Mujer
Benditos los ojos que se postran a admirar tu grandeza, y ante ella, rinden culto a tu hermosura, teniendo los sentidos embriagados por tu rostro celestial, en el cual se refleja la esencia sutil de las rosas y el misterio del mundo.
Sin duda alguna, los diamantes que guardas en tus pupilas centelleantes, iluminan la oscuridad del mundo, mientras se hace evidente la verdad que traen las palabras aprisionadas entre tus labios y el amor puro de tu corazón.
Eres la diosa que nos regaló Dios, llena de encantos, talentos y generosidad, con la capacidad única de crear vida en tu interior y seguir perfecta como el ligero soplo del aura en la flor.
Olvido
Voy agonizando en sigilo secreto, con el cuerpo débil, los labios secos, la mirada perdida y la razón embriagada de alucinaciones, que van y viene al compás del tic tac.
Deseando no haber sido en este vivir de dolores, mientras voy delirando cansado de padecer, otra historia. Por fin, decido sentir las caricias del adiós. Ya no habrá más lucha, aunque los vea desplomarse en llanto, gritando ¡Tú no!
Llega el ocaso y me invita a dormir un sueño profundo que alivie mis males, aunque me arroje al olvido de quienes me añoran en pena y mañana me sueltan en tragos con el flexible querer en vida.
Cansancio
Hoy de nuevo en los ojos recae la pesadez de un cansancio guardado, con un caos a puertas cerradas y heridas abiertas.
Siento irme consumiendo aceleradamente como un cigarrillo en labios de vicioso, pidiendo prestada un poco de fe o quizás un cambio en esta vida transitoria, estancada en un indeseado receso sin final.
Mientras, mis noches tormentosas me derrumba los adentros, sin la más mínima pisca de compasión por su condensación de oscuridad; es realmente deteriorante.
Mi piel termina vestida de escalofrío y mi alma de miedo, mientras el corazón requiere un poco de abrigo para no perder su calidez.
Y al final, esta tortura que abre de pasar entre neblina de nervios palpitantes, me empaña la visión, y sin seguridad de escapatoria, hace que la ufanía de encontrar la paz ya no alivie mis penas.
Tiempo pasado
Ojalá retroceder el tiempo fuera tan fácil como tomar el reloj y rodar las manecillas hacia atrás,
para en esta segunda oportunidad de vida, poder apreciar con otros ojos nuestra tranquilidad.
Escucharnos estallar en risas que adornaban el lugar, y sin más que contar, andar de tu mano para que no te me vuelvan a robar.
Un intruso aceptado por tu única mitad, que sin potestad alguna de tu lado me supo despachar, dejando mi corazón acongojado, sin razón para continuar.
¡Ay, señorita de mis pesares, por favor vuelva ya!
No ve que con su adiós supo terminar, el alma primaveral de esta simple mortal, con amargo desconsuelo y trastornos de bipolar, que ríe y llora en medio de su tempestad.
Nuestra niñez busco en la oscuridad, cuando cae el pensamiento y los recuerdos no dejan de transitar, haciendo que el dolor no sepa sobrellevar, deseando mis dolencias poder olvidar.
*Ana Gabriela Banquez Maturana es administradora industrial de la universidad de Cartagena, con experiencia en el control estadístico de la calidad, participe en varios encuentros literarios a nivel nacional e internacional (Rumanía, México, Perú, Colombia, etc.), autora de artículos científicos con múltiples indexaciones (DOAJ, Dialnet, Google academic, Stanford libraries,..), y obra literaria (Amazon, booktopia y demás).
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