Muy pronto el mundo se acabará y yo soy la
única culpable, debí dejarlo donde lo encontré de haberlo hecho nada de esto
hubiera pasado.
Todo comenzó hace dos semanas, debido a
mis años de experiencia en el campo de la arqueología, fui llamada por el
gobierno egipcio para ir a investigar una extraña pirámide recién descubierta
en El Cairo.
Al tratarse un asunto de estado, la
expedición se encontraba bajo la dirección de los militares del país, quienes
además de trasladarme junto a mí equipo hasta el sitio también se asegurarían
de mantener alejados a todos los curiosos.
En un principio no comprendí porque tanta
discreción, había trabajado en decenas de excavaciones en la misma zona antes y
estaba más que segura de que no encontraría nada nuevo, sí que estaba
equivocada.
Ya que, además de no parecer afectada por
sus siglos enterrada bajo la arena, la pirámide que me habían enviado a
examinar, era totalmente distinta a todas las que alguna vez vi.
En lugar de piedra caliza, su estructura
estaba construida a partir de una roca negra que parecía absorber la luz del
sol y cada bloque, tenía gravados distintos jeroglíficos hechos de plata que
contrastaban con su oscura superficie.
Abasi Mustafá, el comandante a cargo, me
explicó que intentaron de todo para acceder a ella, desde maquinaria pesada
hasta dinamita, pero nada funcionó, fue por eso que me llamaron esperaban que
fuera capaz de encontrar la forma de hacerlos entrar.
Junto con mi equipo, comencé a examinarla
más de nada me sirvieron mis años de experiencia, nunca había visto un material
similar al de aquella roca negra y era la primera vez en mi vida que veía
algunos de los jeroglíficos que la recubrían.
Pasamos días inspeccionándola y cuando
parecía que fracasaríamos en nuestro intento, fue que lo encontramos, el único
pictograma que reconocíamos, aquel que representaba al dios Thot.
Esté se encontraba gravado en distintos bloques,
ubicados en las cuatro caras del monumento y después de haber visto sistemas
similares en otras estructuras, hicimos lo mismo que con ellas y los
presionamos todos a la vez.
Al instante, una sección del objeto se
levantó, dándonos por fin el tan ansiado acceso a su interior.
Cuando el comandante y sus hombres vieron
lo que logramos, se apresuraron a entrar y como era de esperarse, nosotros
fuimos tras ellos.
Si por fuera la pirámide nos había
maravillado, lo que vimos dentro, nos dejó perplejos, pues la entrada daba a
una sala circular cuyo piso se encontraba cubierto por exuberantes flores que
parecía morir y renacer a cada segundo, aunque en el exterior era de día en su techo podía verse el cielo nocturno y en
su centro, postrado sobre un trono, se encontraba el cadáver momificado de un
ser con cuerpo de hombre y cabeza de ave que abrazaba contra su pecho, un huevo
de color gris oscuro.
A pesar de que lo tenía frente a mí apenas
si podía creerlo, estaba viendo los restos de un dios.
De inmediato comenzamos a tomar muestras
de todo, un poco de tierra, algunas flores y fotografías del techo.
Con lo más sencillo recabado, era hora de
ir por lo más importante y con sumo cuidado, intentamos remover los restos de
su asiento.
Para evitar que el huevo se rompiera,
decidí tomarlo primero, pero apenas le puse un dedo encima, el suelo de la
estructura empezó a temblar y las ardientes estrellas del techo comenzaron a
caer sobre nosotros.
En cuestión de segundos, todo se volvió un
caos y aunque me dolía en el alma dejar a aquel extraordinario espécimen atrás,
no tuve alternativa y con su huevo entre mis manos, salí corriendo.
Fue por muy poco que logré salir viva, de
no haber sido por el comandante quien me guío hasta la salida, hubiese muerto
igual que el resto de sus hombres y mi equipo.
No hubo tiempo para llorarles, aunque la
pirámide y todas las muestras se perdieron cuando está colapsó y sus escombros
se disiparon como arena en el aire, aún conservaba el huevo y podía examinarlo.
