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jueves, 13 de febrero de 2025

"El profeta" poemas de César Bisso


La culpa

El poema es culpable porque vive al desamparo,
se acalambra de hambre, delira con el frío.

Es culpable porque nos quita el antifaz,
escupe las sábanas de los impostores,
orina sobre los oráculos.

Es culpable porque muda el rumbo de la noche,
se emborracha de miedo,
sustrae a la hiena la carroña de la boca,
conserva la última moneda,
anda desnudo por el inframundo.

Es culpable porque asesina un adjetivo
y reprende al verbo del delito.
Repara con su voz todo aquello que enmudece.
El poema es culpable porque no sabe ser inocente.


Por la senda

Lo que la poesía dice el poeta nunca lo sabrá.
Simulan ir por la misma senda. Pero no.
El poeta responde la pregunta de los otros.
La poesía habla para sí. Es su propio espejo.
El poeta celebra la vida cada mañana,
quiere sujetar al mundo con un puño.

La poesía va desnuda,
en ella el hoy es para siempre.
El poeta vislumbra el rumbo de la pasión,
la sangre derramada en cada batalla.
La poesía no lastima.
El poeta abre los ojos de la conciencia.
La poesía ve más allá, eterniza la belleza.


El profeta

Desde siempre recorre ciudades del mundo.
Observa distante cómo el reino humano
desvanece ante los torpes giros de justicia.
Sabe: nadie avala el derecho de los infelices.
Tampoco es libre quien sacrifica su vida
por una causa que la muerte no comprende.
Medita sobre innúmeros desaciertos
que los soberanos acumularon por siglos.
¿Víctimas o verdugos? reflexiona.
¿La historia dice? ¿La memoria calla?
Sabe: la historia no dice, la memoria habla.
Todas las ciudades armonizan con la muerte.


Mi Otro

Nada concluye, menos la locura.
Guardas la lluvia en tus manos. Encadenado,
alzas el pan y lo trozas en partículas de odio.
Multiplicas la sinrazón, asumes la rutina del hospicio,
la prisión de quien no quiere oír,
mendigo del espanto, gota de niebla que cae
por peldaños de olvido. Así transcurre la vida.
Y detrás del muro, yo, anestesiado, ciego.
¿Puedes acaso regresar? ¿Puedo regresarte,
hacerte feliz, comprender tu deseo de amar,
explicar que alguna vez volverás a cruzar el muro
y nadar en el río de la sensatez?
No te das cuenta. Resulta imposible alcanzar la luz.
Me cuesta decir que lo bestial también gobierna.
Y que la libertad es un atributo de la muerte.


Simulacro

Halagar el perfume y no la piel
es negar la belleza de la hechura.

Abrigar la razón del necio
es cubrir la luz, atizar el fuego.

Cuando esto sucede
se ama y odia de igual manera.
Entonces, transmuta la suerte
y el asesino se reencarna
en otra piel que ya no perfuma.

*César Bisso. Coronda, Argentina, 1952. Libros publicados: En poesía, La agonía del silencio; El límite de los días; El otro río; A pesar de nosotros; Contramuros; Isla adentro; De lluvias y regresos; Las trazas del agua; Coronda; Permanencia; Un niño en la orilla; La Jornada; De abajo mira el cielo; Haikus felinos; Andares. En narrativa, Cabeza de Medusa (ensayo); Memorial de los abismos; La maldición de los carbones (ensayos, en coautoría con el escritor brasilero Floriano Martins); Latinoamérica cuenta (relatos de escritores de diversos países). Fue coorganizador del Primer Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires, realizado en el año 1999. Asistió en diferentes convocatorias a ferias de libros, festivales de poesía y encuentros de escritores, realizados en el país y en diversas ciudades de América Latina y Europa. Algunos de sus textos poéticos han sido traducidos a varios idiomas y publicados en antologías y revistas especializadas. Entre diversas distinciones literarias, obtuvo el primer premio de poesía José Pedroni, otorgado por la provincia de Santa Fe; el segundo premio municipal de la Ciudad de Buenos Aires; y los terceros premios nacionales HonorArte, Fundación Acero y Fundación Argentina para la Poesía. Además, fue galardonado con el premio José Cibils y la Faja de Honor, concedidos por la Asociación Santafesina de Escritores. Actualmente, colabora con artículos en las revistas culturales Agulha (Fortaleza, Brasil) y Margen Cero (Madrid, España).

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