LOS CHURRIPIANOS.
Sus antenas me indicaban que el
avión estaría por acercarse en muy poco tiempo; sus colitas que algo duro
estaba por llegar. Fue entonces cuando agarré mis corotos, mis perros y le dije
a mi familia que debíamos salir de allí, porque de lo contrario nos podrían
hacer daño. Cada vez los Churripianos me explicaban que el caminar rápido nos
salvaría de una tragedia.
Y sí, fue cuando los silbidos de
bombas reventaron los tímpanos de mis oídos mientras a lo lejos mis vecinos
caían, mal heridos y otros inclusive muertos. Los Churripianos en medio de su
angustia nos dirigieron al camino correcto para estar a salvos.
- Lo que no contaron de la ciudad, es que sería peor que la guerra en el campo.-
EL CHOFER QUE NO
COBRA EL PASAJE
Me subí al bus y vi personas de
todos los tamaños, colores de piel y edades. Unos con caras tiernas, tristes e
incluso malvadas. La música sonaba, algunas del siglo XX y otras de este
tiempo. Niños de brazos solos, abuelos con bastones, hombres y mujeres vestidos
de blancos y otros no tan claros.
El camino tenía varias facciones,
pues en ocasiones era tenebroso, algunos allí se bajaban; otros se quedaban en parques
con flores preciosas compuestas como colgantes babilónicos. Al finalizar la
ruta le dije al chofer:
-
¡señor ¡¿dónde me
dejará?
-
Tranquilo joven, aun
no es tu fecha; pronto despertarás del coma.
-
EL MONTE DE HIELO.
Mientras corría por salvar su
vida le dije:
-
¡Ten cuidado, que las
bombas en cualquier momento nos pueden caer ¡
Al avanzar un golpe me dejó
inconsciente sin poder continuar mi camino. Creí que había muerto y que tal vez
mi alma andaba en pena, pero al tomarme la cabeza me fijé que aún estaba de
carne y hueso; también me quedé recordando atónito en aquel monte donde un
bloque de hielo, al caer sobre mi cabeza, fue lo que me salvó claramente de la
muerte.
Mi compañero, por el contrario,
no dio con la misma suerte de caerle un bloque de hielo sobre su cabeza, diverso
a esto, fue un misil quien desapareció por completo su ser.
*Franklin Aristizabal Yustes, Nacido en Florencia Caquetá, Colombia el 21 de enero de 1994. Profesional en Ciencias Sociales, egresado de la Universidad de la Amazonia. Ha sido partícipe de varias antologías entre poesía, cuento infantil y Microrrelatos; destacándose en Editoriales colombianas, tales como Komala Ediciones y Mi máquina de Escribir; Revistas digitales, Escritores Rebeldes y Aventuras de Papel, esta última de la República Argentina (obteniendo reconocimiento por su Relato LA LLORONA AQUÍ NO LLORA; PUES NO HAY NIÑOS QUE LLORAR).
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