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jueves, 27 de octubre de 2022

"El beso de los girasoles" poemas de Francisco Azuela



Soledad

A los tarahumaras, rarámuris indígenas
del norte de México.

Ahora que el canto de los pájaros se ha ido
y la borrasca de la noche
con el ladrido lastimero y solitario de los perros
y el amor se ha marchitado,
te conozco,
al fn, soledad.

Diosa del silencio y de la rama hueca
donde antaño hicieron su nido las aves.

Vienen a mi mente grandes muertes
de inmensos personajes
y épocas gloriosas.

Reyes, poetas y guerreros,
la libertad de las naciones ha sido muy alta,
la sangre ha corrido tanto como los ríos
que desembocan en el mar profundo.

El extraño insecto ha merodeado tu alma
y te has ido con él en un acto de devoción
parecido a la ausencia.

Haz perdonado ya las grandes injusticias

los hombres mutilados reclaman su derecho

a ser escuchados

y tú en la soledad solo sientes un viento amargo

que rompe tu corazón en las montañas desiertas.

Ánimo compañero del alba,
el despertar no está lejos,
tú puedes interpretar todas las ilusiones de esta gente,
de esta aldea metida en la pobreza de la vida;
haz que cante nuevamente el mirlo blanco
de las antiguas soledades,
haz que se oigan el canto de los jilgueros
y de los trovadores,
que el mundo vuelva su rostro
a injertarse en la espiga de la tarde
donde el sol se está poniendo
soñando una esperanza.

Haz que cante la aurora y con ella tu alma


El beso de los girasoles

La niña de ojos negros caminaba descalza,
el campo despertaba abrazado a un amanecer
envuelto en capullos de girasoles amarillos
que no acababan de abrir sus pétalos.
En ese amanecer dorado

un beso intenso de girasoles enamorados
terminaron de despuntar el día
bajo una brisa traída por el viento.

Veinte años después aquella hermosa niña
convertida en una bella mujer
despertaba ardiente de pasión
frente a la cabaña de un joven
de ojos oscuros y pelo largo.

Ella también era silenciosa,
abandonada por una mujer extranjera
que desapareció en un barco sin retorno.

La joven solitaria

tenía labios carnosos y sensuales,
parecidos a las granadas en for.

El varón trabajaba la tierra con entusiasmo,
soñaba en un amor que lo enloqueciera.

Un día cruzaba el río una golondrina
y fue seguida por la joven mujer,
él se encontró con ella
y en una mirada quedaron atraídos
poderosamente, el uno con el otro.

La cabaña tenía una cama de paja
y en ella se entregó en besos desesperados
la joven pareja.

Un día apareció la madre
y se rompió su corazón
al ver a su hijo enamorado de su hermana.

El misterio doloroso de la ausencia materna
hiere los corazones del amor.


Hombre del siglo XXI

Amanecer decepcionado del hombre
quedarse solamente con el canto de los gorriones
de los canarios y otras aves
que cruzan silenciosas la selva al atardecer.

Han sido muchos siglos de la misma traición
pájaro negro que destroza tus entrañas.

La oscuridad ha sido tu compañía ideal
el amargo suspiro de tus penas de ira
convertidas en odio y desgarramientos.

Eres la desgracia del mundo
su destrucción y su olvido.

Eres la gran pena de esta tierra estéril
que un día creyó en tus semillas
y en tu esperanza.

La demencia lanzó sus inciensos para atraparte,
desgraciada criatura del siglo XXI.


*Francisco Azuela. Poeta y escritor mexicano. Nació en la ciudad de León, Guanajuato, el 8 de marzo de 1948. Textos de sus obras literarias y poéticas se han traducido a 20 idiomas. Estudió Derecho en la Universidad de Guanajuato y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Literatura en la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México y Pedagogía en el Departamento de Estudios Libres de la Universidad Panamericana de la ciudad de México; también recibió cursos, talleres y seminario de Filosofía y Literatura en las Universidades Complutense de Madrid y Laval de Quebec, Canadá. No tuvo oportunidad de acceder a ningún título académico.

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