A SCARLET
dormida en el anhelo y la estrella,
y en el astro sin rumbo siempre bella,
diáfana por costumbre y por empeño.
cabe en tu profunda querella.
Sonrisa, brisa, llanto.
La huella esbozada por mi sueño.
A SU MUERTE
¡la madre de mi amor ya no existe!
Frente a su cenizario, venerado y triste,
en mi alma acongojada brota el llanto.
Qué noche tan callada, qué misterios tan inciertos.
¿Por qué no te estremeces al grito de mi intenso dolor?
y que extraño después de tu partida,
con tu aroma me impregnaste la vida.
Fuiste mi angustia, mi alegría…
Me diste aromas para que sonriera
y yo te di espinas para que sufrieras.
¿Dios, por qué me arrebatas lo que me diste?
En su níveo lecho, con respiración suave,
como azucena enferma su frente doblegó.
y la vida es solo un gemido,
un dulce sinsabor.
a mi labio marchito,
es tan solo el lamento infinito
de un profundo dolor.
en la caricia suaves, en la pasión inserenas
jugando entre pálidos lirios y azucenas
la hallen en el jardín de mi infinito amor.
EL GRAN
VATEL – BOGOTÁ
de arqueados y lúgubres portales,
donde se esparcen como una ofrenda
de otros tiempos saciedades,
a través de la especulación y la leyenda.
de quienes con el menú al visitante circundan;
acaso en sus grandes alcobas desoladas
no tiene fin la soledad profunda.
ornamentadas de cuentos y de quejas,
la voz supersticiosa se desliza
como entre lo bueno la exuberante maleza
pidiéndoles de vida algún destello?
En su interior, desde la tosca piedra,
tiene de la vejez grabado el sello.
¿quién es el que de noche abre las puertas
haciendo que rechinen y crujan?
¿Qué manos melancólicas y yertas
al penetrar en ellas nos empujan?
hacia los solitarios caserones?
Acaso tienen semejanza con el futuro de mis amores
donde yacerá muerta, mas no vencida, la esperanza.
PASARÉ
como en el aire un débil aleteo.
Como en el albo cielo de la estrella,
el silencio, sol, suave parpadeo.
ni se convierte en forma definida;
como la esquela que dibuja el agua,
como el vuelo sin tregua de la vida.
un temblor de emoción en mis poemas;
de los ojos brillantes como gemas
que alguna vez por mí se entristecieron.
en el libro que roto se deshoja,
y quedaré cegada en el olvido
cuando el otoño me cubra con sus hojas.
recordar para siempre mis inspiraciones,
pasaré de las almas que acudían
a consolar en mí sus corazones.
que al despertar la mente no recuerda;
y tú, que me comprendes y me amas,
tú, que tienes sed de lo que escribo,
tú, que sin voz me buscas y me llamas,
con una fe que solo yo percibo...
para ti es esta poesía.
TRÁNSITO
los nudos de la vida, penurias
tristezas y dudas vacilantes
quedan sin peso, la obra se reanuda.
correr locos tras el ideal sin nexo,
incendiarnos en intensas pasiones
que extasíen y agoten el cuerpo.
tristeza infinita, dolor apremiante
y llanto incontenible
l ver hecho trizas el diamante.
que poco a poco me restó vida,
hallar horror e inmundicia incluso en lo bello
¡y aceptar que Tú, Señora de las Tinieblas, dominas!
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