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miércoles, 16 de abril de 2025

"La resistencia más fuerte del mundo" microrrelatos de Carlos Andrés Romero López


INSUFI-CIENCIA

Bernardo Ríos, cardiólogo de profesión, quedó paralizado cuando abrió el pecho de su paciente. No recordaba cuántas cirugías de corazón tenía en su record, ni haber manifestado asombro durante estos procedimientos; la medicina, además de enseñarle a usar el escalpelo y magnificar sus habilidades diagnósticas, había desarrollado en él una indiferencia de sabio estoico. Cortar el cuerpo humano le resultaba tan cotidiano como desgajar mandarinas al desayuno: una operación que requería sólo el concurso de la razón.

En el quirófano, sin embargo, la exigencia de salvar esta vida sobrepasó el sentido común; aparentemente, el hombre estaba sano: la sangre circulaba sin dificultad y los vasos coronarios cumplían su función. Pese a ello, lo estaban perdiendo. El doctor Ríos había decidido realizar la intervención porque era evidente que algo sucedía, además los exámenes previos sugirieron que el dolor agudo tendría origen en una posible inflamación del pericardio. Desacertada interpretación.

La conmoción fue significativa. El enfermo sufría, sí, aunque la causa de su padecimiento permanecía oculta. “¿Qué era?”, preguntaba desesperado el médico apoyándose en dos enfermeras que le sostenían de sus brazos, al tiempo que secaban un copioso y frío sudor, preámbulo de lo inevitable. Nada podía hacer ante la inefable fatalidad de ese ser postrado e indefenso que se negaba a vivir. La compasión que nunca tuvo, brotó de sus ojos. Frustrado, reconoció su ciencia incapaz de restaurar un corazón roto por el amor.


LA BOTELLA DE PERFUME FINO

¿Por qué te escondés allí atrás, si sos la más hermosa? El rumor de tantos cristales rodeándote resulta escandaloso, pero es la voz de su ignorancia respaldando una falsa imposición (las francesas, por ejemplo, sólo disfrazan el mal olor). Vos, en cambio, tenés una apariencia de sinceridad que sobrepasa tus pequeñas dimensiones. ¿Sobre quién esparcirás tu indescifrable verdad?


LA DESPEDIDA

Me quedan tres días de vida, quizá cuatro. Ayer escuché a Juliana hablando por teléfono sobre mi muerte y confieso que, aunque nostálgica, había en su voz un desconcertante tono de satisfacción.

Mi sorpresa aumentó cuando dijo: “¡por fin acabaré con él!”. No sólo moriría, sino que ¡ella misma terminaría conmigo! ¿Olvidó que yo estaba en la habitación contigua? Finalizada su charla, se acercó.

Tomó mi cuerpo entre sus manos y repitió como acostumbraba algo que yo mismo le iba diciendo, asustado ante las que serían mis últimas palabras. Al principio, nuestra relación fue dichosa; ahora representaba una dolorosa tortura, pues el tiempo corría en contra mía.

Llegado el cuarto día, poco tenía ya para decir. Tan sólo le mostré la pirotecnia que allá en Orán desplegaron, celebrando el fin de la peste. Seguidamente, concluyó ahogándome contra su pecho. Entonces lloró, puesto que, si bien podría observarme siempre en su estudio, lo mejor de ambos quedaría vivo en el recuerdo.


LA RESISTENCIA MÁS FUERTE DEL MUNDO

Vos querés que nada diga, para no espantarte el color de la piel. ¿Acaso esperás conservarte por siempre inmaculada? Preferir quedarte blanca antes de ver a uno de mis pensamientos sobre esa extensión tuya, muda e insoportable… me impacientás, sin duda, bajo el insufrible silencio que casi siempre lográs imponer. ¡Basta ya! Justo en este momento, estoy declarando victoria anticipada.


SOBERBIA

Despachando desde su consultorio, el médico se limita a encasillar su paciente en un cuadro de diagnóstico. Reconoce síntomas, receta medicamentos. Si las dolencias persisten, ordena el chequeo correspondiente que revelará su causa. Seguidamente, recomendará el tratamiento apropiado, sea que su consultante tenga oportunidad de vivir o sólo con el ánimo de prolongar sus días hasta que se desencadene lo inevitable. En este último caso, pronunciará sentencia su ingenua potestad: “tiene usted tres meses de vida”.


VENGANZA

Cuando muera, si mis órganos sirven, quiero que pasen al cuerpo de mi enemigo para que se vea obligado a vivir conmigo.


*Carlos Andrés Romero López (seudónimo: Umberto Marhe). Santiago de Cali, 1975. Reside actualmente en Elche (España). Licenciado en filosofía por la Universidad del Valle (Cali, Colombia). Caminar en contra de la multitud, una de sus mayores aficiones. Escribir, su forma de existir y persistir.

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