armado
en las palpitantes laderas
que en mil ochocientos dos estallaron
como el más bello surtidor de sueños
en Guadalupe.

Su cúspide se yergue ahora sobre una montaña
de huesos, de guijarros y amaneceres
que todavía comanda Louis Delgrés 
desde lo más profundo de su corazón
de piedra.

2012, Volcán Matouba, Guadalupe.



Capitán de la clase obrera


Regresa a la tribuna, Lázaro,
párate y habla.
Esperan la voz del carpintero
que talló su cruz como un nazareno negro. 
Esperan tu voz, guarnecida por el yeso.
La voz que nace de las manos del herrero de las filigranas 
soldadas con mucha perfección y delicadeza.
Como si, palabra a palabra, fundieras
una vega de hojas anchas, de aromáticas
y menudas flores. 
Con tu fogosa y apasionada voz,
cavas en el surco huellas
que el amanecer reclama como suyas.
Tienes el crédito de los tabacaleros,
puros agitadores del humo y la canción
de gesta.
Puedes refundir y acrecentar sus ansias
en una Patria hecha, perfilada 
sobre el acero mambí y las tribunas 
de la clase obrera.
Regresa, Lázaro 
Peña, párate y habla. 
Todos escucharán 
tu voz.


2019, Víbora Park.


Alberto Curbelo (Camagüey, Cuba, 1957) Poeta, dramaturgo, narrador, ensayista y director artístico. Considerado el dramaturgo cubano que más ha incursionado en las culturas y mitologías de los pueblos originarios del Caribe. Tanto con su obra escrita como con sus montajes escénicos, ha contribuido al rescate y representación de las tradiciones orales y culturales afrocubanas. Ha cultivado, igualmente, otros géneros literarios y periodísticos.
Licenciado en Educación por la Universidad de Ciencias Pedagógicas José Martí, de Camagüey (1981). Egresado, asimismo, del curso de Dirección Artística del Centro de Preparación de Cuadros y sus Reservas del Ministerio de Cultura (1985). Ha cursado estudios de dirección artística y dramaturgia con prestigiosos teatristas de dentro y fuera de la isla.
Fundó y dirige, desde 1995, Teatro Cimarrón, compañía que actúa en zonas de difícil acceso del país. Ha sido, además de director artístico, asesor teatral y asistente de dirección de importantes colectivos y directores escénicos cubanos. En 1996, creó el Festival Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento, para reivindicar y representar tradiciones orales y culturales de Nuestra América. Ha ejercido el periodismo cultural en Cuba y en el extranjero.
Ha publicado la obra de teatro para niños El Príncipe Pescado (Casa Editora Abril, 1996), Premio Abril 1995, y el poema dramático Huracán (Ediciones UNIÓN, 2008), Premio UNEAC  de Teatro «José Antonio Ramos» 2007. Tuvo a su cargo la selección y el prólogo de Quiquiribú Mandinga (Editorial Letras Cubanas, 2009), con monólogos y piezas de pequeño formato de Eugenio Hernández Espinosa.
Sus poemas, cuentos, ensayos, artículos y obras teatrales han sido reproducidos en antologías y publicaciones periódicas de España, Estados Unidos, México, Puerto Rico, Nicaragua, Brasil y Cuba. Su laureada pieza Patakín de una Muñeca Negra, que recibiera diez premios en concursos y festivales nacionales, aparece en la antología Del clavel enamorado (Editorial Gente Nueva, 2001).
Ha sido galardonado en más de sesenta certámenes literarios, artísticos y periodísticos. Entre esos reconocimientos aparecen mención en el Premio David 1990, con su drama para adultos Los Caballos de la Noche; Primera Mención en Concurso La Edad de Oro 1995, por su pieza El Jigüe, y Premio Razón de Ser 2005, con el testimonio La pupila negra: teatro y terruño en Eugenio Hernández Espinosa, obra que también alcanzó Mención en el Premio UNEAC 2011.
Miembro de la UNEAC, institución en la que fue presidente de la Sección de Crítica y Teatrología de la Asociación de Artistas Escénicas y vicepresidente de la Sección de Dramaturgia de la Asociación de Escritores.
(Revista Bohemia, 24 de febrero de 2012, p. 67.)