No me soporto.
Pesa sobre mí el sopor de ser.
Solo deseo desaparecerme de tus ojos,
que dejes de ver esta cara lánguida
reflectora sólo de la tristeza de sentirme viva.
Perdona mi pasividad,
la existencia me conmina a perderme
en el desasosiego de no entenderla.
Y me aplastan más estos laberintos embriagantes de desesperanza,
en vez de sonreírte escondiendo el dolor de mi fatídico ser.
El vértigo a caer me llama,
me corroe lentamente,
y no encuentro descanso a las lágrimas
que derramo en silencio
por verme aun aquí,
aburriéndote con mis lamentaciones.
Egoístas compasiones
de este insignificante soplo de vida que porto.
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