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martes, 1 de abril de 2025

"The flower thief" poemas de Shree Ganguly


THE FLOWER THIEF


‘In our family the women never die unless they are killed.’ 

 

She sits quietly on the backyard fence, defiant. Feet Dangling through eternity, stars spangled around us. 

It is quiet now unlike mornings- real quiet. 

Hawkers, vendors, crows, cats, dogs, people 

The colour of the sun is different here, whiter, fiercer, heavier.  

It emanates a low sound,  

A sort of growl that holds you back from thinking or feeling or seeing.  

Perhaps it's this numbness of sunshine that we are gifted with 

Here. 

Perhaps it's this that keeps us alive;  

Alive and numb.  

Alive and blinded with light. 

Numbing.  

For how else can one live? 

 

In our family the women never die unless they are killed. 

 

She repeats as if she’s singing a song. 

It's the strangest thing to say it out loud over and over again. 

Grating, even. 

 

For stealing flowers at midnight. For jumping the fence. For being untamed. For being disobedient

 

But from the corner of my eye I can see her smiling, her head bowed down as if in awe;  

she steals a glance now and again at my feet, crimson painted nails like dripping blood.  

On her feet there are scabs and wounds, thorns, dried grass,  

Soil and leaves and ash. 

On her lap flowers lie dying a slow fragrant death. 

Night flowers  

 

Her face is pure,  

Dark and unblemished like the night sky… 

What an unusual face, 

Born out of the soil 

Her voice -like the soft humming of insects. 

Her fingers will sprout roots pointing upwards at the sky.  

For a girl like this can never be bound  

To the earth or to the soil. 

 

Did your husband have a weapon? 

 

He had a gun, I think. 

Some people in the village have guns. 

 

Shadows on the back wall form like the teeth of a tiger  

 

Have you seen this gun? 

 

No, but he talked about it.  

I could not let him kill me for stealing flowers, so I ran away. 

 

It's not safe for you to loiter about at night  

You are not a child anymore. 

 

But flowers wilt in the morning heat, the sun is not good for such delicate things

 

From inside the house someone shouts her name out loud;  

It startles her 

She leaps out of the fence like some nocturnal animal. 

A known thief around these parts. 

 

Everytime I go back 

I think of her 

…The girl with eyes like stars. 

My servants daughter,  

Married of at thirteen 

Runaway at sixteen 

I- ‘the insomniac’ 

And she-’the night-flower thief.’ 


She, who never came back from the village again after she was sent back. 

 

And I… 

Every Morning I find dead flowers on the pavement, Strewn like a broken necklace. Pungent, delicate. 

  

Gently I pick them up so that they can live 

Somewhere safe,  

We only feel the urge to protect  

The things that we want to hurt the most. 



LA LADRONA DE FLORES

"En nuestra familia, las mujeres nunca mueren a menos que las maten."


Se sienta en silencio sobre la cerca del patio trasero, desafiante.
Los pies colgando en la eternidad, estrellas centelleando a nuestro alrededor.
Ahora todo está en calma, distinto a las mañanas—un silencio real.
Vendedores, pregoneros, cuervos, gatos, perros, gente...
El color del sol aquí es diferente, más blanco, más fiero, más pesado.
Emite un sonido bajo,
una especie de gruñido que te impide pensar, sentir o ver.
Quizás es este adormecimiento del sol lo que nos es dado
aquí.
Quizás es esto lo que nos mantiene vivas;
vivas y entumecidas.
Vivas y cegadas por la luz.
Insensibles.
Porque, ¿de qué otra forma se puede vivir?

"En nuestra familia, las mujeres nunca mueren a menos que las maten."

Lo repite como si cantara una canción.
Es lo más extraño decirlo en voz alta una y otra vez.
Irritante, incluso.

Por robar flores a medianoche. 
Por saltar la cerca.
Por ser indómita.
Por ser desobediente.


Pero, por el rabillo del ojo, la veo sonreír,
Su cabeza inclinada, como si estuviera maravillada;
roba miradas a mis pies, uñas pintadas de carmesí, como sangre goteando.
En sus pies hay costras y heridas, espinas, hierba seca,
tierra y hojas y ceniza.
En su regazo, las flores yacen muriendo una lenta muerte perfumada.
Flores nocturnas.

