Creo que la nuestra es una ternura muy distinta
la del sueño que se calla y apenas se trasluce, acaso se escapa
en una mirada que abraza el horizonte...
y sus ojos tienen un aura;
una ternura tímida, sutil, en sepia blanco y negro.
Ella está en una sonrisa muda,
diminuta si acaso emulada pero sincera como un niño
con la pureza infantil que revela
que no se saca mucho de la ternura del baúl
de la misma manera como aquel viejo libro
que heredaste con magia
o esa joya preciada y única que solo nosotros sabemos valorar.
Envolvemos nuestro tesoro entre lino y terciopelo
no queremos que lo roben,
no queremos que envejezca,
no queremos que se dañen,
no queremos que se pierda,
por eso lo guardamos
y sentimos que no alcanzan los cerrojos
deja de importarnos cuanto pesan los herrajes
como al que se hizo tragar del mar
por cargar con tanto oro
pero no se trata de ambición.
Un día cambiamos el baúl
por uno hecho de costillas
olvidamos que los cuerpos son ajenos
ahí va nuestra ternura
encerrada en un pecho mortal, caprichoso y egoísta
a la madre le arrancan el niño de los brazos,
llora y su rostro es una empapada mueca
que no podría describir
la tierra se traga un ataúd con la memoria entera de una vida
nuestra ternura se ha transformado en un recuerdo
ahora la melancolía su hermana
loca, desdentada, cenicienta y horrible
se ha puesto sus vestidos robados
se peina los cuervos en su esquizofrénico delirio
sus ojos brillan y sonríe en su sueño de imitar a una muerta.
A esto quedo reducida nuestra ternura
a una loca obsesiva disfrazada
un recuerdo que sobrevive
con los restos de lo que perdimos.
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