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jueves, 27 de noviembre de 2025

"Hope yemudjimu" obras de Neli Carlos Luis

Nombre: Hope yemudjimu
Técnica: Bolígrafo negro sobre papel
Medidas: 45x29,5cm 
Año: 2023

 

Nombre: Hope yemudjimu
Técnica: Bolígrafo negro sobre papel
Medidas: 45x29,5cm 
Año: 2023

Nombre: Hope yemudjimu
Técnica: Bolígrafo negro sobre papel
Medidas: 45x29,5cm 
Año: 2023

Nombre: Hope yemudjimu
Técnica: Bolígrafo negro sobre papel
Medidas: 45x29,5cm 
Año: 2023

Nombre: Hope yemudjimu
Técnica: Bolígrafo negro sobre papel
Medidas: 45x29,5cm 
Año: 2023

Nombre: Hope yemudjimu
Técnica: Bolígrafo negro sobre papel
Medidas: 45x29,5cm 
Año: 2023


*Neli Carlos Luis (Mozambique, 1998) es un artista plástico cuya obra transita entre la escultura y el dibujo, explorando materiales y técnicas que articulan memoria, identidad y espiritualidad. Formado en el Instituto Superior de Arte e Cultura (ISArC), Luis pertenece a una nueva generación de creadores mozambiqueños que se destacan por su capacidad de dialogar con lenguajes contemporáneos sin perder de vista las raíces culturales que los sustentan.

Su trayectoria artística incluye participaciones en exposiciones y bienales de relevancia internacional. Entre ellas se encuentran la INTERBIFEP en la International Portrait Gallery de Tuzla (2024), la Intercontinental Bienal en el Museo Nacional de Colombia en Bogotá (2023) y la IX Bienal de Jovens Criadores da CPLP en Luanda, Angola (2019). En Mozambique ha integrado muestras colectivas como “Retoma” en el BCI (2022) y la V Mostra de Jovens Criadores en Maputo (2018), además de haber participado en talleres especializados como el Workshop de Batik organizado por la Embajada de Indonesia en 2022.

Con una sensibilidad marcada por la relación entre lo visible y lo invisible, la presencia y la ausencia, la obra de Luis incorpora una noción profunda del mundo espiritual africano, recurriendo a imágenes que evocan la conexión con los ancestros y las fuerzas que configuran el imaginario colectivo de su comunidad. Su práctica se distingue por un uso expresivo de las formas y por una búsqueda constante de puentes entre tradición y contemporaneidad.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

"Cinco liebres" cuento de John Gómez


Navegábamos a través del ocaso impulsados por el cinco liebres, un chorro barato que Alfonso compraba por los lados del centro y que, presumo yo, había llegado al país de contrabando. Un vino redulce que le hacía honor a su nombre, a ese nombre que le habíamos puesto Camila y yo, porque la etiqueta traía cinco conejos blancos, de orejas largas, girando alrededor de lo que, para nosotros, era un vórtice. Además, la resaca pateaba como un conejo rabioso, en especial cuando el amanecer aparecía de repente, al otro lado de las montañas, como un intruso, y poco a poco se montaba en el cielo cual gran inquisidor, con ganas de ver a todo el mundo quemarse bajo su luz. Ardiendo, sobre nosotros, sobre el pasto mojado de vino, sudores y ese fino rocío de medianoche que caía como agujas sobre la piel, mientras Camila y yo soñábamos con tener la libertad de largarnos de la ciudad sin tener que voltear la mirada nunca. Impulsados por ese vino de nombre gringo, más de una vez nos habíamos dado en la jeta con los parches de por ahí cerca de su casa, y por eso, porque las liebres se empezaban a contar con los dedos de las manos, seguíamos navegando por sus aguas sanguinolentas, celebrando nuestro amor bajo el chorro del cinco liebres, como queriendo hacernos una limpia del mundo que nos tocó en suerte, de esta ciudad en la que tuvimos que nacer, haciéndonos promesas que se desvanecieron sin que nos diésemos cuenta.