Su rostro es puro,
oscuro e inmaculado como el cielo nocturno…
Qué rostro tan inusual,
nacido de la tierra.
Su voz, como el suave zumbido de los insectos.
Sus dedos echarán raíces, apuntando hacia el cielo.
Porque una chica como ella nunca podrá ser atada
a la tierra o al suelo.

—¿Tu esposo tenía un arma?

—Tenía una pistola, creo.
Algunas personas en el pueblo tienen pistolas.

Las sombras en la pared trasera se forman como los dientes de un tigre.

—¿Has visto esa pistola?

—No, pero hablaba de ella.
No podía dejar que me matara por robar flores, así que huí.

—No es seguro que andes por ahí de noche.
Ya no eres una niña.

—Pero las flores se marchitan con el calor de la mañana,
el sol no es bueno para cosas tan delicadas.

Desde dentro de la casa, alguien grita su nombre en voz alta;
ella se sobresalta.
Salta la cerca como un animal nocturno.
Una ladrona conocida en estos lugares.

Cada vez que regreso,
pienso en ella...
La chica con ojos como estrellas.
La hija de mis sirvientes,
casada a los trece,
huyendo a los dieciséis.
Yo—"la insomne",
Y ella—"la ladrona de flores nocturnas".

Ella, que nunca regresó del pueblo después de que la enviaron de vuelta.

Y yo...
Cada mañana encuentro flores muertas en la acera,
esparcidas como un collar roto.
Penetrantes, delicadas.

Con cuidado, las recojo para que puedan vivir
en algún lugar seguro.

Solo sentimos el impulso de proteger
las cosas que más queremos lastimar.


Traducción al español: Johanna Carvajal Arboleda 

*Shree Ganguly (Calcuta, India) Es una artista india - británica de performance, poeta y narradora que ha presentado su poesía en prestigiosos escenarios del Reino Unido como el Royal Albert Hall, el Harrogate Theatre y la Leeds Trinity University. Ha sido publicada en numerosas antologías; uno de sus relatos, The stolen night - La noche robada (publicado en Grit: Nuevos relatos de escritores de Yorkshire), ha recibido excelentes críticas. Completó su maestría en Literatura Comparada y actualmente reside en la ciudad de Leeds, Inglaterra.

Sus temas combinan mitos y folclore, los cuales recrea en un contexto psicológico. Los paisajes agrestes de Yorkshire y los lugares salvajes y desolados que recorrió en la India forman parte esencial de los mundos que le gusta crear.

lunes, 31 de marzo de 2025

"Elogio de la lentitud" poemas de Alejandro Vega Carvajal


Elogio de la lentitud

Ante sus ojos, maestros, mi desnudez ilógica
como una Alicia en el espejo.
Gramática de epidermis
como un juego de palabras.
Una Genoveva Alcocer, zurcidora de alpargatas.
Cribar la arena,
otear por el vacío del tamiz,
exhumar distancias entre oquedades.
Así,
ancestros, entregan su cofre.
Con lengua transparente,
éstas, mis arrugas sobre escritas,
y prosodia de truenos y zig zags.
En el ojo, el policéfalo cedro y el dilema trashumante:
¡Geografía semi incierta y verosímil!
Lo inclino,
entre sombrías distancias el rayo de luz.
Lo elevo,
como mis arrugas, una escritura posterior
en el empíreo antiguo.
Palabras de piel y mi ancestral multitud,
reescrituras de una visión primigenia.
Este cuerpo viajero, palimpsesto del camino.


Ella, elegía

Efigie de la tristeza,
un canto doloroso se vislumbra
en el iris de sus labios
y en el rictus de sus ojos.
En su pecho, un par de exilios
braman un espíritu voluptuoso.
El reclamo maternal
a tientas se acerca al cuerpo del hijo.
Con palabras intenta restituir células,
con recuerdos, pálpitos.
Con un lenguaje de salivas, lágrimas, nudos y eufemismos
implanta un nuevo cuerpo de retazos de familia.
A su imagen y semejanza, el hijo recobrado,
al contrario de un moderno Prometeo,
es más nombre que acciones,
es más palabra que hueso.
¿No es ya el fuego de la vida una corriente galvánica que insufla la carne,
sino un rio de imágenes mentales que en el rigor de la boca
y en la angustia de la mirada encuentran su objetivo último?
Iridiscentes, iris y rictus, en la saliva y en la lágrima
reverberan su último brillo en un lenguaje,
de pasado corpóreo,
que no logra explicar la ausencia del presente.


