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lunes, 24 de marzo de 2025

"Serie Ideas" pinturas de Carolina Esperanza Alvado

Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024

Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024

Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024


Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024



Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024



Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024



Técnica: acrílico, papel 
Medidas: 40 x 40
Año: 2024



*Carolina Esperanza Alvado es una artista plástica argentina que reside en Francia desde hace tres años. Su camino hacia el arte ha sido largo, comenzando de manera autodidacta y explorando disciplinas como el teatro y la pintura de forma personal. Sin embargo, fue hace tres años cuando decidió dedicarse profesionalmente al arte, iniciando la exposición de su trabajo. Su obra es principalmente abstracta y se distingue por la combinación intuitiva de texturas y colores. Cada pieza surge de un proceso emocional y espontáneo, con el objetivo de generar una experiencia visual que invite al espectador a sumergirse en un universo de sensaciones y reflexión. En 2024, tras un profundo proceso personal, escribió el libro De la repetición a la creación, donde comparte sus experiencias y el camino que la llevó a abrazar el arte como su verdadera vocación. Esta obra refleja su evolución tanto personal como artística, así como su búsqueda constante de autenticidad en cada aspecto de su trabajo. Las pequeñas obras que presenta forman parte de la serie IDEAS, en la que explora una nueva manera de concebir su arte, dejándose guiar por la primera sensación que surge en su mente. Esta serie, compuesta por 13 obras, fue expuesta en la muestra Camino del artista en Francia en 2024.

viernes, 21 de marzo de 2025

"Un bar en algún puerto" poemas de Daniel González Rebolledo


De la tierra arcillosa
hacíamos el botijo.
su olor era agradable,
digno de contener la frescura del agua.
Lo vestías con flores, cuando airoso,
paseabas desnudo como el fuego
tu grácil estatura y aspirabas
los aromas del búcaro.
 
El alba sonrojaba las cortinas
de aquel cuarto
donde tanto amor yacía,
se erguía, desmayaba.
 
Hoy el búcaro yace junto a trastos
en arrumbados estantes de la casa,
sin aromas ni canto de agua fresca.
Y más tremendo aún,
no está ya tu candor lánguido y dormido
en las celestes luces de mis albas.
 
 
UN BAR EN ALGÚN PUERTO
 
Debe ser leve y rosado,
esquinando el flamenco de tus sueños.
Debe estar al borde, siempre al borde,
al filo ineludible de la noche.
Debe tener equívocos burlescos
y el trópico y América y nosotros
escindidos detrás de tanto muelle
con Gomorra también, y un laberinto.
Debe escucharse un Son,
lenguas barrocas junto al saber oscuro de la sombra
y ese impreciso olor a aguas abiertas,
al filo ineludible, de la noche.


IDEA

Aparece en un sueño y escapa,
salmón rojo de Alaska
entre zarpas hambrientas de los osos.
Su ráfaga me asalta
justo cuando no tengo palabra en qué cazarla
y ella disfruta salmoneando su más bello despliegue.
¡Tal vez tampoco fueras para tanto!
Disparo y la ahuyento de nuevo.
Anhelo su regreso:
sonrisa de luz que cambie el mundo,
caricia al dolor que nunca cesa,
por el rumor del agua sueñen pájaros,
manos humildes estrujen su pañuelo mojado por la pena,
un vislumbre de amor, una mirada,
un cuenco,
donde enjuague su pelo este poema.

 

Daniel González Rebolledo. Escritor, Dramaturgo, actor y director de teatro, profesor de Matemática y Cosmografía, Magister en Metodología de la Investigación de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Su producción literaria ha recibido premios municipales (no se le niegan a nadie, decía Borges), provinciales, nacionales y alguna que otra inclusión en antologías. Tiene obras publicadas en Teatro, Cuento, Novela, y Poesía. Vive en zona rural, chacra Finisterre, cerca de Gualeguay, Entre Ríos, República Argentina.

jueves, 20 de marzo de 2025

"Sermón al silencio" poemas de María Alejandra Uribe

8.

