—¡Nos
encontró! ¿Qué hacemos? ¡ya no hay a donde ir! —grita Raúl, mi mejor amigo, sin apartar la vista de
la siniestra creatura que por tanto tiempo nos ha estado siguiendo.
—Tenemos
que pelear, no hay de otra —comienzo a buscar cualquier cosa con la que pueda
defenderme.
—¡No
vamos a poder ganarle! —
—¡Eso
no importa!, ya me cansé de huir, está noche terminaremos con todo —agarro un
palo y mientras me preparo para lo peor, repaso en mi cabeza cómo fue que
llegamos a este punto.
Todo
comenzó hace un par de meses, desde que tengo memoria Raúl y yo crecimos
temiendo a Doña Teresa, una anciana que vivía en nuestro barrio, en una inmensa
casa y sin ninguna otra compañía, más que un enorme y negro perro faldero que
cada noche sacaba a pasear.
Realmente,
jamás ninguno de nuestros vecinos se tomó el tiempo para conocerla, pero todos
alguna vez llegamos a escuchar los rumores que pendían sobre ella, rumores que
contaban la historia de una mujer pobre que ansiosa de riquezas hizo un pacto
con el diablo y a cambio de cumplir con sus más banales deseos, no dudó en
sacrificar las almas de su propio esposo e hijos.
Por
mucho tiempo Raúl y yo discutimos la veracidad de esas historias y tras unas
cuantas cervezas, encontramos el valor suficiente para ir a comprobarlas.
Como
pudimos, nos brincamos la barda que servía de frontera entre su casa y la
calle, tuvimos cuidado de no encontrarnos con el perro y con una palanca,
destruimos la cerradura de la puerta delantera y nos adentramos en su hogar.
Aún sin
saber si la historia del pacto con el diablo era cierta, una cosa era
verdadera, aquella mujer tenía dinero y para probarlo estaban las múltiples
fotografías que reflejaban sus viajes por el mundo, las decenas de muebles
antiguos y bien cuidados, y los cubiertos de plata pura que guardaba en la
despensa.
Cuando
comenzamos a pensar que todo aquello no se trataba de nada más que de simples
chismes, el sonido de un golpe seco llamó nuestra atención.
Pronto
más golpeteos le siguieron y guiados por la curiosidad, los seguimos hasta
hallar la fuente en el sótano de aquella casona.
Rodeada
por un círculo de velas rojas y los cadáveres de gallos negros decapitados, se
encontraba Doña Teresa, armada con un cuchillo y en un aparente trance del que
salió tras un grito de Raúl.
De
inmediato comenzó a confrontarnos, exigiendo saber ¿Qué hacíamos ahí y cuanto
habíamos visto?, pero antes de que pudiéramos responder se abalanzó sobre
nosotros y trató de asesinarnos con su cuchillo.
Logró
herir a Raúl en el hombro y tras un violento forcejeo, le arrebate el puñal y
sin darle oportunidad de volver a defenderse, se lo clavé en el corazón.
A la
par que un chillido de dolor salía de ella, un potente aullido proveniente del
piso de arriba hizo temblar la casa y no cesó, hasta que la mujer que por años
había sido la causa de nuestros miedos, murió frente a mí.
Aún con
las manos llenas de su espesa sangre y sin comprender nada de lo que había
pasado, levanté a mi amigo y huimos del lugar.
No fue
hasta que me detuve para ayudarlo a saltar la barda, que me percaté de su
presencia, aquel perro negro que servía de compañero de la ahora occisa anciana
nos observaba desde la entrada de su casa.
Lo
había visto miles de veces antes, siempre fue un perro calmo, pero ahora lucía
distinto, no dejaba de mostrarnos sus afilados colmillos a la par que gruñía
feroz y nos dedicaba una pesada mirada que denotaba una sobrenatural
inteligencia y un profundo odio.
Sin
hacerle mucho caso continuamos la huida y aunque Raúl insistió con correr a
buscar un hospital para atender su herida, yo se lo impedí, pues si alguien
llegaba a ver la sangre que ensuciaba mis manos, pronto sabrían lo que habíamos
hecho.
Tras
darle unos rudimentarios primeros auxilios, tomamos todo lo que pudimos y esa
misma noche nos fuimos de la ciudad.
Condujimos
hasta bien entrada la madrugada y mientras recorríamos la carretera que nos
llevaría a la ciudad vecina, el inmenso perro apareció en medio del camino, la
sorpresa de volver a verlo me hizo perder el control del volante y terminamos
saliéndonos de la carretera.
Fue por
muy poco que logramos salir vivos, pero nuestra suerte no duró tanto, aquel
extraño animal ya se encontraba esperándonos desde el otro lado del camino y
lentamente, avanzó hacia donde estábamos.
Con
cada paso que daba su cuerpo empezaba a transformarse, primero, su pelaje se
encrespó hasta convertirse en afiladas púas, después, cual espuma, su boca se
llenó de un crepitante fuego carmesí y por último, sus patas fueron sustituidas
por pesuñas idénticas a las de los chivos.
Estaba
paralizado por el miedo que me provocó presenciar aquello, más mi alma no
sucumbió al verdadero terror hasta que esa cosa se detuvo a solo dos metros de
nosotros y abrió su hocico para decir lo siguiente:
—¡Mi nombre es Canisber, aquella
mujer que asesinaste era mi bruja y como su espíritu familiar, es mi deber
vengarla! —después de eso, se abalanzó sobre mí.
—¡No! —levanté mis brazos en
un fútil intento por protegerme, pero antes de que siquiera pudiera ponerme
una pesuña encima, los primeros rayos del sol aparecieron en el horizonte y al
tener contacto con su pelaje, este comenzó a quemarse.
Al ver
que no lograría su cometido la creatura retrocedió, no sin antes advertirnos,
que no descansaría hasta matarnos.
Hemos
huido desde entonces, cuidando cada uno de nuestros pasos, pero estamos tan
cansados que, sin darnos cuenta, cometimos un error y carentes de más opciones,
terminamos escondidos en una pequeña ermita en medio de la nada.
Aquel
siniestro ser del averno nos ha seguido hasta aquí y desde la sombra de un
árbol, atento, espera que llegue la noche para por fin venir por nosotros.
Faltan
pocos segundos para que eso suceda y sin importar como termine esto, tengo el
único consuelo de que al final, ya no tendré que correr.
*Ronnie Camacho
Barrón (Matamoros,
Tamaulipas, México,1994) Escritor, Lic. en comercio internacional y aduanas, y
Técnico Analista Programador bilingüe. Ha publicado 2 Novelas "Las
Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl" (Amazon 2019) y
"Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo" (Editorial Pathbooks 2020),
también 10 libros infantiles por mencionar algunos "Friky Katy",
"¿Tus papás son vampiros?", "El pequeño Rey", "Los
Guardianes del bosque" y "Erika otra vez", todos con la
editorial Pathbooks y traducidos en más de 6 idiomas, su más reciente obra una
antología de cuentos titulada "Entre Nosotros” (Amazon 2021). Colaboró
en 11 antologías y muchos de sus cuentos, relatos y ensayos han sido publicados
en más de 100 revistas y blogs nacionales e internacionales.
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