Hay hombres que son la encarnación misma de la distancia... de la ausencia...
son como una ensoñación permanente de la nada primigenia,
aclaman a la muerte en cada patético respiro,
pierden su mirada en todos los rincones;
ese vacío en sus ojos,
ese apagarse sempiternamente después del resquebrajamiento.
Ahí adentro todo es eco, un segundo de dolor que se repite
hasta grabarse como un instinto que los conduce al sufrimiento.
Van ansiosos buscando ese veneno que convierte su sangre en brea,
ese veneno que se desborda por las venas abiertas... siempre habrá un infierno latente en todas las cosas bellas,
podrían convertirse en demonios infernales, es decir en poetas,
esos desposeídos son los únicos que crean algo de tan maléfica poción,
para dar testimonio de la belleza inasible, de eso que tanto desean y nunca tendrán.
Ratas agonizan en sus agujeros infectos, los eternos adoradores de la belleza suelen ser los seres mas grotescos de la tierra.
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