Las pruebas de carbono, databan la
antigüedad del objeto en el 1075 a. C., en la era de los últimos faraones, a
pesar de eso, los rayos X a los que lo sometí, demostraban que en su interior
había algo vivo y palpitante que en cualquier momento podría salir de él.
Cuando mis empleadores supieron esto, su
decisión fue contundente, aquello dentro del huevo debía morir antes de
siquiera nacer.
Traté de hacerles entender que ese huevo era
una oportunidad en un millón, la prueba de que todos aquellos dioses que hoy
son mitos, alguna vez fueron reales y que podrían volver a serlo.
Su respuesta, en Egipto solo había lugar
para un solo Dios.
Obviamente intenté protegerlo,
atrincherándome a piedra y lodo en mi laboratorio, sin embargo, poco pude hacer
contra el comandante, quien con explosivos derribó la barrera que había formado
con escritorios y libreros.
La fuerza del estallido fue tal que por
más que lo intenté, no pude levantarme e impávida, observé como los hombres
tomaban el huevo y lo destruían al impactarlo contra el suelo.
Pedazos de cascarón volaron por todas
partes y bañado en líquido amniótico, en el piso se encontraba el feto de un
ser con el cuerpo ennegrecido y lleno de venas de un bebe, cuya cabeza era el
cráneo blanquecino de un ave.
Los militares se horrorizaron al verlo y
no satisfechos con lo que hicieron, se dispusieron a pisotearlo, ese fue su
último error.
Antes de que el comandante Abasí, siquiera
pudiese levantar su bota, el feto levitó del suelo y se posicionó a la altura
de la cabeza de todos los presentes.
—¡Humanos insolentes! —bramó con una voz profunda el malformado ser.
—¿qui…qui…quién eres? —tartamudeo el comandante.
—¡Yo soy Thot, señor de los muertos, la
escritura, el tiempo y la luna, por milenios, aguarde por aquellos que alguna
vez nos adoraron, para renacer y erguir juntos un nuevo imperio, pero en lugar
de fieles seguidores, lo que veo ante mí son asesinos empecinados en matarme
cuando me encuentro más débil, quise darles una segunda oportunidad y me
fallaron, es por eso que morirán! — el dios apuntó su palma abierta hacia los
militares y tras cerrarla con violencia, estos envejecieron tan rápido que en
lo que dura un suspiro fueron convertidos en porosas pilas de huesos dentro de
sus uniformes.
Cuando terminó con ellos, se dio la vuelta
y lentamente se dirigió hasta donde estaba.
—¡No me lastimes, por favor! —supliqué.
—No lo haré —murmuró—.Fuiste la única que
me protegió cuando mi propia gente quiso matarme, vivirás, al menos por ahora —
—¿Qué?
—Una raza que ha traicionado a sus dioses
no merece seguir viviendo, disfruta de los días que te quedan, cuando la luna
colisione con la tierra será el fin de todo lo que conoces —
Después de eso Thot se fue y aunque él me
perdonó, el gobierno no lo hizo y por mi traición fui enviada a la cárcel para
ser sometida a todo tipo de torturas.
Ahora con mi cuerpo maltrecho desde la
ventana de mi celda observo como mi mundo colapsa a cada segundo, no dejo de
maldecirme por lo que hice, pero los maldigo más a ellos por dejarme morir
aquí.
*Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México,1994) Escritor, Lic. en comercio internacional y aduanas, y Técnico Analista Programador bilingüe. Ha publicado 2 Novelas "Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl" (Amazon 2019) y "Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo" (Editorial Pathbooks 2020-2022), también 10 libros infantiles por mencionar algunos "Friky Katy", "¿Tus papás son vampiros?", "El pequeño Rey", "Los Guardianes del bosque" y "Erika otra vez", todos con la editorial Pathbooks y traducidos en más de 6 idiomas, su más reciente obra una antología de cuentos titulada "Entre Nosotros” (Amazon 2021). Colaboró en 14 antologías y muchos de sus cuentos, relatos y ensayos han sido publicados en más de 130 revistas y blogs nacionales e internacionales.
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