¿Cómo mandar el tiempo a la chingada?
Tengo en la mano izquierda la sinrazón.
Y en la derecha dos pastillas caducadas.
En resumen, son la misma cosa,
ambas están fuera de tiempo.
Ante esta mezcla
lo mejor es sentarse
y dejar que el tiempo siga rompiéndose el
hocico.
Archivero
de registro civil
Voy a convertirme en tu nombre propio
en escombros de legislaturas
un sábado por la mañana
entre inicios y mapas fúnebres.
Seré nombre con un punto final
con un collar de identificación.
Voy a convertirme en tu bautizo
con baños de burocracia
en escombros de carpetas arrumbadas
entre los peldaños de la insignificancia.
Me cobijaré con veintena de siglas
al resguardo de un código de barras.
Así me renombraré en tu hastío
para que me olvides
en cualquier espacio de tu archivero.
Inhumación
Quería
palpar al tiempo
entre
hebras de hilo rojo
jugando
con mis labios
en
un silencio quimérico.
Esto
es
un
espacio terrenal.
Un
puño
dos
envolturas
y
tres paredes de piel marchita.
Miradas
de agua
Mi madre habita en espejos de agua
en el calor de un abrazo de papel
anida en el sereno de los árboles
al acecho de rostros desconocidos.
Se excusa con sonrisas de mal brillo.
Oculta el turbio reflejo entre el cielo y
su tristeza.
Conoció un sol templado
entre los cantos de las melodías hoy
enterradas.
Mi madre sigue escribiendo sus tratados de
paz
-palmaditas y moralejas-
testigo de un sueño acurrucado
en los misterios de mi remembranza.
*Gabriela
Guadalupe Sepulveda Vázquez, Guadalajara, Jalisco. Filósofa,
docente, mediadora de lectura y actriz de improvisación. Ha participado en
distintas publicaciones como compiladora, revisora técnica y autora de distintos
libros. Fue ganadora como poeta en el concurso de Mar de voces organizada por
Secretaría de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara en el
año 2018.
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