(Inspirado en el cosmos de Remedios Varo)
Elenco:
Amalia: La
Señora, de 65 años, más o menos.
La Rana: Niña de
8 años, sobrina de Amalia.
Zoila: Quien
hace el aseo y cocina la comida, mayor a los 40
La Periodista: La
Muerte, como mujer de edad indeterminada, muy de
Moda.
Coro: Grabaciones
de voces cantando o leyendo los textos, acompañadas
por una imagen proyectada en blanco
y negro.
Hay
un quinto personaje que no corresponde a un actor, este es:
M: Este es
el montaje mismo, el mecanismo, la maquinaria, el universo de la realidad escénica,
hasta más presente que los actores. Al fin, M es la mágia de lo que estamos
viendo.
Naturaleza muerta resucitada - Remedios Varo
|
Prólogo
M:
En la oscuridad aparece un hilo de luz. Se alarga, se bifurca, se fragmenta, se
une. Empieza a formar un ramaje, una red, un espiral, un remolino, y al fin una
telaraña que ondula en el viento. Se disuelven las líneas y quedan sólo los
puntos de intersección. Estos empiezan a girar y vemos una galaxia.
(Se escucha la voz
de la Señora.)
A:
La inaguantable plenitud. La inmensidad es una, sin horizontes.
M:
Uno de los puntos de luz se abre en una cenital y se ve la Señora.
A:
Decidir, en cambio, por la soledad, por habitar el escaparate de lo efímero.
M:
Se cierra la luz de la Señora. El disco de luces se voltea de lado y las luces
caen y rebotan como granizo.
(Se escucha la voz
de La Rana.)
R:
Así habla mi tía, como si tuviera puesto un sombrero de luz y nubes.
M:
Una de las bolas de granizo de luz se abre y vemos a La Rana sentada en el
escenario, jugando canicas.
R:
Yo soy La Rana. (Pausa.) Me dicen así
porque cuando nací, tenía los ojos a los dos lados de la cabeza, como un
renacuajo.
M:
A medida que sigue hablando, de cada una de las bolas de granizo brota y
empieza a extenderse un helecho.
R:
Aquí espero. Espero y desespero, como dice Zoila. Espero presenciar el fin del
mundo. Mi tía dice que estos son los últimos días. Y justamente hoy tendremos
visita. Porque resulta que ya mi tía se ha vuelto famosa, ya que, como dice
ella, ya no se usa.
(Entra Zoila
barriendo con una escoba.)
Zoila:
¡Bueno! ¡Bueno! Vuelve a tu cama, donde todavía estás soñando, que aquí me
estorbas. Ya tengo suficiente problema con todos estos gatos. (Mira desesperada a su alrededor.)
M:
La Rana se desaparece. La luz cambia. Las bolas de luz y sus helechos se desvanecen.
Son remplazados por un horizonte de luz de amanecer, donde las siluetas de los muebles
de una sala se ven como si fueren montañas y mesetas. Bajo ese fondo que se va
volviendo cada vez más azul, Zoila barre, estrega, trapea.
Zoila:
Una que es boba, y no sabe cómo decirles que no. Primero llega uno blanco, como
un mensajero de leche, como la luz de la luna, y se enrosca en un tazón y se
duerme. Yo, aquí sola, a esta hora, pienso ¿qué le hace?, que duerma y me haga
compañía. Cuando al rato van llegando otros dos a tomárselo del tazón, como si
fuera líquido y tibio. Sin darme cuenta ya hay diez, doce, quince. ¡Ay! Si la
Señora se entera, me echa de una. Decido que los voy a sacar de acá, pero cada
vez que me le acerco a uno, se convierte en otra cosa, en un jarrón, en un
helecho, en la luz que entra por la ventana. Vuelven la cocina una fábrica de
brincos. Se doblan sobre todos los ejes, se cuelgan de las mesas, de los
gabinetes, de los espaldares de las sillas…
I.
Voz
de La Rana: Y en ese momento ¡plop! me caigo de la cama. Abro los ojos, pero me
quedo quieta, con el cachete sobre el piso fresco.
M:
La Rana aparece, como si fuera una constelación, acostada sobre el cielo.
R:
En este momento apenas está amaneciendo afuera en el jardín.
M:
Las estrellas de la constelación se reconfiguran en otras cosas.
R:
Como si fuera un trompo, un azulejo rechoncho se asoma por el lado de una rama.
