(Por: Daniel Acevedo)
Reseña:
Cuando nos acercamos a “Secretos bajo la cama” de Shara María Bueno nos encontramos, de entrada, con un tipo especial de sensibilidad, marcada por una profunda perdida, un desgarramiento por aquello que se fue, y no volverá. La melancolía camina por los versos de Bueno, la memoria es un reloj inestable y la ausencia es un caballo negro que galopa por las riveras de la soledad. Ante esta imposibilidad del retorno y el olvido, “Secretos bajo la cama” antepone el cuerpo. Es allí, donde marcadas en la piel, están las huellas del otro ausente: el frío en los pies, las manos que resbalan como agua, la marca de los besos. También hay una materialidad, que Bueno llama en una imagen atractiva: “El cadáver que fuiste cuando me amabas”, la muerte recae aquí sobre todo lo que representaba el amor, solo quedan vestigios que habitan ese cadáver: los discos, las fotografías, los silencios.
Se anhela la necesidad de habitar al otro, una fusión que no está marcada solo por la danza de los cuerpos sino también por las palabras. El lenguaje es el territorio que hace posible la unión, el poema devuelve lo sagrado al ritual erótico. Se postula ese encuentro de dos pieles como una forma de combate contra el olvido, para permanecer en el cuerpo del otro por siempre. Es el pacto de entrega absoluta. Un intento de escapar a la monotonía de lo cotidiano y de no perder aquellos instantes de felicidad conjunta. También es un acto de sanación. Encontrar en los entresijos, en las cavernas, en las heridas la forma de habitar al otro y recrearse en su multiplicidad que le es propia.
“Secretos bajo la cama” se constituye entonces como una memoria del cuerpo, llevada al verso, con varios registros que levitan entre los reinos de Eros y Thanatos. Porque la muerte aparece aquí como el cierre final. La vejez es el preámbulo. “¿Qué pasará con nuestra alegría? ¿Se escurrirá como la carne en los huesos?” se pregunta Bueno. Al final de la lectura queda esa incertidumbre de no poder conservar los recuerdos, del infausto y caótico paso del tiempo, en el que incluso el cuerpo se convierte en un “Cuerpo arrugado” y a lo último solo queda el desasosiego o la desolación.
Pero curiosamente tal vez la clave del enigma este en el poema “Arena”, donde ante el olvido siempre existe la esperanza de un nuevo comienzo. Tan sólo hay que extender la mano en medio de una playa lejana. Esa arena que, a su vez, es un elemento que se vincula con los juegos del tiempo, con las olas del mar que borran toda huella y la arrastran.
Querido lector, estoy convencido que, en estas páginas, encontraras algunos poemas que aunque evoquen un tema, la ausencia, que ha sido tratado por muchos poetas a través de los siglos, tiene la marca propia de una subjetividad rica en imágenes, sentires y pensamientos. Un poemario que bien hace honor a su título y se propone contarnos unos cuantos secretos recostados sobre la almohada.
POEMA DE SHARA:
LOS VESTIGIOS DEL AMOR
La imagen del poeta sentado en el suelo besando la cabeza
de su amada,
causó el sueño erróneo de una vejez poco anhelada.
Escribir de ti
era solo un oficio sin pago,
pocos lectores
y demasiada soledad.
La intermitencia de los dos
hizo de nuestro paisaje
una pintura oscura con raros reflejos de luz.
¿Quién estaría tan desahuciado para poner en su sala las
cenizas que ni alcanzaron a ser amor?
¿Quién en su más profundo sentir permitiría clavar en su pecho
el dolor de la ausencia y la incertidumbre?
Creo que la pared de la sala luce bien,
combina con la enfermedad de mi pecho.
ser el perfecto amante es un misterio el cual con la ayuda de consejos de expertos no es dificil superar esa timidez
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