Conteniendo el hálito
que busca el origen,
pude sentirme expulsada
de un festín de magma,
 azufre y nubosidad
qué mutó a primavera. 
Manantial
trino de ave voraz, 
vuelo entre los hilos del viento
que abrazan los cuerpos,
Humo blanco proveniente de 
la hoguera de un corazón.
Rugido adentrado en el espíritu que aguarda el misterio, 
mirada noble de un ser místico y vetusto, 
quien comprende porqué
sus manos fueron raíces
del árbol más fecundo.
Pude sentirme ello
y quizás mucho más,
Hoy es sólo reminiscencia,
de este cuerpo, esta esencia, 
el júbilo que llega tardío
sabiéndose en la nada.


SERMÓN AL SILENCIO

I


He perdido de vista la punta de mis pies
HOY
Soy vuelo ante el soplo que recibo.
El recuerdo es un vacío deicida
Que al callar somos.

II

Al igual que el el día corresponde al ocaso
No resístome a desposeer mi voz.

III

¿Cuántas vidas debo cursar para prestarme
a ver una esfera de luz al cerrar mis ojos?
No sé cuántas, puesto que aún no logro ver lo que no soy.

IV

No teman…
Visiten mi degredo
Congreguémonos en la mortalidad
Haciéndonos eslabones que aten flancos
EL OTRO Y YO.

V

Deseosa por rehabilitarme, siento más seguridad
Para limpiar mi ser de aquella adicción por las palabras.
Desintoxico mi garganta del sonido enlodado
Mientras me convierto en una gotita de manantial salado
Y me deslizo por cada uno de los rostros que ignoro, aunque he mirado.

VI

Esta puerta que soy
Y atravieso para verles
Salgo azarosamente
La cierro y arrojo la llave
No soy más atravesada
Siquiera por la rememoración 
Que evoco en quienes un día
Entraron sin avisar. 

VII

El índice que presiona mis labios
Es la cruz que me sella.
Ahora, solo mi respiración
Es mantra que rezo
Para alcanzarte LUZ.


MEDICADA

Cuando el mundo cae
 con su peso en mis hombros
y el corazón se estrecha 
entre llanto y hastío
imagino mi cuerpo ajeno.

Lo veo
Con sus pies temblorosos
transitando sobre el pavimento húmedo, mientras exhala una bocanada de humo combinada con bruxismo.
Incluso, puedo oír cuando la resignación se desliza en forma de trago, a través del esófago.

Olvido si estoy respirando, o cuántas veces parpadeo por minuto; pues no estoy allí, dentro de aquel cuerpo ajeno, el cual se convierte en otro compañero inadvertido.
Lo espío cuando llora a solas,
cuando ríe, gime
o vive a gritos y canta su sentir.
Pienso que...
Podría hacerme su amiga
e idealizo una conversación extendida, dónde ambos concluimos que no estamos solos, que nuestro sufrir coincide.
Así se posa el consuelo en mi coronilla.
Sin embargo...
Todavía no recuerdo cuántas veces parpadeo por minuto,
ni cuántas palabras pronuncio al día.
¡Es más!...
No recuerdo cuántos besos he dado
o cuántos abrazos he compartido.
Continúo afuera 
jugando a la espectadora de un cuerpo ajeno que,
poco a poco
se marcha.

*María Alejandra Uribe. Nació el 9 de abril de 1993 (La Estrella, Antioquia). Abogada, apasionada por las humanidades, dialogante a entre el sinsentido de la existencia y la sensibilidad enmarcada en sus letras. Poeta de la ciudad de Medellín, ha participado en diversos espacios poéticos en el Valle de Aburrá, coautora en la antología de mujeres poetas de Medellín "La Jaula se ha vuelto Pájaro".

miércoles, 19 de marzo de 2025

"Escuchan los muros de piedra" pormas de Carlos Cubeiro


ESCUCHAN 
LOS MUROS DE PIEDRA
  

Paredes y muros de cada recinto cerrado ahí están.
Escuchan los lamentos, las voces derrotadas y llenas de lágrimas.
Escuchan las piedras, los cantos y gritos de júbilo.
El ardiente clímax de los amantes.
También oyen las palabras y las muestras de ira.
Los gritos de terror y dolor.
Las paredes de piedra, los muros, son testigos mudos de cada segundo.
Lo son de cada vivencia alegre, triste o desgarradora.
Lo son de cada muerte serena o violenta.
De cada nueva vida que nace al mundo y no pueden decir nada, nada.
Escuchan y lo guardan.

