— ¿Qué es la libertad…? Es el amor. El sentimiento
más fuerte que podríamos experimentar como humanos. Es hermoso pero complejo, y
nunca entenderemos cómo él te impulsa a ir lo más alto de la cima, y lograr
hazañas que nunca pensaste. El mismo que te puede arrojar al borde de la locura.
Te enciende las entrañas de pasión pero es capaz de revolvértelas y hasta
arrancártelas; así como construye, es experto devastando. El amor te hace
libre, te permite casi que volar, pero te hace esclavo de una persona; el amor
no es libertad.
Tras estar más de ocho meses en coma, al borde
de la muerte y ser el blanco de muchas pruebas, se levanta de la camilla Rafael
Galindo, lava su cara, se pone ropa
limpia, se acerca a la puerta y mirando al techo da un suspiro largo y profundo
esperando alguna respuesta de Dios. Se dispone a salir, camina por los pasillos
de aquel hospital donde lo vieron entrar agonizante, médicos y enfermeras lo observan,
algunos como una deidad otros como un cadáver caminante. Tras salir después de
tanto caminar, se deslumbra de la incertidumbre de las personas, del rostro de
esperanzas de algunos, y el desprecio de otros. Un guardia de seguridad lo guía
hasta el podio, de la algarabía no logra terminar de contar los micrófonos (su
cuenta termina en siete) hasta que voltea a ver a su madre con lágrimas en sus
ojos pero con mucha ilusión. Observa cómo toda una cuidad se detuvo sólo para
escucharlo — ¿Será acaso un sueño, o aún
estoy en coma? — son algunos de los
pensamientos que se le vienen a la cabeza, mientras busca desesperadamente
aquellos últimos ojos que vio antes de que todo terminara, o más bien empezara.
— Mírame a los ojos, por favor, solo te quiero
preguntar ¿Qué es la libertad? — Le pregunta Rafael a Isabela Torres quien responde
— Disfrutar, conocer el mar, pasear por
cada rincón de mundo — y termina con un poco de ironía, y sarcasmo. Así que Rafael
se toma un trago largo de su bebida — ¿acaso yo no te podría dar todo eso, que tanto
anhelas? Ella lo voltea a ver sin importancia y solo le dice — mira yo estoy para grandes cosas, y no estoy
segura que tu algún día me las darás, aun ni siquiera estudias en la
universidad tras estos dos años que llevamos de relación — devastado logra
esconder sus lágrimas —el día que todos me estén mirando por favor no vengas a
mí, porque ya no estaré.
Baja lo más rápido que puede de la terraza, pero
el baile y el alcohol lo marean cada vez más, hasta que al llegar a la puerta Lucas
Mendoza; su gran amigo, lo detiene, le suplica que no se vaya en su moto, que debería dejarla, pero Rafael
alterca y se pone como puede el casco aunque sin asegurárselo, suspira con
rabia e impotencia, arranca, va lo más rápido posible para que la velocidad le
saque las lágrimas que se guardó, acelera a fondo hasta llegar a los 90km/h, estrecha
sus ojos para que terminen de sollozar, los abre solo para ver pasar toda su
vida en un instante, mientras que le brota una leve y pacífica sonrisa — Esto es libertad.
Se abren de par en par las puertas de
emergencias, entra Rafael casi sin signos vitales, tiene fractura en el cuello
lo que compromete su movilidad, corren para salvarle la vida o lo poco que le
queda y tras ocho horas en el quirófano, logran estabilizarlo aunque con un
daño irreparable en la Vértebra cervical 4, saben que nunca volverá a caminar,
y no podrá respirar por sí mismo. Al pie de la habitación está Julia Galindo su
madre, quien recibe la noticia con angustia e incertidumbre, pero con un parte
de tranquilidad al saber que su hijo está vivo, sin embargo, no volverá a ser
él mismo y la necesitará de por vida.
Pasados los días Valentina Paredes una de las
enfermeras nota algo extraño, Rafael cada vez respira con más facilidad, le
comenta eso al médico Mateo Rojas quien lleva su diagnóstico y seguimiento. El
doctor no le presta atención a Valentina, hasta que un día él se sorprende al
ver que los dedos del pie de Rafael se movieron, pensó que había sido un
reflejo involuntario, pero se dispuso a ver los resultados de varias pruebas y
notó una mejoría sorprendente, recordó lo que le mencionó Valentina Paredes, sus
glóbulos rojos, se estabilizaron, y cancelaron la donación de sangre tras notar
día a día una leve mejoría, y decidido mandó a hacer una prueba de médula
espinal. No puede creer lo que reveló el resultado ¡Su vértebra se estaba
recuperando! Anonadado, le pide a Julia que le hagan más pruebas y tratamientos,
tratan con diferentes patologías, hasta llegar al cáncer y sus sospechas son
ciertas, él médico no lo puede creer— Rafael
Galindo es la cura del cáncer— pero tiene
miedo de que el paciente despierte, así que manda a colocarlo en coma inducido
para hacerle más pruebas.
Empiezan los preparativos del primer
experimento, tras algunas conexiones y transfusiones, el médico disuade a los
familiares de Rafael, quienes están atentos al pasar los días de su evolución.
¡Eureka! dijo Arquímedes. Pasados los días se
encontró la mejora casi inmediata de una persona internada por cáncer, toda su
familia y el paciente estaban completamente agradecidos con este nuevo método
experimental.
— Funciona,
¡FUNCIONA! — Mateo sabe que es un descubrimiento único, la enfermera Valentina
le cuestiona si está bien ocultar esta información sobretodo a la familia de
Rafael, pero solo a Mateo sólo le importa traer a su hermano para que sea
curado, no obstante, la enfermera le confronta y le obliga a hablar, Mateo le
advierte que si el mundo se enterase podría desatar el caos y hasta una guerra,
hay gente que estaría dispuesta a pagar muchísimo dinero por salud, pero Valentina
le dice que el dinero no lo compra todo.