La realidad se produce en todas partes. La vida de los insectos. Las huellas de
alas de mariposas en el pantano. Los pájaros hipnotizan a las abejas,
haciéndolas creer que son muchachas que van al convento a tejer con sus
aguijones. Queda una abeja sola y perdida que rebota sobre el exterior de la
colmena. Así que uno ni se puede alejar ni se puede acercar a las cosas. Tiene
que siempre estar haciendo ambas cosas a la vez.
M:
Durante el parlamento siguiente, se ilumina la habitación de la Señora, y se
percibe el proceso en que La Señora despierta, emergiendo de un muro de su
pieza, primero sólo como un relieve, luego cuando toma dimensión, forma y
detalle, y al fin cuando logra separarse del todo del muro.
R:
Si no esperas lo inesperado, nunca lo encontrarás. Se empieza a mover la
tubería de la casa. Sustancias celestes por tubos de escape. Nubes y cortinas
de zumbidos en el jardín. Cada árbol es una torre que se resiste a tantos
caprichos. Una chicharra de betún batalla contra el paisaje de crayola. Siento
a mi tía revolotear dentro de la pequeña sala de su habitación. Alguien debería
abrir una ventana y dejarla salir, dejarla volar como un ángel dorado,
atravesando las alturas sobre la ciudad, en su ansiedad de deshacerse de su
pasado al momento preciso, ya que han llegado los últimos días.
A:
El oficio de vivir se renueva con despertar. Ensartar el demonio de lo diario,
del tener que… Crear nuevos espacios
con cada suspiro. El miedo del tiempo, de estar insatisfecha, de añorar lo que
nunca tuve. Recuperar el vehículo de pensar, el vehículo de imaginar, dos
agujas que tejen alas.
M:
Manos empiezan a asomarse y a aletear desde los cajones de los muebles.
A:
Mis aspiraciones al ser la pieza de una máquina que se cree libre. Un recuerdo
como una conexión luminosa. La ligadura al mundo. Empollar canciones para
vivir, dejar la sobrevivencia en cáscaras. Pero hay un hoy, y qué impaciencia
la de los umbrales.
(R entra la
habitación con un charol sobre el cual hay café y pan.)
M:
Ahora se ve Zoila en el patio colgando sábanas. Mientras que se escucha el
siguiente texto de la Señora, se ve sobre las sábanas las siluetas de gatos
alados que van pasando, jugando, cazando, brincando de una sábana a otra.
A:
El hogar es un vehículo, la burbuja encierra, el movimiento aleja. La intimidad
es una lejanía de objetos que se abren para crear distancia, más lejos que
interrumpir, siempre al horizonte de imponer, donde se pierden los intentos de
llegar a la dirección, de dar con el alambre que lleva al teléfono. La isla del
tapete de la sala tiene una playa infinita a su alrededor. La concentración es
casera…
Banqueros en acción - Remedios Varo |
II.
(Suena un timbre.
Zoila, recelosa, mira por encima de una sábana colgada.)
Z:
¡Siempre! Siempre tiene que ser cuando una está en mitad de otra cosa. ¡Ya voy!
(Pero aparece La
Rana y viene a proscenio. Deja entrar a una mujer desde el público. Es una
señorita/señora de edad indeterminado, vestida a la moda. La Rana se queda
quieta y asombrada mientras que la visitante la besa en las dos mejillas y
entra la casa mirando allá y acá como si la fuera a comprar.)
P:
Me están esperando. Soy periodista, soy editora. Vengo de la revista Tánatos, lo último en oscuro. Vine por
material para mi artículo en proceso (hace
las comillas con las manos) “El bosque de las luces: La anatomía emocional
de la mujer creadora”. (Mira La Rana,
quien la observa en silencio.) Pero no sé, soy un nido de nervios, de
sensaciones aladas. Soy un enjambre que no se halla, un movimiento continuo en
busca de una forma. Me visto con la
ansiedad por la abundancia, pero todo parece ondular hacia el caos.
M:
A suspira y aparece una sala. R entra la sala y P la sigue. A permanece en un
rincón, quizás dentro de un espejo, desapercibida.
A
(a si misma): Tras las barras de su
jaula, donde jadean los seres quemados: tiempo-espacio, tiempo- espacio. (Sonríe.) Un cacho de la luna quiere
estirarse hasta ensartar una estrella. ¡Qué gravedad!
R
(a P): Por favor se sienta. Mi tía ya
viene. En esa silla no, por favor, que en otro tiempo fue una señora
importante. Vino un día, y habló y habló hasta que todas nos quedamos dormidas.
