Poema en Penúltima Revisión
Hay un corazón necio y polvoriento que te espera
que venía desde el tiempo dando tumbos y sin quejas
no reclamaba nada y vivía por entregas
Hasta que tú llegaste insomne y le cerraste
por dentro y con llave su deshilachada puerta.
Hay un corazón necio y humeante que golpea
reclama estar más allá de la razón y las apuestas
se cansó de esgrimir los argumentos viles
que usa Woody Allen en sus películas inciertas.
Él deambula como sin sueño por las veredas
y revuelve ciertas cosas, se mete en otras fiestas
mira de soslayo las penitentes miserias
se resiste ebrio de pudor y se molesta
cuando le provoca y de verdad no puede
voltear de una patada las discordantes mesas.
Hay un corazón necio y titilante que te ruega
Restaura su ritmo de pandereta tierna
Negocia su rescate, devuélvelo a sus trincheras
A luchar con tu fulgor y restaurar lo que niega.
Panfleto para romper
Ya yo había cometido la impertinencia de soñarla
ciertamente mucho antes
de ver ese lenguaje tan llano
tan basto (y tan vasto) de Baines . . .
No sé dónde cómo cuándo
empezaron a extrañarla mis manos
Sólo puedo afirmarle
usted es más que una barra en penumbras
es más que una cerveza pura
es más que una tarde lluviosa sin frenos. . .
Es algo tan, pero tan más
que voy a necesitar otra película
para atreverme a escribirlo
KURAKAY en la radio
a Javier Fernández
In memoriam
La princesa llegó a la radio
acompañada de un rumor blanco de tempestades,
de la irreparable espuma de los truenos
y un falso olor a sol oscuro.
Vino precedida de un ángel discreto
que era su amante tumultuoso.
Quería conocer unas cajas mágicas
de las que había escuchado hablar en la Sierra
bajo la noche retraída
cuando se alinean las estrellas
y se endulza la tierra de pájaros.
Vino con la sal de los sueños
a flor de labios,
con la sonrisa de los amaneceres,
con la brisa sin angustias de la dignidad,
con la libertad tatuada en el pelo
en forma de guayabos dulces.
Imprecó con su nombre al poeta sabio
que pretendía encerrarla en ortografías,
Ordenó parar la última rama del cabimo
que sobrevive la desidia de los burócratas,
Borró la tristeza de la ribera del lago,
que se la pasa viendo las espaldas innumerables
de los pueblos indiferentes
anotadores de imágenes sigilosas.
Se colocó solemne al micrófono
y ordenó a las ondas hertzianas
que se alinearan al ritmo de sus deseos.
Emitió un suspiro inquietante
que puso a temblar a las viejas cabrias y guacos.
Ordenó el rastro de banalidades
que van dejando otras radios insomnes
radios que son ojos que resplandecen y acechan.
Colocó al alba de lado, y giró
en una danza sublime que puso a bailar
a los oyentes y usuarios y a los últimos dinosaurios
ocultos en los sueños enredados de las Peonías.
Se rió al saber que su voz
se escuchaba más allá del amanecer,
más allá de los pedazos de pan en el olvido.
Se fue de la radio y nos dejó
un reguero de luceros con aroma de esperanzas.
Nos dejó un beso con sabor de mil bocas
y una de ellas calló nuestra memoria.
No la volvimos a ver,
hasta que a punta de fuego la invocó
su ángel silencioso, sombra de la muerte,
su amante insaciable.
*Andrés Enrique Rojas Rivas (El Morro de Puerto Santo, Estado Sucre, Venezuela - 1961) Oficiante, pescador, profesor, poeta y pinto. Nacido en un pueblo de pescadores del Oriente Venezolano. Transcurre allí mismo, su infancia, tranquila y feliz como sólo puede ser feliz un niño cuyo patio de juegos es “la mar”; así en femenino porque para los hijos del oriente venezolano, la mar es la madre total, que alimenta, arrulla, da sosiego, escucha penas y lamentos y guarda mil secretos. En 1978 ingresa al Pedagógico de Maturín a estudiar Física (¿quién dijo que ciencia y arte no son las dos caras de la misma moneda?)…En esta etapa cursa la asignatura Artes Visuales y de la mano del profesor Efraín Villarroel, gran muralista formado en México, adquiere sus conocimientos de las técnicas para dibujar y pintar. Allí también se contacta con la Literatura, en un tímido acercamiento a la Literatura Venezolana en los Cuentos Grotescos de José Rafael Pocaterra. Culmina estudios en Diciembre de 1982 y vuelve al Morro donde permanece 7 meses como pescador “de ribera”. En 1983 se muda al estado Zulia. Ese mismo año inicia su trabajo como docente en varias instituciones de Educación Media de la COL. En 1987 ingresa a las escuelas de la industria petrolera, desempeñándose en varios cargos en las escuelas de oriente y occidente. También fue profesor invitado del Postgrado de la UNERMB. Desde los años 90 y por su ya arraigado hábito de lector, aborda la escritura creativa, publicando varios textos en antologías tales como Papeles, Tizas y Poemas (UNERMB,1998). En 2013 publica su primer poemario Piel de Página. Desde 2004 crea e impulsa su editorial artesanal NOVILUNIO, publicando hasta ahora unos 30 títulos, donde han visto la luz poemas y cuentos de autores inéditos. En 2019 edita y publica su segundo poemario “El Manual de los desacuerdos”. Una forma de no abandonar lo que considera su mayor acto de Libertad: La Poesía.
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