Así que Valentina le da la revelación a Julia y
ella no lo puede creer, pero al ver los resultados llegan a una mutua
conclusión: Cuando Rafael se recupere del todo dejará de producir células
regeneradoras, así que para que sea la cura del cáncer tendrá que seguir en
coma inducido, y de por vida.
— Podrá salvar muchísimas vidas — le enfatiza Mateo, Julia no sabe qué decir,
pero quiere tener a su hijo con vida — ¡Jesús se sacrificó por todos nosotros!
— le grita Mateo.
— Pero
esa era su misión.
— y esta
es la de su hijo también, podrá salvar a mi hermano Ernesto.
— ¿y su vida acaso, vale más que la de mi hijo?
— Él no tiene futuro, ni siquiera estudios.
Ofendida, decide exponer al hospital y poner en
juicio su ética profesional empezando un trámite legal.
El juez decide que nadie debería decidir por la
vida de alguien más, así que dejan de administrarle los medicamentos, y tras un
leve tiempo se logra despertar sin ninguna lesión, su vértebra está
completamente reparada, casi que como nueva y sus huesos rotos ya están sanos.
Su madre le cuenta todo lo ocurrido, y la
importante decisión que debe tomar.
Abatido pide que lo dejen solo, no puede creer lo
que le tenían preparado la vida y su destino.
Al apoyarse en la ventana del hospital, observa
cómo se están formando tumultos de gente, entre la bulla logra escuchar su
nombre, se siente pleno, nunca se había sentido así. No reconoce si es porque
le admiran y le alaban, o si por el contrario, suplica morir en vida.
Irrumpe a su habitación la enfermera, y le deja
el almuerzo, la observa y le pregunta si es por él que toda esa gente está ahí.
Valentina le asegura que algunos lo toman como el nuevo Mesías.
— ¿Tú lo harías? — le pregunta.
— ¿Qué cosa, salvar a tantas personas?… la
verdad es que no, alguien tiene que criar a mi hijo.
— Si eso me temí.
Se retira la enfermera y entra su madre, le
dice que no se apresure con tomar una decisión ya que es su vida, e igual vale
que la de muchas otras personas.
— ¡Por
qué yo, porque a mí, quiero vivir joder! Tengo 21 años, quiero tener una
familia, pasear por cada rincón del mundo, disfrutar de la libertad.
Tras estar más de ocho meses en coma, al borde
de la muerte y ser el blanco de muchas pruebas, se levanta de la camilla Rafael
Galindo, lava su cara, se pone ropa
limpia, se acerca a la puerta y mirando al techo da un suspiro largo y profundo
esperando alguna respuesta de Dios. Se dispone a salir, camina por los pasillos
de aquel hospital donde lo vieron entrar agonizante, médicos y enfermeras lo
observan, algunos como una deidad otros como un cadáver caminante. Tras salir
después de tanto caminar, se deslumbra de la incertidumbre de las personas, del
rostro de esperanzas de algunos, y el desprecio de otros. Un guardia de
seguridad lo guía hasta el podio, de la algarabía no logra terminar de contar
los micrófonos (su cuenta termina en siete) hasta que voltea a ver a su madre
con lágrimas en sus ojos pero con mucha ilusión. Observa cómo toda una cuidad
se detuvo sólo para escucharlo — ¿Acaso será un sueño, será que aún estoy en
coma? — son algunos de los
pensamientos que se le vienen a la cabeza mientras busca desesperadamente
aquellos últimos ojos que vio, justo antes de que todo terminara, los encuentra
y se dispone a dar su discurso.
— ¿Qué
es la libertad…? Es el amor. El sentimiento más fuerte que podríamos
experimentar como humanos. Es hermoso pero complejo, y nunca entenderemos cómo
él te impulsa a ir lo más alto de la cima, y lograr hazañas que nunca pensaste.
El mismo que te puede arrojar al borde de la locura. Te enciende las entrañas
de pasión pero es capaz de revolvértelas y hasta arrancártelas; así como
construye, es experto devastando. El amor te hace libre, te permite casi que
volar, pero te hace esclavo de una persona; el amor no es libertad.
Entonces libertad es ser piloto y volar hasta
donde quisieras, o libertad es aquel anhelo de ese soldado que perdió las
piernas por defender su patria, la libertad es esa lucha por poder, es conocer
todos los rincones del mundo sin la preocupación del dinero…Libertad es lo que
aquel joven buscó cuando a 90km/h se abalanzó a aquel roble con el fin de
acabar con su propia vida, y en este instante le pregunta al mundo ¿Qué es la
libertad? ¿Darían su libertad por salvar a la humanidad? Y podríamos cambiar la
palabra libertad por vida.
¿Darías tu vida por ser la cura del cáncer?
*Fernando
Narváez (1996) El costo de un suspiro escrita por Fernando Narváez narra una
historia envolvente y detallada donde muchas personas se ven forzadas a decidir
el destino de Rafael.
Cuenta
episodios que aprecian la vida y los intereses propios antes que los deseos de
los demás, más aún cuando esa vida sólo vale si es importante, útil o
interesante. El escritor es también, poeta, esposo y padre, quien se distingue
por tener una viva imaginación, insaciable curiosidad y creación de historias interesantes sobre la experiencia humana. Sus relatos a menudo
tratan sobre la autoevaluación reflexiva, habilidades, características únicas y tiempo, para
hacer finalmente un cuestionamiento profundo.