Mi fruta predilecta

Para Yéssica
Como la piña eres mi alimento.
Como la piña te corono.
Te la quito.
Te pelo. Te la pelo.
Pélame, tú también.
Más te muerdo,
te succiono.
Calmas mi sed
y zambullo mis dientes
en la proximidad jugosa de tus aristas.
Esta actitud mía de acercarme más y más a tu corazón.
Se me dibuja en la boca una geografía de tus angustias y dolores
—tan similares a mis
trashumancias—.
Más me acerco a tu interior,
más se raja mi lengua,
sedienta del zumo fructífero
de tus diálogos más húmedos.

*Alejandro Vega Carvajal. Nació en 1987. Estudioso de la filología y, especialmente, de todo lo relacionado a la literatura. Su interés por los géneros lo ha llevado a experimentar con novela, cuento, poesía, dramaturgia y lo que venga después. Entre sus obras se destacan la antología de cuentos Aproximaciones a una salida en falso y otras lejanías, la novela La corriente, el guion dramatúrgico ¡Esto no es un Picasso! y el poemario Elogio de la lentitud. También está construyendo el centro cultural CerroPanela y es amante de recorrer lugares naturales en moto.

viernes, 28 de marzo de 2025

"Tu vida puede cambiar" cuento de Patricia Yolanda Villalba Pérez


Me llamo, Livia, soy una mujer bella y sensual, de tez blanca, con ojos verdaderamente hermosos; además, tengo unas piernas torneadas.

Desde pequeña sufrí malos tratos por parte de mi padre, regaños y golpes, eso me hacía sentir desorientada y muy desubicada, deseosa de desafanarme del hogar paterno. Todo lo toleraba, pues soñaba con la llegada de un hombre y me salvaría, llevándome con él.

Desde pequeña, tuve muchos enamorados. Un día cualquiera, por la tarde, los rayos del sol alumbraron una silueta de un hombre alto y fornido. Al escuchar su voz, me generó sentimientos inimaginables. Conocí a Enrique, siendo muy joven me casé con él, esperando con anhelo tener la vida que había soñado junto a mi príncipe azul, en ese momento supe que era la persona que tanto esperaba

Enamorada de él, decidí ser la mejor mujer, la mejor madre y la esposa ideal, sin embargo, la vida no fue como la soñé. Me lleve una terrible decepción, él era un hombre que aún acataba las reglas de sus padres y su vida giraba alrededor de su familia y no de la nuestra, tristemente sus hijos y yo, pasamos a segundo plano. Con el alma decaída seguí luchando, me esforzaba por sacar adelante mi matrimonio, yo era incapaz de poner un alto

A pesar de que fui educada a regaños y golpes, antes de casarme solía ser alegre, me gustaban las fiestas, cantar, disfrutar la vida, ya casada

aunque estuviera triste, iba a donde me llevara mi esposo y mostraba siempre buena cara, pero por desgracia mi alegría se fue acabando poco a poco. Mi rostro era opaco, no tenía luz ni ganas de vivir, me preguntaba ¿por qué? Enrique siempre me decía “te ves gorda, te ves fea”, y me lo creía, me sentía fea, gorda, absurda y lo peor sentía que no valía nada, por eso callaba y cuando me enteraba que él me era infiel, no le decía ni una palabra, no quería perderlo, pensaba que él era el único que me querría, a su manera, pero me quería, y me desolaba pensar, haría yo sola.

Tuve tres hijos, un motivo más para no dejarlo, y seguir luchando, pasaban los años y vivía para mi familia, siempre estaba pendiente de atenderlos en todo, e inclusive también para mis suegros. No me agradecían nunca lo que hacía por ellos. Los llevaba al médico. Les daba sus medicinas, hacia la comida, dejaba y recogía a mis hijos en la escuela, llevaba y recogía a mi esposo en su trabajo, vendía ropa para tener un poco de dinero, y eso eran todos mis días, una total y desolada monotonía.

