Soy el mejor poeta de Medellín, porque metí bazuco con niñas burguesas en el Periodista. Porque me esnifé las cebras del Centro en un mal poema Nadaísta. Porque tengo pantalones de terlenca y tengo un mostacho lleno de ladillas. Porque me leí a Baudelaire cuando tenía 7 años, y le di plata a Modigliani para que se follara a una doncella en la Veracruz. Porque soy una chucha de biblioteca fumando marihuana con Marx. Porque la vanguardia está pasada de moda ante mis versos. Porque no necesito estar en el Carlos Vieco para que mil mujeres se desmayen. Porque soy el bufón de los poetastros. Porque todo el mundo me gasta Antioqueño, y tengo groupies en el PP que me adoran y me invitan a comer empanadas Envigadeñas con el conejo de Donnie Darko. Porque “Mi hermana se cayó una vez de la cama” Porque Salí en el Colombiano hablando de hechicería. Porque tengo un grupo de poesía llamado testosterona y mi alias es el “visajoso”.
Soy el mejor poeta de Medellín porque me gané un concurso en cleptomanía en erario público. Porque soy un neo-culebrero vendiendo ollas a presión digitales. Soy el mejor poeta de Medellín porque el Alzheimer lee conmigo en la Playa. Porque hago clown-poetry todos los jueves a las 8pm en el espejo de un filólogo. Porque fui al psiquiátrico de Bello para hablar con mi heterónimo Showman el Zambombo. Porque soy amigo de los hipsters de Ciudad del Río y les recito poesía de Bosnia Herzegovina y dicen que soy el poeta más vintage de puta madre. Porque voy al Carlos E. Restrepo a leer poesía metafísica y los muchachos me dicen: “hola poeta, a cómo la bareta de poesía mochilera”.
En tiempos de penuria iba a los recitales de embolador, pero los poetas son lo más pobre del mundo. El ingreso Per cápita de un poeta alegraría a algún país tercermundista. Por eso no se enamore de ningún poeta, enamórese de mí que yo soy el mejor poeta de Medellín, dicharachero, jugador del monopolio surrealista. Soy millonario, traficante de Maquinas de escribir Smith, y hasta me gané una vez un chance, y su premio fue un chamán de Santa Rosa de Osos que duerme bajo mi cama y me dicta poemas en idioma polaco y arameo. No importa, soy una falsedad con sabor a oblea, mi boca es de oro y mis mejores metáforas están ocultas en un banco de Suiza. A mí me amán los fotógrafos freelance, misterlance, egolance, y me desnudo en le parque Malibú, en un performance dónde los dioses son menos que yo cuando me declaro el caballo de Calígula. Nenas vengan ante el mejor poeta de Medellín que mis besos son de dientes de sable, un diablo vestido de Cotton Usa. Deslúmbrate ante este ser, que te puede hablar por horas del Tractatus logico-philosophicus o de mis vídeos virales en Youtube. Y te puedo leer el Mahabharata en Santa Elena, o comer chontaduro en el parque Berrío…
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