-Prólogo-
Fernando Cuartas Acosta
(Colombia)
Lo
Innombrable, Sondeo sobre una Búsqueda Poética
Todo
puede ser nombrado, si algo se hace innombrable es porque ha tenido nombre en
los limbos de los mundos olvidados. Qué es lo que no se nombra, ¿tal vez lo que
no se ha visto? Cuando unos guerreros desahuciados, barbudos y hambreados
llegaron a las islas de las Antillas, bajo un manto de nubes y en cálidas
playas nunca vistas, no sabían cómo nombrar lo que inicialmente creyeron que
era Kathay, la China mítica que nombró antes el viajero Marco Polo. Pero apenas
fue el contacto todo fue nombrado, como demiurgos locos dieron nombre a todo lo
tocado, a todo lo explorado, pero a la vez utilizaron los nombres ya nombrados
y en un inmenso reciclaje de lenguas y sonidos, nombraron lo que antes para
estos aventureros sedientos de oro y de especias, no se había nombrado. Más que
lo innombrable sería una poética de renombrar, de cambiar y dar giros a las
cosas dichas para que parezcan nuevas, inaugurales, mitificación y a la vez
despojo de credos y de manidas formas de nombrar sin placer y sin asombro.
Es
un sondeo, un ir hasta el fondo de los pozos donde nacen las palabras, casi en
el mundo onírico donde cada símbolo está cargado de una atmósfera de
incertidumbres y preguntas, una arte de nombrar, un lugar donde lo común y lo
insólito puedan convivir.
Lo
mismo que decir de una re-vista, una manera de mirar otra vez, de hacer que lo
visto tenga otra dimensión, adquiera los matices olvidados, la reinvención de
mundos y la creación de conexiones que aparentemente no tenían las cosas, una
multiplicidad de relaciones que hacen posible el raro experimento del lenguaje
poético.
Por
eso, para salir de una retórica retorcida y plana, discursos académicos como
acechantes vigilantes de las normas del decir y del pensar, nacen propuestas
alternas, que pretenden renombrar, conjurar y jugar con una cotidianidad
cargada de silencios que hablan y de fiestas que enmudecen, de amores
transformadores y de extraños pero vivos ritos que nacen al calor de la
conversación y las semillas, de alcoholes perfumados, de locuras puestas en común,
de viajes sobre territorios que todos creen conocer pero pocos saben explorar.
La misma ciudad, con sus lenguajes nuevos, con sus mixturas y con sus rupturas
y sus angustias se abre como un tema proclive a la poesía sin necesidad de
estar mediado este lenguaje por un abc de normas restrictivas sino por una
pasión arbitraria, aguda, juvenil, iconoclasta, festiva, oscura y a la vez
clara para renombrar esto que se vive y que pocas veces puede ser contado sin
que caigan severas moralidades que fustigan y tratan de adocenar lo que se
crea.
La
revista INNOMBRABLE está en el sentido del nombrar, de descubrir, más no como
expoliación y llegada a islas creativas para sacar de allí el oro y el magín
creativo de los fantasmas pobladores del mundo, de las selvas del lenguaje que
se exploran o de las playas relucientes de un eros que se innova. Es más una
relación de intercambio de propuestas, de encuentros posibles, de hacer en
común una idea de una poesía viva, con nombres y apellidos, tan desnuda y
humana como el existir sea posible.
Un
grupo de muchachos y muchachas, así de heterogéneo como afines, no sólo por le
edad, sino por la inventiva y el sentido de red que han venido proponiendo a
nivel local e internacional, donde participan escritores de diversas edades que
no hayan perdido la lúdica ni la capacidad de compartir alucinantes preguntas y
textos que nos lleven por caminos donde exista un descubrir con los ojos
abiertos. Propuesta que no siendo nueva, pues allí donde exista capacidad
creadora y ganas de enfrentarse a las arduas jornadas de la vida, existirán
propuestas similares, pero que renuevan en cierta forma una literatura que se
ha quedado en el salón y en la parsimonia, que se viene agotando en estériles
recitales de vasito de agua y de micrófono de antesalas y asuntos
gubernamentales. Aquí se intuye el juego, la fiesta y la camaradería sin
abanicos de damas pelimoradas, sin agasajos de medallas ni juegos florales,
algo más cercano al público, más entrometido y audaz con las vicisitudes
diarias.
Ellos
mismos no podrían tener nombre o lista de participantes pues cada vez se abren
más y son muchos más los que llegan y participan sin medir sus rangos, puestos,
direcciones, sólo el placer de asistir a un acto de invención y a la gestación
de una cultura que nace de la calle, del parque, del jardín de sembradores de
ideas, del potrero abierto y de la plástica donde pintar y esculpir, es lo
mismo que hacer el poema o compartir el pan y las especias. Son no nombrados,
no por carecer de nombres y de señas, sino porque al convertirse en una estirpe
de andariegos, de amigos múltiples, de apertura total, serían innombrables sus
características y sus propuestas, ritmos, sonoridades, las artes y sus textos.
Más no por qué no exista, ni sean invisibles y etéreos, sino por estar hechos
del barro de los hechos anónimos, de lo común, de lo que ha carecido de “fama”
pero que tiene fuerza y resistencia para enfrentar un mundo de estafas y de
ignominias.
Como
dicen los brindis entre amigos, ¡larga vida a INNOMBRABLE, una re-vista para
hacer una vista nueva al arte del mirar y de leer como una casa sin muros y sin
puertas!
Hacer
una revista es similar a sembrar plantas ancestrales y sagradas, el humo y la
semilla de un decir que no se puede callar aunque echen herbicidas, en algún
lugar vuelven a crecer INNOMBRABLES maneras de nombrar.
Mil
gracias, amigos, suerte en ese bello proyecto.
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