Pensar en el cinco liebres es, inevitablemente, pensar siempre en Camila, en el día en que terminamos, en lo paila que fue toda esa semana, separarnos sin tener la posibilidad de despedirnos, recordar cuando caminábamos por la ciudad entera, cantando a todo pulmón las canciones de Pixies y Mudhoney, pensando que, en efecto, si alguno de los dos se iba, el otro no podría hacer más que morirse, así, irremediablemente, porque estábamos encadenados, porque habíamos resistido la mezquindad de esta ciudad inmunda, tan llena de secretos, habladurías, gente que se la pasa mirando cómo joder al otro, porque estamos todos cerca a todos y la ciudad es una madriguera llena de liebres, de ratas, de roedores, en todo caso, y somos muchos para poder vivir bien. Mierda. Uh! Is the sound/ that the mother makes when the baby breaks. Porque estábamos encadenados, o creímos estarlo, hasta que todo se fue al carajo, hasta que una discusión nos borró para siempre y Camila no fue más que una mancha en la memoria, una mancha seca de cinco liebres, de esas que pudren la tela y al final van dejando un vacío, un hueco por donde se nos va la piel.


De eso hace ya varios años, y mentiría si no dijera que en todo este tiempo no traté de volver a ella. No a la ciudad; a Camila, al sonido de su voz, al recuerdo de sus caricias desesperadas antes del amanecer, porque sus papás podían llegar en cualquier momento, y lo último que esperaban era ver a un vago enredado entre las piernas de su hija, mientras sus cabellos nos envolvían a los dos, impidiéndonos la despedida. Cómo hubiese querido que llegaran, que la echaran de la casa y poder tener la excusa ideal para largarnos de la ciudad, para olvidarnos de ese sentimiento de asfixia al ver que los edificios se tragan más y más el cielo, y dejar atrás la gente, las calles, las historias, que se repiten, una y otra vez, hasta el hartazgo. Caminar con Camila por la carretera, hacer autostop y dormir al abrigo de los árboles, decirle al oído: I'll make you love me, ‘till the day you die/ gonna give you girl, everything I got, y sin que nada nos faltara, recorrer con ella el mundo, como siempre quise. Pero ella me decía que me fuera, entre besos, abrochándome la ropa, con una sonrisa que disfrazaba de reproche. Vete para que podamos vernos una noche más, insistía, y sus palabras eran dulces porque su boca olía a cinco liebres, porque mi cuerpo olía a ella, al vino, a su piel, y los dos éramos un mismo ser, bañados en su olor.

Pienso que por eso regreso a estas calles, a pesar de sus esquinas hediondas a orina, de sus paredes llenas de publicidad de algún político, que al ganar las elecciones se robó la plata de la ciudad y, sin embargo, le hicieron una estatua. Regreso a la casa de Camila, aunque en la fachada diga: «Papelería Milenio», recordando las madrugadas en que llegábamos borrachos, riéndonos de algún mal chiste, amándonos bajo los aleros, mientras las botellas del cinco liebres tintineaban en el bolso. Regreso porque caminar por la ciudad es abrirle la puerta al recuerdo, permitir que Camila vuelva a mí y me atormente con la memoria de sus besos; de su cabello, que olía a aceite de coco, a cigarrillo, a pasto recién cortado, cuando amanecíamos en algún parque, abrazados, muriéndonos de frío. Regreso porque quiero verla, de nuevo, bailando en la penumbra mientras susurra apenas: Come on baby, now come with me, quitándose la camiseta de Mudhoney que le traje de un festival, dejando que mis manos recorrieran un par de senos que cobran forma ante mis caricias, mientras el vino iba inundándonos poco a poco, hasta derramarse en forma de promesas, If you don’t come/ you’ll die alone, promesas inconclusas, al fin, como botellas rotas con las que uno puede quitarse la vida. Y sí, me es imposible no asociar su recuerdo con esta ciudad, llena de melancolía y abandono, pues esta ciudad es Camila, y caminar por sus calles es recordarla en cada bar, en cada esquina, diciendo: Que ya no más, parce, que ya no más, mientras las lágrimas le corren por la cara y yo camino detrás suyo, con el corazón herido por la rabia y el dolor, pensando que todo es una puta mierda, que de todos modos I won’t live long/ and I’m full of rot, pensando que para qué esta ciudad, para qué las madrugadas ebrios de cinco liebres, con frío, esperando al amanecer, riéndonos en la penumbra, haciendo planes que jamás vamos a cumplir, soñando con una vida lejos de estas calles, de esta ciudad que huele a mierda, en la que todas las cosas terminan demasiado pronto, como el vino, que se acaba sin que nos demos cuenta, como la vida, que se nos va en un momento, en un frenesí, como por afán.