Saben escuchar.
Saben callar, nada pregonan a los cuatro vientos.
Todo lo guardan para sus adentros.
Pesada carga la que soportan por años y siglos.

Caen los muros, las piedras ruedan.
Por ellas discurre un hilo húmedo.
Son las lágrimas que llevan dentro de tanto tiempo.
Rompen los muros, no por viejos.
Se deshacen cuando ya no soportan
la carga pesada de lamentos y furias desatadas.
De todo lo que han escuchado sin poder decir de ello ni una palabra.

Escuchan en silencio.
No hay mejor para contar lo que sientes, si sabes que otros no te comprenden o no intentan hacerlo.
Escuchan los muros y paredes de piedra mil historias de terror, de regocijo y aguantan lo que les echen.
Da igual que sean golpes o jarras de agua.
Quisiera oír de sus voces cada uno de sus cuentos de vida y de miedo.


                   POR AMOR 

   La lluvia  insistente moja las calles de piedra estrechas y empinadas. Su paraguas de rayas y sus zapatos de Prada siguen el ritmo de las notas que salen de una taberna. Las luces de las farolas se reflejan en las charcas bailando al son de los fados. Es verano aunque llueva. Los soportales les sirven de refugio a la lluvia y a las miradas. Las manos se entrecruzan en los muslos, los besos pintan de carmín cada espacio desnudo de sus cuerpos. La música de la gramola pone salsa a su vaivén sin reposo. Dos tacones suenan en la calzada, se van acercando más y más. El amor fluye, canta, grita en el portal más oscuro, sin candelas. Los tacones se sienten con paso ligero llegando a su vera. Su aliento jadeante llegó al fin a lo más alto de la cuesta. Una voz dijo con dificultad ¿ No me esperáis?. Al instante retumbaron tres disparos en el portal cerrado. Calle abajo,  caminan tambaleándose sin rumbo los zapatos rojos de Prada.


                          MIEDO 

Descubro en la oscuridad el miedo.
En el silencio sin luna me miro en el río que surca negro el valle.
Solo sus aguas quiebran la quietud.
Mi rostro se desfigura como en espejo roto en medio de las aguas.
Mis ojos se pierden entre ramas y piedras mojadas.
Marfiles hundidos en su lecho.
Movimiento infernal que todo lo rompe, que todo lo desgaja.
Miedo 
Miedo de perder mi cara, de perder mi identidad en la noche callada.
Doy la espalda a las aguas impetuosas.
El río me llama.
¡ No te vayas, mañana serás tú mismo!
Tú rostro, tus ojos, tus labios, tú pelo y tus pestañas.
Nada habrás perdido, pero ahora siéntate y escúchame en la calma de tu alma.


*Carlos Cubeiro nació en A Coruña en 1958. Comenzó a escribir poesía en 1983, con la que obtuvo dos terceros premios de poesía en gallego, en Sestao (Vizcaya) y A Coruña en 1988. Desde hace un tiempo, se dedica a la escritura de relatos cortos. Además, colabora con poemas y relatos en la revista digital Masticadores y participa con sus poemas en la revista cultural de la Sociedad Artística Ferrolana (SAF). Ha colaborado y continúa haciéndolo en el espacio La Ventanita de Manuel y Manuela (Facebook), donde recita sus propios poemas. Hasta la fecha, ha participado en dos antologías poéticas y suele colaborar en eventos literarios tanto en León como en A Coruña.

