Acaricié el puñal,
suavemente lo guié a mis entrañas.
Se sumergió sigiloso,
en lo más profundo.
Llegó el delirio,
el hambre,
el afán de saciarla, conciencia.
La luz,
nunca habito en mi de nuevo,
no la necesito, nunca la necesité
¿Acaso realizo procesos fotosintéticos?
No.
Yo vivo cómodo en la sombra,
en la esquina del aula de clase.
En la adolescencia,
escapaba con frecuencia al limbo.
Contaba almas confundidas,
como lo hace
aquel imbécil que no disfruta su insomnio.
Hace poco intenté ingresar,
hallé un letrero:
propiedad privada, no pase.
supe que el papa
no vio rentable el negocio de las almas.
Decidió, en cambio,
sembrar allí canola transgénica.
Sin más opción,
busqué refugio en la oscuridad,
donde soy pleno
hasta el día de hoy.
Agonizando con mis cucarachas
inhalando baygon.
“Hoy un niño decidió ser poeta, se imaginó desnudo.”
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