Hace años que regreso a la ciudad, al recuerdo del cinco liebres corriendo por la sangre, a ese recuerdo de estar vivo, tener veinte años y soñar con un futuro al lado de ella, a meternos en peleas estúpidas y amarnos más estúpidamente aún, a soñarnos a diario y besarnos con el ansia loca de la juventud, repitiendo: Touch me, I’m sick/ Fuck me, I´m sick. Todo eso es lo que me mantiene aquí, todo eso es lo que me lleva a regresar, olvidando a veces que la última vez que la vi estaba tomándose un cinco liebres en un parque, hablando con una pelirroja, con la camisa de Mudhoney que alguna vez le regalé. Quisiera ir y contarle que al final fueron más las liebres que los dedos de las manos, que no fue que la dejara, que la olvidara para siempre como ella quizás creyó, que I’m a creep, yeah/ I’m a jerk, y que sigo esperando encontrar mis huesos para irme al fin, para dejar de pensar en ella, en nosotros, en su olor, en todas las veces en que fuimos un único ser. Pero es en vano. Y, de todos modos, si he de ser sincero, no quiero. Lo único que quiero es volver a verla, estar con ella, embriagándome de vino barato, de su olor a aceite de coco y cigarrillo, lluvia, césped, sudor y sangre. Porque el vino es la sangre de los días, del tiempo que tuvimos, ese tiempo que nunca podré olvidar. Por eso regreso aquí, una y otra vez, para buscarla desesperadamente del otro lado del ocaso.

 

*John Gómez (Bucaramanga, 1988). Magíster en Filosofía y escritor. Director de la plataforma cultural Alter Vox Media y la Editorial Sátiro. Creador del «Certamen Nacional de Poesía Basura John Gómez». Perdedor en infinidad de concursos, premios y convocatorias literarias. Autor de los libros XIII (2019), Baladas Baladíes (2020), Poemas para lidiar con uno mismo de madrugada (2021), Máscaras (2021), Opus Diabolicum / El Evangelio de las Brujas (2022), Esto no es un libro de poemas (2022), Desaforismos (2023), La mala suerte (2024) y Morir, ese privilegio (2024). Poemas suyos han sido traducidos a varios idiomas. Ha hecho parte de un montón de festivales y ferias del libro, detesta las mafias alrededor de las instituciones culturales y sueña con la llegada del fin del mundo.

