La poesía para mí es la belleza presente en la existencia que se hace palabra para penetrarnos a cada uno a su manera y que crea universos posibles solo a través de ella.
Herencia
De mi padre heredé
su porte sencillo y digno,
el tono firme de su voz,
que tantas veces me negó
paraísos verdaderos y falsos,
el amor pobre de caricias
y de corazón pleno,
el desgaste de los intentos
de mostrarme el mundo
a través de sus ojos
para que ningún otro
-tonto como él-
me hiciera daño.
Me amo tanto y tan torpemente
sin poder saberlo,
a él también le entregaron
el libro de la vida
con todas las hojas en blanco.
Herencia ll
De mi padre vienen a hablarme
canciones con crucifijo
y otras donde confiesa su adoración
por la mujer que aún me trae al mundo.
Escucho el tarareo tímido de su voz
y veo su lágrima que asoma
orgullosa del tiempo
desde el rabo diminuto de su ojo derecho.
Hay noches en que me acurruco en la infancia
para buscar su mano
que cura mis dolores de panza o de ausencia.
Como él
tuerzo la boca cuando digo mentiras o me enojo
sufro de temblor de hambre
economizo
y cuido a esa hechicera de ojos claros y un hueso roto
por la que todavía canta mi padre.
Intento
No conozco el silencio
me rodea
lo acecho.
A veces
se come mis palabras
las que voy desechando por insulsas.
Le he dicho al silencio que escribo
y por eso me gusta conjugarlo:
yo silencio, vos silencio...
y lo hago mal
como el silencio mismo.
Él también sabe
de mi amor por los intentos.
Lo he dibujado antes
con palabras de sus sobras
se mira en mi reguero de símbolos
no se reconoce
pero todo lo permite
(o nada, que es igual).
Amanece otra vez
Y amaneció otra vez, quién lo creyera.
Me muero cada noche y la esperanza
renace con el sol como una lanza
clavándose en mi fe de pordiosera.
Y amaneció sin compasión siquiera.
¿Será una fantasía de venganza
que tira a lado y lado mi balanza
probando la bondad de mi madera?
El sol me desafía nuevamente
a seguir caminando con la frente
en alto aunque camine de rodillas.
Atada a su calor un dos de mayo
amanecí otra vez entre sus rayos
poniendo a ojos cerrados mis mejillas.
Espejo
Mirarme en un espejo de aguas turbias
me transformó en otro,
uno que me pedía
lo que le negué de niño
y cuando vio mis manos llenas
no lo quiso.
Ahora es fuerte y libre.
Y todas las que fui para salvarlo
han muerto.
*Helena Restrepo Vélez. Nacida y residente en Pereira, adoptada por Medellín durante muchos años. Médico y cirujano de la Universidad de Antioquia. Libros editados: Nacer de nuevo (poesía, 2014), Historia de un libro (relato autobiográfico, 2016), Eva se enamora de un fantasma (Poesía, 2018). Antologías internacionales: Tejedoras de luz (México, 2014), Retos poéticos (España, 2017), Ave Verbum (España, 2019).
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