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lunes, 5 de julio de 2010

Reflejo

Como detener lo que tiene un principio pero no un final, lo que se alienta en el infinito, lo que tiene una senda pero no un sentido.

De la imágen universal de esa unica acción, se abren olas de fuego, nacen caballos blancos desafiando con sus soberbios trazos los brios del mundo, derramando en su descenso estelas de sangre expansiva que nutren la tierra y el cielo; nunca el primer gesto o el pensamiento primario pudieron contener tal marcha u olvidar tales huellas.

En algún tiempo esos humores se reflejaron en la ciudades, apoderaron las almas y sobre los cuerpos derramaron lagrímas ardientes...

El sabio recuerdo brilla embriagando el dolor.
En los diversos presentes perecen mis pensamientos.
No doy forma al rostro amado; ojos azules o negros, labios carnosos o secos conmueven mi pecho,
aceitan mis entrañas, mis uñas solitarias rasgan ese amor.

Y esa sombra inmensa y el aleteo púrpura han dado abrigo a mi locura.
Los certeros hechizos deslizan por la boca rompiendo las máscaras, mostrando el corazón maternal y la antomia indefinida.

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