lunes, 24 de noviembre de 2025

"Parálisis en ausencia de luz" poemas de Adela Şulea



SOY  LA  CHICA  MÁS  ENOJADA 
DE  ESTA  CIUDAD 

Soy el cuerpo emocional más enojado
y golpeado por esta vida.
(No sé cómo ni por qué tengo que ser yo
quien se quede callado).
Me duelen las manos, los dedos…
esas extensiones que se adhieren
demasiado rápido a la piel
y a las personas.
Me punzan todas las palabras que clavé en mi vientre
para asegurarme
de que nada floreciera allí.
Soy solo
el eco de mi propia impotencia.
Me rompo.
Primero en dos
en dos
Luego en cuatro
en cuatro
en cuatro
en cuatro
Después de eso, en siete.
(Nadie perderá el tiempo contando siete rebanadas
de carne tiradas detrás de la casa.)
Tengo clavos clavados en mis articulaciones.
(Por eso, cuando entro
en mi cuerpo,
se producen explosiones:
cada día
una Franja se arranca de mi piel.)
Mi cuerpo es un mar de manos
intentando tocar la vida.
Tengo una obsesión con mi escritura.
Soy un coche con cuatro ruedas
y sólo dos puertas
que sabe que puede llevarte
a tu destino final.
Soy el principio del arte
y el fin de la especie humana.
Soy el fin del arte
y el principio de la especie humana.
Yo.
                                  yo.
                                                                    YO.
Tengo mi nombre escrito
en los diez trozos de carne
que los niños dejan intactos en el plato
y se levantan
para ir
a comer
chocolate.


NADA  NUEVO  
EN  EL  FRENTE  ORIENTAL
 
Tal vez la mujer del autobús 4 tuvo
que desmayarse para que yo pudiera escribir este poema. 
Escribir sobre cómo la gente se reía y
maldecía al conductor preguntándole por qué se detuvo.
Escribir sobre el animal que ha estado silencioso dentro de mí
desde que era apenas un niño.
Y no puedo amar sin enojarme.
Y no puedo reír sin querer romperle
los ojos a quien se ríe conmigo.
Y no puedo abrazarte: mi cuerpo está
cubierto de cristal.
[Mi alma está atrapada en dos espirales, y
cada vez que (te) amo,
sus puntas se clavan más profundamente en mí].
Tengo televisores pegados al ADN.
Y fotografías pegadas a los huesos.
En mi corazón está grabado el pulso de los jeans rotos y
manchados de alquitrán que usaba cuando
era pequeña.
Nada nuevo en el frente oriental.
Nada nuevo en esta ciudad como una cripta.
Nada nuevo sobre mi cuerpo, en mi espalda.
(Tengo las mismas marcas desde que nací:
la vida me ha abandonado tantas veces que
pensé que ya no me reconocería como hija.)
Algún día te aburrirás de todo esto.
Algún día te aburrirás de las paredes de tu
casa, llenas de las señales que hizo tu madre
marcando la tasa de crecimiento de tu estatura.
Algún día querrás volver a tu monoambiente
con paredes enmohecidas sólo porque sabías
que el verde
te daba mucha seguridad.
(Plantaste un bosque de moho en las baldosas del baño.)
Nada nuevo en el frente sur.
Algún día extrañarás la forma en que
dibujabas tu vida en los labios de todos
los enamorados.
Y solo tenías calor cuando
todos se quitaban la ropa.
(Todo el mundo está haciendo cola.
Para cuando logras desabrochar un botón o abrir una cremallera,
algunos bordes se
cierran más rápido de lo que los abriste.)
Nada nuevo en el frente norte.
(Nadie quiere hablar con la chica
del frente occidental.
Tengo bloques podridos sobre mi piel.
Tiemblo frente a ti y lo único que
puede calentarme es la sangre que
dejaste en
mis labios.)
Tengo cuerdas por todo mi cuerpo.
A través de todos mis vasos sanguíneos.
Tengo agujeros por todo mi cuerpo:
por las balas que derramaste sobre mi pecho,
por los insectos que se metieron debajo
de mi piel para que pudieras besarme más fácilmente.
Nada nuevo en el frente oriental...
Dejaste mi corazón donde lo encontraste.
Entre dos balas que no sabían si
dispararme a mí o al niño que estaba a mi lado.
Toda esta guerra ha sido borrada de las fotografías,
pero todavía la veo cuando vienes
y cierras mis ojos.


