Construcciones
En una suerte de asomos,
la mirada arquea el olvido de luces.
Como la hoja en vilo,
la calle es su límite.
Apunta hacia edificios,-
los faros desprenden la noche-
y las estrellas desmiente.
Madruga con el viaje dispuesto.
Mas un día,
la trituran paredes
o la quiebra un horizonte.
Se traspasa avenida y admite
que una flecha no vuela tan lejos.
Pulso
Dónde te callo el eco,
contestan tus distancias y rumores.
Cómo reunirte el paso,
responde el silencio que inventaste.
Tu sombra tan edificio se construye.
Entre neumáticos desmedidos me disperso.
Transluces cristales;
gravitas los faros.
Ante mis ojos emerges,
tan instante y secreto,
como una luciérnaga toca la noche.
El traslado te retorna ventana.
No pregunto más al recuerdo,
eres como el rayo
que desteje el través de las nubes.
Infinita
a Gaby Morquecho
Dos órbitas me estrellan el pasillo,
me suspenden astronauta
a punto de perder el aire.
Como el rayo mis cristales iluminan
y luna se quedan sus reflejos.
Son dos cometas:
cumplen mi deseo de mirarlos.
Son dos eclipses:
convierten mi noche y día en instante.
(No importan sus distancias,
en segundos los veo y conmigo gravitan).
Dos esferas brillan mi espacio:
son hemisferios
que madrugo en constelaciones.
Dos astros me asisten.
No los dejes en este sitio
y muéstrame más del universo.
Nitidez
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que sin dubda más valiera
calllar; mas tan bien callé
y pené tan desigual,
que mas callando muriera.
Jorge Manrique
Mirar de reojo es mi consuelo.
Guardar la intensidad de los neones;
iluminar los ojos,
antes de quedarme la sombra
antes de que darme la sombra.
Describirme el secreto,
no contarlo, no llenarlo de ilusiones.
Desistir los pasos,
hallar la insistencia del abandono.
(Lenta es la fragua del anhelo,
escasa la gota que lo contiene.)
Mantener un punto al horizonte.
Presenciar mi voz y no buscar en vano.
Mirar de reojo es mi consuelo.
Que los labios me duelan,
y el rechazo no sea permanente.
Nepente
La noche te recorre entre bostezos.
La semana es un hueco en tus párpados.
Amanece
y desplazas tu mirada al horizonte.
Estás queriéndote saber a momentos.
Transcurre el día a destrozos;
te sientas en el lugar de siempre.
La única prueba de ti
son tus grietas que incorporas al espejo
y la fingida transparencia en tus ojos.
Vibran los mensajes,
no contestas,
estás imperceptible.
Caminas, comes y bebes:
nunca terminas de pensar.
Estás leyéndote o me escribes…
Soy la inflamación de tus labios.
Me precipitas hacia el insomnio
donde espero.
*Ricardo Rijard Trujillo Jiménez nació en la Ciudad de México en 1995. De siluetas y sombras trazamos, y nos trazan, las ciudades; vivimos un retorno de memoria que dejan las luces, piensa, y es algo que debería de sorprender. Estudió Lengua y literatura hispánicas en la Facultad de Estudios Superiores de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 2017, ganó el segundo lugar de poesía, con Al atardecer, del concurso Más romántico que Manuel Acuña, menos pesimista que Neruda de la revista Retruécano. Participó con dos poemas, Crepuscular y paisaje, en la Mesa I del 2º Encuentro Nacional de Estudiantes de Lengua y Literatura Hispánicas (ENELLHI), 2017. Actualmente prepara dos poemarios.
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