Un día en compañía de mi suegra, asolada recogí a mis hijos en la escuela y cuando íbamos de camino a recoger a mi esposo al trabajo, dos de ellos iban peleando. Mi suegra les gritaba, que dejaran de pelear, también empezó a decirme que era una tonta por tener unos hijos tan groseros, se le iba la boca con palabras altisonantes, me hizo enervar. Cuando entró mi esposo al auto su rostro iba con rictus de molestia, perturbado por el calor. Lo vi esperando un beso, que nunca me dio. Seguí conduciendo, pero cuando vi que le gritaba a los niños y ver que a su madre si volteo a darle un beso, paré el auto, incline mi cabeza

hacia abajo, respire, y levanté el rostro. Cuando vieron que paré, guardaron silencio y vi a mi familia por primera vez ponerme atención, les dije con voz alta: “ya basta”, esas dos pequeñas palabras hicieron sonar tan fuerte que algunas personas en la calle voltearon a verme, y continúe diciendo “ya basta, a partir de mañana no cuenten conmigo, tengo un dinero ahorrado, y me pondré a estudiar, mis hijos tendrán transporte escolar, tú, Enrique no sé cómo te vayas a ir a tu trabajo, tus papas van a recibir a los niños, pero yo ya no puedo más”. A partir de ese momento, cambio totalmente mi vida.

Pasaron cuatro años, termine mi carrera, me gradúe por promedio, era tanta mi sed de salir adelante, que me gradúe con honores. Enrique, al darse cuenta, de que no me dejaba vencer, y que cambie de ser una mujer sumisa a ser una mujer guerrera, ahora él me respeta, me admira y comprende; además, me ama, sé que mi vida se transformó, el día que decidí cambiar.


*Dra. Patricia Yolanda Villalba Pérez es una destacada abogada con una sólida formación académica, contando con una Maestría en Derecho General y un Doctorado en Derecho Penal. Sin embargo, es en su faceta como escritora y poeta donde ha logrado gran reconocimiento. Ha escrito varios libros, entre los que destacan "Que no te duela ser mujer""Dulce-amargo""Soñar con el corazón""Bendita tentación""La vida en cuento y poesía""Grito letal""Gildardo""También de dolor se escribe" y "Así es la vida". Además de su obra literaria, ha compuesto la canción "Gracias". Villalba Pérez también ha sido coautora de numerosas antologías, tales como "Letras para Chiapas""Al otro lado del sendero""Regalo de Navidad""Mil almas, mil obras" (publicada en Chile), "Mujeres ejemplares" (publicada en Perú), "Chiapa, es su nombre""Textiles del alma""Poesía encadenada""Ocuilapa barro y madera""Dibujamos las estrellas" (primera antología Internacional de la Institución América Madre filial Tuxtla), "Volverá la luz" (primera antología poética de la APECH), "Con tintes de amor y de nostalgia" (segunda antología Internacional de la Institución América Madre filial Tuxtla) y "Plegarias por la paz" (tercera antología Internacional de la Institución América Madre filial Tuxtla). Además de su producción literaria, la Dra. Villalba Pérez ha sido una activa integrante de diversas instituciones culturales y colectivos internacionales, tales como la Asociación de Poetas y Escritores Chiapanecos A.C., la Institución Cultural Internacional América Madre, filial Tuxtla Gutiérrez, el Colectivo Cultural “Décima Musa”, el Movimiento Ciudadano por la Cultura, el Colectivo Cultural Internacional Casa Eyam (con sede en Dublín, Irlanda), el Colectivo Cultural Internacional Mosaicos y Letras (con sede en Argentina), el Colectivo Cultural Internacional Grandes Poetas Iberoamericanos GPI, la Unión Hispanomundial de Escritores con sede en Taxco de Alarcón, Guerrero, y la Voz de Tus Escritos de Tucumán, Argentina. Con su vasta obra literaria y su incansable labor cultural, la Dra. Patricia Yolanda Villalba Pérez se ha consolidado como una figura clave en el ámbito literario, siendo un pilar fundamental de la literatura en Chiapas y a nivel internacional.

jueves, 27 de marzo de 2025

"Rostro infante 1" obras de Cristian Fernando Oliveros Murcia


Nombre: Paisaje 3
Medidas: 195 x 117 cm
Año 2024
Técnica: Relieve, hormigón sobre ladrillo