PARÁLISIS  EN  AUSENCIA  DE  LUZ 

Quiero que todo este dolor que siento me paralice.
En algún lugar, en una casa modesta en el campo.
En algún lugar donde nadie pueda encontrarme
y solo estemos yo y mi cuerpo paralizado
calentado por
las alfombras de la cocina.
En algún lugar donde las únicas personas que
pueden tocarme son los auriculares pegados a mi estómago.
(La música mata las mariposas que
una vez sentí por esta vida.)
Quiero que mi abuela me traiga un té de
manzanilla y un disco de vinilo con las mejores canciones
de los 80
Quiero que los médicos decidan mi destino
basándose en los posos del café
(Tengo recuerdos grabados en mis huesos; por eso
me canso incluso cuando estoy quieta.)
Me pregunto si alguno de mis antepasados ​​
sintió lo que yo siento ahora.
Y si lograron escapar de todo
ese dolor con la ayuda del agua sobrecalentada
y la tierra golpeada por sus manos.
Me pregunto si habrá otra chica como yo,
paralizada por el dolor en una modesta
casa de campo,
pidiendo a las polillas que adivinen su pasado en las cartas del tarot.
Necesito un corazón mucho más cálido
para inundar mi cuerpo con toda esta luz.
El niño que llevo dentro necesita un respiro.
Para dibujar la casita-cuadrado con sus
dos ventanas donde poder ver la vida
perfecta,
tal como la quería,
inundada del desinfectante de la luz, que
sé que nunca volveré a sentirlo.


*La jovencísima poeta rumana  Adela Şulea,  nació el 30 de diciembre de 2008 en Iași y cursa el 11.º grado en el Colegio Nacional "Petru Rareș" de Suceava del condado del mismo nombre. Según sus propias confesiones, comenzó a escribir a los 12 años. En los últimos dos años, ganó nada menos que siete distinciones literarias, incluyendo dos grandes premios nacionales -- totalmente merecidos, digo, porque Adela Șulea escribe excepcionalmente bien para su edad, demostrando una madurez asombrosa, no solo poética, sino también humana. Su debut editorial tuvo lugar en agosto de este año en la revista literaria electrónica "Planeta Babel". También colabora con el Centro Cultural "Bucovina" y el Teatro "Matei Vișniec" en Suceava y participa en las reuniones de varios cenáculos en el país o más allá de las fronteras. Su trayectoria hasta la fecha se completa con su participación en los festivales "Poezia e la Bistrița"/ "La poesía está en Bistrița" y FILIT Iași. Al preguntarle cómo llegó a la poesía, Adela respondió: «Creo que siempre he tenido la necesidad de escribir y transmitir un mensaje a la gente a través de las letras. He vivido en este universo desde niña, porque he estado en el escenario desde los cinco años, y desde entonces ni la poesía ni el teatro me han abandonado».

viernes, 21 de noviembre de 2025

"Guardián de las calles" cuento de Escrito por Hernando Diaz



Es una fría y oscura noche, las luces de la ciudad parpadean como estrellas lejanas en medio de una luna llena que esta algo cubierta por las nubes. En una de sus calles, un perro de pelaje negro y blanco, con ojos inteligentes, camina en esta fría y solitaria noche. Su nombre es Beto, aunque pocos lo conocen. Este valiente perro había aprendido a sobrevivir en la jungla de cemento por bastante tiempo, buscando refugio y comida entre los desechos de la vida urbana.

Esta noche, el viento sonaba escandalosamente, y Beto se acurrucaba en un rincón resguardado de un edificio abandonado en el centro de la ciudad. Aun así, su instinto lo impulso a seguir adelante. Sus pasos son cautelosos, aventurándose sigilosamente por la acera helada, sus patas dejan frágiles huellas en la escarcha.