Mi tía dice que despertamos en un sueño donde esa señora se había convertido en
un sillón. Así que por respeto…O, y tampoco muy cerca a esa mesa que muerde si
una se queja mucho. Ya ha picado a varios platos chillones.
P
(a R): Nunca se me ocurriría quejarme
aquí. Es como un pequeño escenario, o mejor, más fino, como la vitrina de un
almacén de juguetes antiguos.
A
(entra la sala, mira allá y acá. R sale.):
Anoche no se cobijaron los relojes y la hora se resfrió.
M:
Empieza la primera conversación entre la Señora y la Muerte. Cualquier cosa
puede ocurrir durante este diálogo, pero tiene que ser algo que realmente
ocurra, más allá de todo artificio.
P:
¿Sólo un resfrío?
A:
La luz es una puerta giratoria.
P:
Porque de repente nada sigue.
A:
La semillas de la granada se vuelven estrellas.
P:
Y aquí las llaves que abren cada una de ellas.
A:
Como la ciencia, como su proceso, hay un orden paralelo de la imaginación que
explora.
P:
Todo se atasca en los ganchos puntudos de la media luna.
A:
Sólo cuando la sorpresa esperaba en la oscuridad, sólo cuando el misterio se
abría una noche, sólo en esos momentos era posible diluir el desamparo como si
fuera neblina entre los árboles.
P:
Todo proceso lleva a un destino. Liberan y atan y liberan hasta deshacer lo que
sea.
A:
“Lo que sea” no camina bajo el sol y procesos sirven para trasladar. Plantas
crecen y atraviesan la ropa.
P:
Y ¿qué queda de esa tela?
A:
Para remendar hay que punzar, para dar forma hay que cortar. Todo ser se
recupera. Todo ser tiene su forma.
P:
Armo un reloj, le doy cuerda y espero que se le acabe.
A:
Gatos son helechos. Se han robado la luna. Los pájaros nacen del papel. Los
hilos que unen los seres a las estrellas convierten a todos en viajeros.
P:
Ideas nuevas por viejas para que sigan frescas, para que sigan vendiendo.
A:
Las raíces penetran los ladrillos y el vidrio.
P:
Todos los rostros son hechos de tijeras.
A:
Hasta el recuerdo del olor de un cabello es un vehículo.
P:
Todo galope desenfrenado, todo desequilibrio lleva a un umbral.
M:
Todo el fondo del escenario muestra una proyección gigantesca de una ola
detenida en el instante en que está a punto de caer.
C:
Tatarea el tejido del aire. Flores del vacío sobre la superficie del agua. Siempre
la misma intrusa en la intimidad de sombras. El estampado no se ha decidido si
permanece sobre la tela. Ella observa y apunta y apunta, pero la hoja permanece
en blanco. Un tejido efervescente como champaña se extiende. Sombras rebeldes,
sujetadas al techo con un alfiler. Estalactitas chismosas. Algo efímero pasa y
destiñe el cielo. Irradia la corona animal alrededor de la mancha humana.
(Aparecen Zoila y
la Rana en espacios diferentes.)
Z:
Ritmo de estregue, ritmo de cerdas. Esquina y rincón, frote y enjuague. Que se
rinda el patio, mugre de paso, pátina raspa, del piso la piel, sacarle el
diablo, a baldados y a brazo. ¡Sopapo y chancleta, que chille y se aleje, él
que se atreva a pisar!
R:
Casi ahogarse en la vastedad de la mañana a brincos, a saltos, mi reflejo es la
otra pierna que avanza cuando avanzo yo, da pisadas. Las fuentes incrustadas de
adorno y peso de un jardín que espera el chorro.
Z:
¿Cómo deshuesar un deseo? Recetas, recetas. Hay que cocinar con lo que no hay
tanto como con lo que hay, encontrar el equilibrio entre los ingredientes
presentes y los que no se incluyen. No me hables de la muerte, que llevo dos
semanas ya tratando de sacarla de la sala. Si logro darle almuerzo, quizás se
irá. Tocará bajar los frascos con las especias inusuales como “lluvia desde un
cielo azul” y “música aromática”. Pero nada en la cocina está de humor. La
piedra se las está tirando de pacifista, la máquina de moler se queja de
indigestión, y la carne se apapucha y no se deja levantar.
R:
Un mundo, hay que encontrar el hilo con que atravesarlo. ¿Con qué coser? ¿De
dónde sacarlo, por dónde andar, dónde se incorpora? Me asombra que más gente no
se enloquece, porque todo es así pero también es de otra manera. Hay sólo
fragmentos del jardín con color, media hoja aquí, sólo un ala de un pájaro
allá. Una ardilla con cabeza de serpiente huele el aire con la lengua. Este
jardín le parece desconocido. Hay que encontrar un escondijo transparente.
