La canción del no retorno
Vengo desde el olvido,
traigo los pies desnudos,
las manos vacías
y el sabor a derrota en mis palabras.
No encontré a nadie, a nada,
las sombras de lo perdido
fueron devoradas sin misericordia
en sus labios ajenos de remordimientos.
No había nadie pidiendo retorno.
nadie me detenía,
nadie alumbró mis pupilas,
ni susurraba al oído que dijera su nombre.
No pude descubrir vestigios
de a quién o cuantos abandoné en sus tierras,
se convirtió en un cementerio sin lapidas,
muertos sin nombres habitantes de la nada
donde mis pasos musitan sus voces,
el hastío asigna rostros al azar.
Yo mismo soy un inquilino de sus panteones
que me dejo a pedazos en cada viaje.
Al final alguien retornara por mí,
alguien que no recuerde donde me quedé
y nunca vuelva a visitarme
y si lo hace, tal vez no escuche
cuando le susurre al oído mi nombre.
La paradoja del relojero
Abrir el corazón del reloj,
determinar su muerte temporal,
tener entre los dedos
el relámpago que le devolverá la vida.
Saber que el tiempo se quedó dormido
en las comisuras de sus manecillas
a espera del relojero.
Un minuto en las manos del artesano
y el tiempo se persigue a sí mismo
dejando atrás su propia muerte.
El relojero queda nuevamente solo,
las herramientas buscan cama
entre los retazos de segundos acribillados
en la pila de relojes inservibles.
Él, como un reloj descompuesto,
espera en su viejo taller del tiempo
a que un nuevo reloj sin vida
lo despierte de su muerte temporal.
Espectadores
Parece que el silencio
nunca titubeo en nuestras pupilas
cuando lo vimos anidar
en los desafortunados ojos
sobrevivientes a la masacre.
Parece que el temblor
no hizo réplica en nuestros brazos
mientras ascendía vertiginoso
por las angustiosas manos, que, de los ríos,
robaban al olvido un cuerpo sin nombre.
Parece que nuestros pasos
nunca cantaron al unísono
la presurosa tragedia de dejarlo todo
a cambio de la vida.
Tal parece que no habitamos este país,
que somos espectadores
en este reallity show de miseria
y cuando el asco de la realidad nos abruma
buscamos la fantasía en otro canal.
*Ancízar Arana Cruz, nacido en Santiago de Cali y radicado en la ciudad de Palmira - Colombia. Sus primeras inquietudes literarias fueron durante los años de colegio en donde escribió el poemario inédito “Sueños en esencia de mujer”, posteriormente publicó en el año 2000 el libro “Un sueño lleno de poesía”. Sus poemas han sido publicados en varias ocasiones en la revista de la Fundación Plenilunio de Cali; ha participado en encuentros internacionales de poesía en Ecuador, Perú y Argentina, así como en diferentes encuentros de poesía nacionales e internacionales realizados en Colombia. En el año 2018 recibió la distinción “Libro de Oro” de la Casa del Poeta Peruano sucursal Juliaca, al ganar el primer puesto del séptimo concurso de poesía que realiza esta institución en conmemoración de sus 30 años de creación, con su libro “Vocación de barro”, el cual fue publicado en noviembre de 2019 por Ancla ediciones, sello personal de publicaciones con el cual ha publicado revistas poéticas del personal de interno de la penitenciaría donde labora y de diferentes poetas locales.
- ha sido jurado del festival y concurso de poesía escolar Madre Gabriela del San Martin en varias ocasiones
- publico la antología poética “vuelo de palmas” 2020 como memoria del primer festival de Poesía de Palmira con 39 poetas de 15 países.
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