Mientras camina, el sonido de risas y música provenían de un bar cercano. Beto se detiene, su curiosidad se despierta por el bullicio del lugar. Se acerca a una puerta entreabierta y olfatea el aire, embriagándose de aromas de comida caliente acompañadas de risas y murmullos humanos. Sin pensarlo dos veces, cruzo este frágil umbral, sus patas resbalan ligeramente en este suelo pulido y cálido.

Ya dentro, Beto observa un grupo de amigos en una mesa cercana, y entre ellos, una mujer de ojos brillantes que lo ve. Ella le sonríe y le lanza un trozo de su hamburguesa de pollo. Beto, agradecido, no dudo en acercarse y disfrutar de tan anhelado manjar, un regalo inesperado para su paladar. La risa de aquella mujer resonó en su corazón, y por un momento, se sintió parte de algo más grande e importante.

Sin embargo, la música que los acompañaba empezó a disminuir, haciendo que todas las personas en el lugar notaran su presencia. Un hombre alto y delgado se acercó, con una mirada severa la tensión entre ellos era evidente. Beto decide retroceder lentamente. Mientras esto sucedía, aquella mujer lo observa con tristeza, como si de alguna forma entendiera su frágil destino. Sin querer causar problemas, el perro sale del lugar y se adentra nuevamente a esta fría y desolada noche.

Beto continuo su camino por aquellas inseguras calles, sintiendo como la soledad lo acompañaba cada vez más. Pero esa breve conexión con aquella mujer lo llena de esperanza. Su corazón late con fuerza mientras piensa en todas las posibilidades que aún le pueden quedar. Tal vez, algún día, Beto encontraría un cálido hogar donde el amor y la calidez fueran por siempre.

Aquel perro levanta su cabeza, mirando maravillado las luces titilantes de esta fría ciudad. Con determinación, sigue caminando, sabiendo que, aunque la noche es realmente fría y solitaria, siempre encontraría un rayo de esperanza esperando por el en algún lugar de esta ciudad.


*Hernando Diaz B. Nació  en la ciudad de Bogotá, Colombia. Desde muy joven, mostró una pasión por las letras y la narración de historias, especialmente por el género de cómic. En su niñez, empezó a escribir cuentos cortos que provenían de su imaginación o experiencias personales, las cuales compartía con sus amigos más cercanos. A lo largo de su carrera académica, su pasión por los cómics lo llevó a crear su personaje Euri, el cual tuvo bastantes publicaciones en su ciudad Bogotá. Un hecho que lo impulsó significativamente en su camino como escritor.

En el año 2023, Hernando publicó su primera participación antológica junto a talentosos escritores locales con la obra "Lo que callan tus sueños" con editorial ITA. De igual manera, fue jurado en la beca de circulación de agentes literarios en 2025. En este mismo año, Hernando Diaz B publicó una novela corta llamada "Extinción", Ecos de un Legado Olvidado. Una novela de ciencia ficción en donde pone el tema de la familia como eje fundamental en la historia. 

Actualmente, se encuentra trabajando en una obra de 20 relatos llamada "Laberintos Mentales", y el nuevo número de obra "Euri", en los cuales explora temas de identidad y pertenencia en un mundo cada vez más tecnológico.

jueves, 20 de noviembre de 2025

"Señalamiento" poemas de Mateo Vásquez Grajales


Cauca profundo/2
Mi agua es silenciosa. Los muertos me arrullan.
 
Señalamiento
En las paredes del pueblo hay un listado. Veo que mi nombre sigue ahí. Yo, que ahora soy una sombra.
 
Desamparados
¿Dios nos dio la espalda?, te pregunté, abuelo. Respondiste que no con la boca llena de tierra.

 
*Mateo Vásquez Grajales nació en Medellín, Colombia, en el 2001. Participó en el 34° Festival Internacional de Poesía de Medellín (2024), y fue el ganador del Concurso de poesía inédita en la Categoría Abierta Nacional, celebrado por el XXIV Festival Internacional de Poesía de Cali (2024).