Z:
A veces, hay que perseguir una sazón por todos los sótanos y todas las cavernas
debajo de la casa, y siempre se puede escapar en el cruce de túneles, o
treparse por una raíz al aire libre. El espesor de una salsa se alcanza en lo
más alto de una torre. Trufas respiran mejor en el balde de un pozo. Sólo las
lagartijas que anidan en la hiedra son adecuadas para la sopa de setas. ¡Ay
Dios! ¿Qué servirle de entrada a la muerte?
M:
Ambas se desvanecen. Volvemos a la conversación de A y P. Parecen hechas de luz
y sombra, parecen seres vistas por un microscopio.
A:
Una huella llena de agua en la arena, también puede salir en busca de la noche.
P:
¿Quisieras ser una peregrina arqueológica sellada dentro alguna formación?
A:
Es hora ya de alejarnos de tus cardúmenes de candados. La luz misma revolotea
alrededor del rey de mariposas.
P:
Son gatos los que aletean en tus caprichos. Eres mucho más que solo dobleces ¿o
no?
A
(saca una peinilla): Solo una
vibración y los pájaros escuchan, el río y la savia entra en un encanto.
P:
Cuando las huidas se encuentran.
A:
Camino bajo los búhos, y me cuentan de las constelaciones geológicas que tienen
por dentro.
P:
Yo con mi caparazón tengo, pero tú buscas pretendientes construidos de ecos.
A:
No es asunto de ser permeable, es asunto de tejer capullos, acariciados por las
cuerdas de la luz, que luego brotan pájaros rojos.
P:
Si quieres, repasamos la cabeza que otro perdió en su momento doméstico.
A:
¿Cuál es la actitud de las plantas al quedarse en un lugar, al florecer?
P:
¿Piensas que al descubrir, viajas hacia ti misma? Esta casa es un traje que no
se deja quitar.
A:
La fuerza física del sonido construye la realidad.
C:
Un escarabajo se intenta entrometer. Pero sus hombros están cubiertos por
tormentas; bajo un abrigo de algas, se deleita en un río que pasa por los
recuerdos de un pez.
M:
La música se distorsiona bajo su carga de energía.
C:
Todas sus articulaciones tienen ruedas. Hilos desde estrellas se enredan en los
ejes.
(A y P ya
no se ven. Aparecen R y Z en sitios diferentes.)
R:
En el jardín, acá es allá. Respiramos música que vibra los filamentos que
conectan todas las cosas. Esa es nuestra complicidad. Silencio es el sabor que
nos deja la melancolía. El arco que traza el péndulo de la luna alcanzó a sonar
contra el cielo diurno hoy. Despertó los búhos en los árboles marinos de sus
sueños. Porque todo parece estar atado a algo en el jardín. Presencias emergen
desde la neblina de hojas. Cuando las direcciones desaparecen, levitar es de lo
más fácil. La costura donde se encuentran los reflejos para besarse. Los
círculos concéntricos producidos por estos besos llenan las rosas de pétalos
que sólo una espiritrompa filántropa puede romper. Lo efímero se vislumbra un
instante por el resplandor de su aleteo. Presencias, hasta ahora ocultas,
buscan texturas donde encontrarse.
Amanecen las abre-alas, y sus pliegues dejan que se filtre la luz. Un insecto
veloz recuerda el bosque al otro lado de la cerca. Científicos trazan el vector
que describe hacia un horizonte que sonroja bajo los cascos de un toro alado y
galopante. A un azulejo se le ha perdido su sombra y la busca en las dobleces
de unas escalas. Cae un rocío de murmullos. El caracoleo necesario para llegar
al centro del jardín produce pasajes y puentes que incitan chispeos en las
alturas. La huida destilada de los astros manda sus filamentos, cada vez más
insustanciales, a esbozar distancias. Un enjambre de banqueros pasa en busca de
deudores. La piel del mundo rajado está tatuada de inflorescencias. Un ramaje
de sensaciones sube desde la cabeza de un gato como la llama de una antorcha.
El coro de la cortina verde adorna la figura del grillo, la desdobla y la
extiende. Frondas se reúnen para volar. Nostalgia culebrea como un alambique.
Un ave se extravía en las vocales del bosque de bronquios. León, toro, pavo
real; o quizás sólo gatos y ardillas. Espigas llenas de capullos espinosos.