martes, 18 de marzo de 2025

"El Paraguas" cuento de Encantado Eliana Machado


    En una tarde gris en los Alpes franceses, una furiosa tormenta se formaba en el horizonte. Relámpagos cruzaban el cielo mientras las primeras gotas gruesas comenzaban a caer sobre la ciudad. En una esquina desierta, un paraguas negro, ya algo desgastado, se agitaba al compás del ventarrón, girando y elevándose desde un cubo de basura. De repente, una corriente de aire más fuerte lo lanzó hacia el firmamento, como si fuera una pluma al viento. Segundos después, reapareció, completamente nuevo, como recién salido de fábrica, en medio de las nubes cumulonimbus.
    
    La noche anterior, radios y canales de televisión alertaron a la población sobre la llegada de una tormenta eléctrica con vientos peligrosos. El ayuntamiento aconsejó a los residentes que no salieran de casa, especialmente con vehículos, debido a los riesgos inminentes. Aun así, Clara, ciega desde la infancia, sabía que tenía que salir. Su hermano, que sufría gravemente de asma, necesitaba un nuevo inhalador, ya que la válvula del antiguo se había obstruido y no tenían otro.

    Clarita, como él la llamaba, estaba acostumbrada a salir de casa sola y hacer compras en los comercios de la avenida donde vivían. Pensaba que podría resolver la situación rápidamente antes de que comenzara a llover. La farmacia estaba a solo tres paradas de autobús de su vivienda, y creía que podría ir y volver antes de que llegara el chaparrón. Sin embargo, al bajar del autobús, la precipitación comenzó a caer con fuerza.

    Con su bastón al frente, Clara avanzaba con cuidado, tratando de identificar los sonidos y los puntos de referencia de la calle que conocía como la palma de su mano. De repente, un sonido agudo y crujiente resonó cerca de la joven, como si una rama seca se hubiera partido en mil pedazos. Los vientos se intensificaron y, en una de esas ráfagas, su bastón escapó de sus manos mojadas, y se lo llevó el viento. Paralizada, Clarita se vio desorientada. Sin su bastón, no había forma de saber dónde estaba ni hacia dónde caminaba.

    El viento aullaba a su alrededor, y gotas densas caían como flechas del cielo, golpeándola. El tejido de su ropa, antes ligero, ahora pesaba, moldeándose a su cuerpo en un abrazo helado que la dejaba aún más expuesta. Clarita siempre había confiado en su audición para orientarse por las calles. El sonido familiar de los pasos sobre la acera, el susurro de las hojas de los árboles del bulevar le indicaban dónde estaba, ya que cada árbol era único y ella podía percibir esas diferencias. Incluso el murmullo de las voces y la velocidad de los coches le proporcionaban un mapa sonoro en días secos. Esa tarde, sin embargo, bajo la lluvia implacable, todo cambió. Olfato y audición se volvieron inútiles.    

    El agua se deslizaba por su rostro mientras intentaba orientarse, pero los sonidos y los olores se mezclaban, dificultando saber exactamente dónde estaba. El mundo, que antes se dibujaba en su imaginación con total seguridad, se convirtió en una confusa mancha de ruidos y olores indistintos.
De pronto, algo extraño ocurrió. Sus manos que tanteaban alrededor tocaron un objeto: un paraguas, venido del cielo, como un regalo de las alturas. Sin dudarlo, Clarita lo abrió, buscando cobijo y alivio del aguacero. Lo que la sorprendió, sin embargo, fue que el paraguas no parecía ser solo un refugio contra la lluvia. El mango firme en sus manos comenzó a moverse, tirando con delicadeza de ella en una dirección. Reticente al principio, permitió que el paraguas la guiara.

