Desgracias
El sufrimiento que no enseña.
Pasivos corderos violentamente ahogados en la cobardía
(cobayos con temor en jaulas controladas)
Deambular con somnolencia en dramas inútiles.
Debatirse sin control en pensamientos sombríos.
Animales degollados en ofrendas al diablo.
Horas malgastadas volviéndose costra.
La falsa amistad de buitres eventuales.
La bondad llena de ulceras como un violín quebrado.
Bestias carroñeras olisqueando la entereza
buscando ávidamente una oportunidad
para dar sus zarpazos.
Una niñez con hambre y zapatillas rotas.
Ranchos de adobe con vinchucas.
Confusión de ciudad a toda marcha.
Gente sonámbula siguiendo lo superfluo.
Evadirse en pastillas o jeringas.
Desoír la música del propio latido.
El sufrimiento que no enseña.
Pasivos corderos violentamente ahogados en la cobardía
(cobayos con temor en jaulas controladas)
Deambular con somnolencia en dramas inútiles.
Debatirse sin control en pensamientos sombríos.
Animales degollados en ofrendas al diablo.
Horas malgastadas volviéndose costra.
La falsa amistad de buitres eventuales.
La bondad llena de ulceras como un violín quebrado.
Bestias carroñeras olisqueando la entereza
buscando ávidamente una oportunidad
para dar sus zarpazos.
Una niñez con hambre y zapatillas rotas.
Ranchos de adobe con vinchucas.
Confusión de ciudad a toda marcha.
Gente sonámbula siguiendo lo superfluo.
Evadirse en pastillas o jeringas.
Desoír la música del propio latido.
Maravillas
Una granja bajo el sol a salvo de alimañas.
Una mujer con tempestades en la sangre
con una magia esplendorosa desligada de la realidad.
Una mezcla de verduras y caldo de huesos.
Un corazón sin la metástasis de la avaricia.
Un samurái completamente acorralado
que alza su espada.
Un crepúsculo ambarino en primavera.
Un cielo de un turquesa ilimitado.
El extático perfume de las azucenas.
La felicidad inefable de amantes a solas
en su reino luminoso para siempre.
Una voz como una brisa cargada de colores.
El vivo milagro que se gesta en el vientre.
Un ser que es libre a pesar de cualquier sombra.
Mi abuela María Inés entregándome una rosa blanca
en la clara dimensión de un sueño lúcido.
El cariño con su tacto suavísimo
de un ángel que atraviesa el arcoíris.
Un prado con luciérnagas y pavos reales.
La valentía inmortal de 300 espartanos.
La mirada transparente de un caballo
su santidad que impresiona.
Lugares
En la oscura inmensidad de la tristeza
en la idiotez tan implacable que marea
en la dicha repentina con pájaros celestes
en el magnífico tigre de la perseverancia
en el pantano de la vida donde moran energúmenos y cucarachas
en la tibia desnudez y sus portales a otro reino
en el breve paraíso de la borrachera
en las miradas asfixiadas de desesperación
en el látigo feroz de la inconsciencia
en el último delirio hacia la nada
en el frío de la soledad o los temores
en la úlcera escarlata de lo incomunicable
en la dura obsesión de decir en cada verso
en la belleza sublime de delfines y gaviotas
en la sagrada inocencia a la intemperie
en los frenéticos cangrejos del resentimiento
en la dulce luminosidad de la alegría.
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