*Galia Mirscha es licenciada en composición musical por el Conservatorio de Música de Chihuahua. Ha participado en ensambles de rock, de música de cámara contemporánea y de música latinoamericana. Desde 2006 es contrabajista de la Orquesta Filarmónica del Estado de Chihuahua. Ha dirigido orquestas juveniles y colaborado en diversos proyectos de gestión cultural independientes e institucionales. Entre sus composiciones se encuentran principalmente canciones, obras corales y para ensambles de cámara. Ha escrito música para danza, cortometrajes y proyectos de televisión, así como proyectos interdisciplinarios. Realiza trabajo literario para incorporarlo a su obra musical, y para compartirlo en diversos espacios de expresión colectiva.
Tiene que llover
Que salga de mi cuerpo todo el peso
que mis huesos no quieren ya cargar.
Que salgan de mí aquellos apegos
crecidos de las raíces del autoengaño.
Que llueva lo que tenga que llover
hasta que mis ojos sean otra vez transparentes
para mirar sonreír a mis hermanas:
la libertad, la soledad, la vanidad.
Las cicatrices que nos dejan las heridas
son los libros escritos para el alma.
Ahora sé que puedo construir
universos de amor del tamaño de un océano
con adobes de viento y vigas de nubes
ensamblados por la fuerza creativa
de mi voluntad sin ambiciones.
Ahora sé que existe la magia
necesaria para invertir el de destino pesimista
del amor, el deseo y la pasión
que, en las manos de quienes son normales,
se evapora con el tiempo.
Que llueva lo que tenga que llover.
Que se vaya lo que se tenga que ir.
Yo disfruto descubrir
lo que ahora se.
Cuando te canses
Cuando te canses de conservar la calma,
de mediar entre ese fuego cruzado
donde las balas de la lengua pasan
rozándote la cabeza como moscas.
Cuando te canses de ser la persona " madura", " inteligente"
de quien todos esperan paciencia,
comprensión, entendimiento
en medio de una guerra cotidiana
en la que día a día se dispara
desde las trincheras de los egos.
Cuando te canses, te entristezcas y te frustres
porque a tu trabajo por una nueva paz
lo derriba el puntapié de un animal miedoso
que se siente poseedor de la verdad.
Cuando quieras destrozar cristales con un grito
y mostrar a los chantajistas la diferencia
entre el dolor que puede causarles tu puño
y el dolor que fingen en su teatro malogrado.
En ese momento la obscuridad te abrace
para recordarte que eres diferente
porque no le temes a la incertidumbre
y las batallas de los egos no son suficientes
para que se te olvide el sabor de la lluvia
o la refracción de la luz del sol entre las nubes.
El dolor se puede convertir en música
porque en las guerras pueden quitarte muchas cosas
esos hombres que envidian a las fieras
pero no podrán robarse los cielos y los bosques
que han entrado por tus ojos
ni los besos, los abrazos, las risas
que has convidado y recibido.
Cuando te canses de ser siempre paciente
y sientas que también tienes de derecho al odio,
la obscuridad te acaricie para recordarte
que tienes la opción de ser diferente,
que tus labios tienen muchos cantos por delante
como para perder tiempo escupiendo dagas,
que el dolor de otros no te hace más fuerte
y eres muy rebelde para seguir sus pasos
en la esclavitud de la ira y el encono.
Que dejen ir la vida los siervos de sus miedos!
Hay mucho que amar en el presente.
Unas líneas
Te quiero cuando empieza la noche
y recorremos las calles olfateando jardines
te quiero cuando el sol quema insoportable
y nos resguardamos a la sombra de la música
te quiero cuando despiertan las aves
y sus diálogos nos van guiando a la vigilia.
Te quiero cuando llueve y la ciudad de la pradera
se parece al ombligo de la luna
te quiero cuando es invierno bajo cero
y no hay valor para salir de las cobijas
te quiero cuando el verano se traga al mundo
y la ropa estorba y comemos hielo
te quiero hasta en los días tolvanera
que me hacen intolerante y me fastidian.
Y te quiero también de madrugada,
de mediodía de domingo o entre semana
te quiero a media luz, al sol, a obscuras
te quiero en soledad y en compañía
durmiendo, despertando, en movimiento,
en contemplación, en equilibrio y en silencio,
o en apoteosis de imagen y palabras.
Te quiero cuando me habitas los sueños,
los sonidos, los sentidos y la piel.
Te quiero demasiado o tal vez poco
en proporción al diámetro del cosmos
te quiero más allá de los miedos
de las promesas, de necesitarte fiel.
Te quiero desde el inicio del presente
hasta donde se juntan el nunca con el siempre.
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