    La conducía con una precisión sorprendente. Cuando estaba cerca de una calle, la hacía detenerse; luego, se inclinaba ligeramente hacia la derecha o la izquierda, como si conociera el camino. Clarita, sin otra alternativa, confió en el objeto, siguiéndolo por aceras y esquinas, sin saber exactamente hacia dónde iba. La sensación era a la vez extraña y reconfortante.
Después de unos minutos, el paraguas se detuvo. Con una mezcla de temor y esperanza, Clarita extendió la mano y sintió la puerta de su casa. Había llegado. Ella rio, aliviada y aún conmovida por la forma en que todo había sucedido. Sin embargo, antes de que pudiera reflexionar más sobre el fenómeno, el paraguas escapó suavemente de su mano y, llevado por el viento, flotó lejos, como si hubiera cumplido su misión.

    Al entrar en casa, su hermano le comentó que había logrado desbloquear el inhalador. Clarita se alegró. Entonces se le ocurrió una idea: “No siempre necesitamos ver para encontrar el camino”. Aún maravillada por la experiencia, Clarita sonrió, sabiendo que algo extraordinario acababa de suceder.

    Afuera, la tempestad fue cesando, y un rayo de sol atravesó las nubes oscuras. En ese momento, un hombre con traje y sombrero negros apareció. El paraguas, que descansaba sobre el cubo de basura en el patio de Clarita, flotó hasta sus manos. El forastero lo observó por un momento, con una sonrisa de satisfacción.

    “Hasta la próxima tormenta”, murmuró, mientras desaparecía en las sombras, dejando atrás solo el silencio, interrumpido por el eco distante de los últimos truenos.


*Eliana Machado nació en Brasil y reside en Francia. Poeta, haicaísta, escritora, editora, traductora, artista visual y doctora en lenguas y literatura, también enseña español en Mónaco. En 2017, su novela Brasil: aventura interior recibió el Premio al Mejor Romance "Talentos Helvéticos Brasileiros III" en Suiza. En 2016, la Unión Hispano-Mundial de Escritores (UHE) le otorgó el Premio de Excelencia Literaria. Y en 2014, recibió el Premio al Mejor Autor Extranjero de la Unión de la Prensa Francófona (UPF) de Mónaco en el "III Encuentros Literarios Fabian Boisson. Posee 13 libros publicados en varios idiomas.

lunes, 17 de marzo de 2025

"Lucha (dólar) libre" obras de Diego Fernando Florio

 

Nombre: Náufrago
Técnica:  Óleo sobre MDF previamente tratado
con gesso blanco en frente y dorso.
Medidas: 50x70 cm
Año:2017


Nombre: Desocupado
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 70x100 cm
Año: 2018


Nombre: Latidoamérica
Técnica: Lápiz de color sobre papel
Medidas:  50x70cm
Año: 2017


Nombre: Reelección
Técnica:  Lápiz color sobre papel
Medidas: 50x70 cm
Año: 2019


Nombre: Lucha (dólar) libre
Técnica: Lápiz color sobre papel
Medidas: 50x70 cm
Año: 2019


Nombre: Yo
Técnica: Lápiz color sobre papel
Medidas: 50x70 cm
Año: 2019


*Diego Fernando Florio tiene 55 años y es Diseñador Gráfico egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), perteneciente a las primeras generaciones de la carrera. Se recibió en 1996 con el mejor promedio de diseño de su promoción en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU). Cuenta con 36 años de experiencia trabajando en Parques Nacionales, siempre en el área gráfica, donde llegó a desempeñarse como Director de Diseño durante la gestión saliente. Dibuja desde los 4 años, según le contaron sus padres, y ha desarrollado su técnica de manera autodidacta, explorando materiales a medida que los iba descubriendo. A los 32 años, se perfeccionó en el Estudio Villagrán, dirigido por Enrique y Carlos Villagrán (reconocidos por sus trabajos en Nippur, Batman, Superman, Punisher, entre otros). Durante 13 años trabajó para el mercado estadounidense como dibujante de arte erótico, representado por los hermanos Villagrán para la editorial SQP Publishing. Además, ha estudiado modelado tridimensional de figuras, motivado por su interés en dar forma corpórea a sus ideas bidimensionales.