Esta mañana al abrir mi pagina en una red social virtual, encontré la vieja frase que dice buenos días, buenas tardes o buenas noches a todos los que suelen consultarla en cualquier momento: - ¿En qué estás pensando?
Me preguntaba yo cuántas novelas podría escribir un escritor exitoso y competente, si pudiera descubrir lo que esta red también quiere saber sobre los usuarios.
Imagino, incluso, que detrás de esta simple y inocente pregunta puede haber todo un equipo de escritores desempleados, sentados en alguna sala en la empresa, mirando las pantallas de sus computadoras en sintonía con todos los países en el mundo, con la esperanza de que, al menos, una persona esté interesada en responder a esta pregunta que han hecho.
Creo que estos escritores pasan los días y las noches fumando y tomando café, esperando con los ojos fijos en la pantalla alguien que esté dispuesto a decirles lo que está pensando y luego, al momento siguiente, en acceder a contarles lo que piensan .
No conozco a una sola persona que, en toda su vida, haya respondido a esta pregunta formulada en la pantalla por la red social mencionada.
Sin embargo, si la pregunta aún sigue en la página de cada uno de nosotros, tiene que tener su uso y ser de utilidad.
Me pregunto si eso no fue algo "pensado" por psicólogos y personal del servicio secreto, tratando de recolectar informes de posibles terroristas desatentos y mal entrenados que, al ver el mensaje y movidos por la ira contra el gobierno y las autoridades, pronto responderían:
- ¡Matar al presidente!
- ¡Poner explosivos en el metro!
- ¡Lanzar veneno en las aguas que abastecen a la ciudad!
Si este no es el verdadero motivo, no puedo estar de acuerdo con otro. ¿Por qué desean saber en qué estoy pensando?
¿Podrían ser religiosos radicales interesados en saber si tenemos más vicios que virtudes?
¿Alguna organización vinculada al espionaje industrial-militar intentando obtener de algún internauta, desprevenido, los planos de un nuevo acelerador de partículas atómicas, esperando que responda a la pregunta formulada divulgando los planes e ideas que tiene en la cabeza en ese preciso momento?
¿Miembros de partidos políticos, esperando que confesemos en quién tenemos la intención de votar en las próximas elecciones, ya que el nombre de nuestro candidato no se nos sale de la cabeza?
¿No habría ese mensaje allí, subrepticiamente, sido insertado por su cónyuge o novio (a), especialista en informática (algo que tu nunca llegó a sospechar, o darse cuenta), dispuesto a comprobar si tiene otro (a) ?
Mira que hay tantas posibilidades que, para cualquier internauta cauteloso, y con alguna sombra dudosa en el pasado o en el presente, es incluso temeroso pensar en responder a la notoria pregunta.
Sin embargo, siendo escritor por vocación, tengo una verdadera curiosidad por saber qué pasa por la mente de los internautas. Cuántos cuentos, novelas y romances yo podría escribir todos los días, en base a lo que pasa por la mente de tanta gente.
Cuántos dramas para hacer envidiar al “Derecho a nacer”, cuántas novelas más eróticas que “El diario de una prostituta”; cuántos libros de ciencia más complicados que la “Teoría de la Relatividad”, yo podría brindar a los lectores del mundo, todos los días de la semana.
Sin embargo, sería necesario que los internautas perdieran el miedo a decir lo que piensan .
Como en muchos países del Tercer Mundo, hoy en día, existen gobiernos dictatoriales camuflados de democracias, es natural que todos los internautas tengan miedo de exponer sus ideas; especialmente cuando conocen o sospechan de la existencia de censores al otro lado de la pantalla.
Esta pregunta que la red social virtual nos hace, se puede ver de inmediato, la hizo alguien que vive en un país del Primer Mundo, con libertad de expresión.
Sin embargo, olvidó que, con la llegada de Internet a todo el mundo, la pregunta que hacen se leería en lugares donde la regla general del buen vivir es escuchar y leer, pero nada hablar, comentar o escribir.
Quizás, en estos países, la pregunta podría reformularse y la información deseada podría extraerse indirectamente.
Tal vez podrían utilizar técnicas de ‘marketing’ modernas que hagan que los consumidores y votantes proporcionen información sobre productos y candidatos de su preferencia, frente a personas desconhecidas de las que jamás hayan visto en sus vidas.
Quizás podrían explorar la vanidad de los internautas, sus ambiciones, sus concupiscencias, sus religiosidades para que , finalmente , puedan confesar lo que están pensando al acceder a la red social virtual.
Mientras tanto sigo intentando encontrar algún tema interesante sobre el que escribir, para mantener los pocos lectores que todavía me siguen en las redes sociales...
*Jober Rocha, economista, M.S e Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid, Espanha. Escritor con algunos premios recibidos en concursos literarios en Brasil y en el extranjero.
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