Como poeta tengo el poder de convocar el tiempo, materializarlo, volverlo recuerdo, aroma, distancia, unidad, pliegue. Lluvia. Es un quehacer que se asemeja al acto de nacer, donde la creación es la esencia misma. Es dar luz a aquello que se esconde entre las sombras de diferentes realidades, es abrir llagas al descubrir y descubrirnos. Siendo la forma más antigua de la comunicación sobrevive y vive en toda forma de expresión. La poesía no se elige, es una manera de estar en el mundo e ir definiendo ese mundo de manera personal. La propia materia viva del lenguaje es la que elige un lugar, una vocal, una sílaba, una frase en uno. La poesía se asemeja al trabajo de fundir metales, en este caso son las palabras, las ideas que se funden y se transforman
en otros signos, en otros significados lingüísticos, donde se escogen las palabras a los actos de fuerza, a las desafiantes razones de lo intuido a los siempre decepcionantes enfrentamientos con la obviedad y a los significados de la costumbre. En la poesía mi mayor logro es cuando puedo traspasar los limites de la razón y de la obviedad. Al crear poesía voy indagando mi lugar en el mundo para descubrir, descubrirme y descubrirnos. Es una forma de recuperar la memoria y obligarnos a trabajar las palabras para que la lluvia caiga mientras nace el poema. En la poesía se descubren caminos en el vacío que es siempre, ahí es donde viene la satisfacción poética, la elección no elegida del que oye voces y escribe entre la oscuridad y el silencio
El sabor a las cáscaras del viento
El comedor abandonado a la caoba y a la lluvia
duran con el olor colgando de la guanábana.
Retrocedo a la raíz de mi lengua
que suena como un caracol en el borde
de las sillas abandonadas a la hora del almuerzo
del árbol de olores de la cocina
del vapor del sancocho
que se impregna en las sombras
del comedor de recuerdos recostados
en una puerta que ya no existe
en el borde de la ausencia como sábana extendida
sobre los muebles de caoba
recogiendo polvo en cada movimiento del viento.
Entra la lluvia en la pared
de la casa en la Borja que gira en torno
al movimiento de hojas en trenzas
de la vieja pared en el patio raída
por manchas negras de la humedad
y me paso buscando alcanfores en las enredaderas hundidas
en un comedor abandonado
al silencio de la caoba.
De Colibries en el exilio,1997
El azar
El azar cuelga de un clavo en la puerta.
El viento es la sensación más oblicua
en un cuarto de ventanas cerradas.
El amor es horas sin sombra, párpados
de día, botones a la luz de una piedra.
Relojes sin manecillas, horas que no avanzan,
un clavo detrás de una puerta sin ventanas.
Es la pretina de un mirar sin ojos,
es incendiarse en el reflejo. Es un dobladillo
noble, de rumores inciertos. Son hilos
de diversos colores cosiendo instantes.
El amor es el ojal de la luna. El territorio
donde la luna entra a beber el agua
en un instante.
El rezo
Busco la memoria en la luna.
El humo del tabaco atrae
el hechizo de un rezo,
El rezo se desvanece.
Y la luna sella el amor.
De Meditar de sirenas, 2014
Sin fondo
en el ajedrez
las cosas son bautizadas con su nombre de pila
la sal es sal
el vino vino
el pan es el olor de tu partida
que se manifiesta en hilos de oxígeno
que se esparce en señales huecas
el nombre de las cosas
es lo único que da sentido al laberinto del caos
el salero, la copa
el cuchillo y el espacio entre tú y yo
una senda que se distiende en un bosque espeso de helechos
y mariposas blancas que vuelan
para nombrar las cosas por su silencio.
En un zaguán
la sangre es parte de una botella alquímica
y tú pestañeas
te perdí
porque siempre se pierde lo que se encuentra al azar
porque las distancias se vuelven grúas de algodón
y el azar juega con nosotros
de la misma manera
que los sueños nos confunden
y se alejan como lobos satisfechos
y tú pestañeas
te perdí porque nunca quise sostenerte
siento en los poros
el desamparo
del animal despierto.
De El tórax de tus ojos, 2018
El deseo
Las diosas traspasan las orillas
y convierten todo rito en hilos sagrados.
Las náyades nacen de la espuma rosa
en los cauces de los ríos.
Son las goteras de luna
que colman los troncos y los mordiscos
de las muchachas seráficas
de suaves caricias en la oreja.
Aguardan el augurio en las ranuras
de la mano en lagos, en fuentes de agua.
Se inventan cuevas húmedas
cubiertas de yedra borran las constelaciones
para recrearse frente a la orilla
del delirio de inquietudes peregrinas.
Corren hasta la aurora, hasta la cuenca del río
y en el regazo del musgo
por el celo del agua, poseedor del deseo
convierten sus sueños en un manantial de pájaros.
Buscan entre los mortales sorprender
a la criatura intacta.
Mientras la luz se arrodilla en el cauce del agua
y amanece en ese lugar que da nombre
a las náyades y a las Diosas prestadas.
Allí
El pájaro sabe que su trino
es la adivinanza de los presagios.
EN una rama llena de sabia
siente el latido de la sangre,
que se vuelve humo y horizonte a la vez.
Allí frente a la flor de sabia,
la hierba se menea sugerente frente al viento.
Allí su cuerpo se contornea
por el movimiento de la serpiente,
allí se siente hembra
porque la tierra jadea y gime.
El paraíso
El paraíso consta de raíces
que se enroscan en los corales del pecho.
El paraíso huele a menta y sabe a molusco.
El mar arroja a la cantera sagrada.
El paraíso yace en las plantas de los pies.
No hay adanes, ni evas, ni culebras, ni manzanas.
Los dioses andan al acecho.
El paraíso existe. No hay duda.
Ahora, sólo resta esquivar a los dioses,
y no aceptar costillas ajenas.
De Diosas prestadas, 2019
*Ivonne Gordon Carrera Andrade (Quito, Ecuador) Realizó su tesis doctoral sobre La femineidad como máscara. Un estudio de la obra poética de Gabriela Mistral. Es poeta, traductora, ensayista y ejerce como profesora titular de poesía y literatura latinoamericana en la U. de Redlands, EEUU. Ha publicado, Nuestrario (México, 1987); Bajo nuestra piel (México, 1989); Colibriíes en el exilio (Ecuador, 1997); Manzanilla del insomnio (Ecuador, 2003); Barro blasfemo (España, 2009); Meditar de sirenas (Suecia, 2013, 3era Ed. Chile, 2019); Danza inoportuna (2016); Ocurrencias del porvenir (Argentina, 2018); El tórax de tus ojos (España, 2018); Diosas prestadas (España, 2019); Casa de Agua (Estados Unidos, por salir). Como ensayista ha publicado en revistas académicas de gran divulgación internacional. Ha participado con su poesía en muchos festivales internacionales y es parte de muchas antologías a nivel internacional. Su obra ha sido estudiada por destacados académicos y se ha traducido al inglés, rumano, griego y polaco. Entre los galardones fue finalista del Premio Extraordinario Casa de las Américas por Colibríes en el exilio; Premio en poesía Jorge Carrera Andrade por Manzanilla del insomnio; Premio Internacional de Poesía Hespérides por Ocurrencias del porvenir; Finalista Premio Andrés Bello; Finalista del Premio Internacional de poesía Francisco de Aldana por Diosas prestadas; Premio de poesía Poeta en Nueva York, Ediciones Valparaíso por Casa de agua.
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