Nombre: Rostro infante 1
Técnica: Pastel seco sobre papel
Medidas: 60 cm x 40 cm
Año 2018



Nombre: Paisaje 4
Técnica: Relieve, hormigón sobre ladrillo
Medidas: 195 x 117 cm
Año: 2024



Nombre: Nostalgia
Técnica: Pastel sobre papel
Medidas: 50 cm x 70 cm
Año 2017



Nombre: Paisaje 1
Técnica: Escultura y alto relieve, hormigón sobre ladrillo
Medidas: 317 cm x 200 cm x 140 cm
Año: 2024



Nombre: N.N.
Técnica: Pastel seco sobre papel
Dimensiones: 70 cm x 50 cm
Año 2022




Nombre: Yegua
Técnica: Relieve, hormigón sobre ladrillo
Dimensiones: 210 x 170 cm
Año 2024



Nombre: Gato
Dimensiones: 90 cm x 60 cm
Año 2024
Técnica: Pastel seco sobre papel



*Cristian Fernando Oliveros Murcia, artista plástico y escultor de nacionalidad colombiana, tiene 36 años en la actualidad y cuenta con formación académica en psicología. Promovió talleres psicopedagógicos que vinculan el arte con cine-foros, actividades recreativas, dibujo y teatro, fomentando la reflexividad y abordando temas como la violencia, el consumo temprano de sustancias nocivas y la sexualidad, trabajando con una población mixta. Los talleres se realizaron en un espacio de prácticas universitarias en 2017, en el Colegio Restrepo Millán. En psicología social, formó parte del semillero de investigación subjetividades indígenas, junto a un equipo interdisciplinario, de 2012 a 2018, realizando investigación sociocultural con comunidades indígenas en situación de desplazamiento, radicadas en Bogotá, aplicando una escucha activa de las problemáticas psicosociales que enfrenta la comunidad de estudio, así como apoyo y seguimiento a procesos de integración sociocultural.

Exhibió su obra junto a un colectivo de artistas en la Casa de la Cultura de Soacha, Cundinamarca, a través de la organización Artlike, en 2018, con temática libre. También formó parte del grupo de artistas que expuso en el Centro Comercial El Retiro en 2019, igualmente con temática libre. Cabe añadir que gran parte de su vida la ha dedicado a trabajar en cocinas, lo que también le ha permitido enriquecer su trabajo artístico en ese campo. En la actualidad, realiza de manera independiente retratos en técnicas como pintura y dibujo a pedido, y también trabajos de escultura para interiores y exteriores.

miércoles, 26 de marzo de 2025

"El azar y el caos" poemas de Norma Minniti


El azar y el caos


Hay un instante en que el albedrío
se embriaga de promesas,
anhelos de libertad
del humano animal
que no se sabe presa.
Hay un aferrarse al dogma
en pos de trascendencia.
Creer que elegimos,
en la endeble búsqueda,
en la sumisa espera.
Hay un espíritu que se quebranta.
Sendero cuesta arriba,
sendero-encrucijada. 
La lucidez es una gota 
en el mar de lo incierto.
Terrible resignación:
son el azar y el caos
quienes arrojan los dados.


Refugio

En la mano que enjuga el mar de lágrimas,
esa misma que se ofrece
y sostiene con firmeza
para atravesar el más endeble puente,
el de la incertidumbre humana,
en los brazos que sujetan al cuerpo doliente,
esos, del abrazo contenedor, 
del abrazo que abraza con el calor de las brasas,
en la mansedumbre de una mirada,
-mirada que no pregunta,
porque, avezada en observar,
tiene las respuestas dadas-  
en la palabra que alienta,
lealtad y pasión
por la defensa acérrima de una justa causa.
Ahí, solo ahí, se construye el bunker,
el refugio antibalas,
la madriguera cálida
y no hay kriptonita tan fuerte
que no deje amanecer a la esperanza.


Apariencia

Es aparente la debilidad de la hoja
y tan grande es su poder
que tiene la potestad de atrapar la luz
y escribir las páginas de la vida.
Del verde en todas sus gamas,
de las formas más exquisitas,
es la bella de mil matices
que regala la existencia misma.
Un sol endiosado encandila,
gigante mal venerado,
cuya luz sería fuego 
sin la hoja y su prodigio.


