—¿Y qué le pasará al planeta? —Le preguntó el minotauro al oráculo.
—Para
el MMXVIII, la tierra cambiará de color y
decenas de asteroides rodarán por doquier. La hecatombe tumbará la arquitectura
de Mykonos y destruirá Hersonissos. Criaturas salvajes marcharán de un lado a
otro en busca de un mejor bienestar. No habrá agua, no habrá luz, y el hombre
se comerá a sí mismo para subsistir. Esta sanguinaria rebeldía durará seis
quinquenios más, cuando los mares expulsen de las profundidades a los peces sin
ojos, a las ballenas doradas y a un sinnúmero de especies difíciles de
describir.
—¿Y mi futuro?
El oráculo cruzó las piernas y
le echó un leve vistazo al minotauro.
—Me has preguntado de
todo. Tú haces parte del mundo, de la historia. —Dijo él.
El minotauro dejó a un lado el
libreto y fingió estar agotado.
—La verdad, no quiero
ensayar más —dijo con voz
ronca.
—Pero, mañana tenemos que
mostrar esta escena al director de la obra de teatro —dijo el oráculo sorprendido.
—No me interesa, renuncio
a este montaje.
—La gente quiere conocer
la mitología griega. ¡Mundos extraños!
—Eso no viene al caso. ¿A
quién le interesa saber esto?
—A tus amigos, familiares,
al público en general.
—Eso no es verdad.
—Lo es. Los estudiantes
de todo el mundo estudian esto en sus escuelas. Quieren leer, quieren ver obras
de teatro clásico.
—Esto no me gusta, no más,
no quiero volver a este lugar. Me voy.
El minotauro dejó plantado
al oráculo en el escenario y salió enojado del teatro Leviatán.
Caminó un rato y se fumó un cigarrillo en un andén. Vio gente muy
rara, pues vestían trajes de época, como si estuvieran en un carnaval
de un país pobre. Aquello le preocupó mucho al minotauro, y le dio por parpadear
despacio, pero, en cuanto fijó su mirada en la catana de un samurái,
se durmió.
A las tres de la tarde, el
minotauro abrió sus ojos y puso su mano sobre mi muslo.
—¿Y bien doctor?
—La hipnosis ha sido
un éxito. Grabé las escenas más espectaculares de su carrera en el disco
duro del computador, pero, a mi modo de ver, le sugiero que trabaje en
otro cuento mitológico o escriba su propia historia. Supongo que eso
le ayudará a encontrar otros matices de su oficio. El trabajo de
actor es muy riguroso y se necesita disciplina para interpretar
muchos roles. Como psiquiatra, le aplaudiré todos sus montajes en todos
los escenarios del mundo, pero, con todo respeto, quítese ese disfraz en estos
momentos. En la sala de espera esta Teseo, mítico rey de Atenas, hijo
de Poseidón, dios del mar. El tipo hace media hora le dijo a mi secretaria que
lo quiere matar dentro de un laberinto. La cosa es delicada, y no quiero
ver una tragedia en este lugar.
*Camilo A. Rincón V. es maestro en Artes Escénicas. Entre 1998 y 2009, llevó a escena como director obras de Tennesse Williams, Samuel Beckett, B. M. Koltes, G. Bernard Shaw, Luis Enrique Osorio, entre otros dramaturgos. En la actualidad, es docente y artista de Arte Silueta , pues busca promover la fotografía artesanal hecha con papel y tijeras.
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