Cuando el vacío acude a mi mente calculo los infinitos metros de la inutilidad de la vida, y la angustia que produce el fin de lo inútil, la muerte.
Lo más maravilloso de todo fue que la vida misma al nombrarme me negó toda posibilidad de habitar, Que Ni Días, en mí está superada toda angustia existente. Y ya que el día no es mi tiempo para morar, la noche me abrazó en su seno, pérfido a veces, como el intransigente escurrir de los transeúntes al ver mí despeinada mirada.
Nunca tengo dinero, lo mejor es que no me interesa, ni acumular libros y menos el polvo que ellos recogen, ni nada, bastantes sabios andan por el mundo sin poderlo salvar.
En fin, y si me mutilan los sentidos me cuelgo del último cachito de luna y me recuesto en mi opiácea y naranja nube a ver qué nueva guerra tramáis hombres del mundo.
Darío Lemos
ResponderEliminar"a ver que nueva guerra tramáis hombres del mundo" excelente compañero
ResponderEliminarsalud y buena energía