*Norma Minniti. Argentina, Bibliotecaria profesional. Escribe poesía y narrativa para niños y adultos. Integra más de 70 antologías nacionales e internacionales de entidades públicas, Universidades, Centros Culturales. Ha obtenido premios y menciones por sus trabajos. 

martes, 25 de marzo de 2025

"Entre sombras y recuerdos: Una reflexión nostálgica sobre el fin de la existencia" por Jober Rocha


En el ocaso de la vida, cuando las sombras se alargan como arrugas en la piel del tiempo, la proximidad de la muerte se convierte en un espectro no deseado, pero inevitable.

Es como si los recuerdos, hasta entonces custodiados con el celo de tesoros preciosos, comenzaran a emerger de lo más profundo de la mente, formando un mosaico de colores descoloridos y suaves melodías.

En estos momentos es imposible no perderse en la inmensidad del pasado, como si cada recuerdo fuera una estrella titilante en el firmamento de la existencia.

En la oscuridad previa al último viaje, es común sentir la presencia silenciosa de la muerte flotando en el aire, como un susurro inaudible, pero que resuena en el alma de cada uno de nosotros a punto de partir.

Los sonidos de lo cotidiano se agudizan, cada risa, cada suspiro, una sinfonía que resuena como la despedida de una estación que se despide para siempre.

Es en ese momento cuando los recuerdos cobran una importancia trascendental, convirtiéndose en faros que iluminan el camino oscuro que se extiende frente a nosotros.

La nostalgia, en este contexto, es como un delicado velo que cubre la realidad, suavizando los bordes afilados de la finitud existencial.

Recordamos los días en los que éramos jóvenes y el tiempo parecía extenderse hasta el infinito, un camino sin curvas, sin límites.

Las risas resuenan como un eco lejano, recuerdos de amores que parecían eternos, pero se disolvieron como polvo en el viento del destino.

Las lágrimas de antaño, ahora transformadas en perlas preciosas, dan testimonio de la intensidad de la experiencia de estar vivo.

Al contemplar la proximidad de la muerte, nos vemos llevados a revisitar lugares que sólo viven en la memoria. El viejo parque donde los niños corrían despreocupados, las calles estrechas que presenciaron el florecimiento de amistades y las noches estrelladas que acunaron sueños y esperanzas.

Cada calle, cada rincón, lleva consigo el polvo de los años, testimonio mudo del inexorable paso del tiempo.

Es interesante observar cómo la nostalgia, en estos momentos, no se trata sólo de los acontecimientos grandiosos, sino también de los detalles simples que componen el tapiz de la vida.

El aroma del café por la mañana, el sonido de la lluvia golpeando suavemente la ventana, la sensación del sol acariciando tu piel. Son momentos fugaces que, acumulados, se convierten en la materia prima de nuestros recuerdos más preciados.

A medida que nos acercamos a la muerte, también confrontamos las decisiones que tomamos a lo largo del viaje. Los caminos no tomados, los amores perdidos, los sueños postergados.

Cada decisión, como pequeñas piezas de un rompecabezas, moldeó el curso de nuestras vidas. Y en el crepúsculo, nos preguntamos si lo que construimos fue suficiente, si realmente dejamos una huella indeleble en el vasto libro del universo.

Sin embargo, incluso ante el inminente final, hay una belleza melancólica en la nostalgia. Es como si la muerte, al acercarse, nos permitiera apreciar plenamente lo efímero de la existencia. Las lágrimas de despedida se convierten en la tinta que colorea la obra de arte final de una vida bien vivida.

Así, entre sombras y recuerdos, en la proximidad de la muerte, encontramos una oportunidad única para celebrar lo que fuimos en vida, lo que somos y lo que pudimos haber sido.

Es como si, en el acto final, la vida nos concediera la gracia de contemplar el espectáculo de la existencia con ojos renovados, recordándonos que, al final, todos somos pasajeros temporales en este efímero escenario teatral llamado vida.


*Jober Rocha, economista, M.S e Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid, Espanha. Escritor con algunos premios recibidos en concursos literarios en Brasil y en el extranjero.