Asomarse es casi llegar. ¡Igual, el carrusel de filigrana sigue girando! ¿Si se
cae y se rompe en mil pedazos? Las hojas son las llamas de mi hogar idilírio.
Viene una lluvia para apagarlo. Sin su calor, solo seré otra lagartija de
tantas que se lanzan por paredes y pisos ajenos.
Z:
Solo un pizco de melena de nubes, y la superficie de la leche da a luz el sabor
a maternidad. La clara del sol y la última lágrima por el padre se cuelan a
través del mismo momento y en el mismo sitio se hierven para dar sustancia. Una
taza de sombra húmeda, clavos de acero, y la ingle de un antílope, con raspado
de recuerdo dulce encima. Solo así se llena esa barriga sin fondo.
M:
Ya estamos acostumbrados a estos cambios y volvemos a la Señora y la
Periodista. Se siente que la casa es tan grande o tan cerrada que estas dos
trazan un laberinto diferente que los patios de la Rana y piezas sin fin por donde
sacude Zoila, ya que el almuerzo está listo.
C:
Como tiemblan los gorriones cuando esa estrella silba. Esta música traslucida
arraiga la luna a la ventana, como si la ventana fuera una jaula. Pero luego la
luna aparece en un pocillo, y sobre el paisaje devastado florece un clavel.
P:
Entonces, ¿ahora qué? ¿Precisión en las fases?
A:
Voy a levitar, y luego me rebosaré, y no podrás hacer nada al respecto. Las
cosas son así, un cálculo que casi cuadra.
P:
Pero si ya no te contienes, todo esto tuyo terminará.
A:
Tú también quedas dentro de mi abrazo.
P:
Pero una vez desligada del tapete, de los corredores, de las sábanas, ya no me
darás el deleite de tu atención.
A:
No será la primera vez que alguien se te haya ido. Se está haciendo tarde.
P:
¿Tiene afán?
A:
Esto no es un romance.
P:
Después de tantas visiones, desaparecen planetas enteros. Me da risa insinuarlo,
pero me hará falta tu canto. Cambia todo cuando las escenas ya no germinan
vehículos y la luz deja de sonar y conectar.
A:
Te encanta escucharte a ti misma.
P:
Siempre doy el brindis.
A:
No estarás de acuerdo, pero esto lo termino yo. Me iré, pero no contigo.
P:
¿Con quién entonces? Desde cuando eras pequeña te llevo acompañando, desde tus
primeros vuelos, esos primeros peligros. Quédate aquí conmigo un rato más.
¿Para qué salir, si el tiempo es inhóspito?
A:
¡Este momento es para sentirlo!
(Apagón.)
M:
Cae una lluvia de maletas. Entra Zoila y las empieza a organizar. Entra la Rana
y se sienta en ellas.
Z:
Por mí no se preocupe. Yo termino de arreglar esto y me voy.
(Una de las
maletas salta de la pila y empieza a brincar como un gato por todo el
escenario.)
Z:
Yo me pego y me despego fácil, una pelusa sobre el aire. Pocos corotos, poca
carga encima.
(Zoila comienza a
perseguir a la maleta rebelde que ronronea como un gato y sigue desplazándose
por todo el escenario. Sentada sobre las otras maletas, la Rana la observa para
allá y para acá hasta que la maleta y Zoila desaparecen por un ala.)
(La Rana mira al
público por un momento en silencio.)
R:
El apocalipsis es una niña sola en camino a un sitio desconocido.
FIN
*Mario Angel Quintero, Hijo de padres colombianos, George
Mario Angel Quintero nace en 1964 en San Francisco, California, donde vive sus
primeros treinta años. Estudia literatura en la Universidad de California y es
becado en creación literaria en la Universidad de Stanford. Como George Angel,
publica poemas, prosas y ensayos en revistas literarias estadounidenses y
canadienses; también publica los libros en inglés: Globo (1996), The Fifth
Season (1996), y On the Voice (2016). Desde 1995 reside en Medellín, Colombia,
donde, bajo el nombre Mario Angel Quintero, publica los libros de poesía Mapa
de lo claro (1996), Muestra (1998), Tentenelaire (2006), El desvanecimiento del
alma en camino al limbo (2009), Keselazboga (2014), Mapa de las palabras (2014),
la materialidad (2020), y los libros de dramaturgia Cómo morir en un solar
ajeno (2009), La sabiduría de los limones (2013), y Calamidad Doméstica (2016).
Es fundador e integrante de los grupos musicales
Underflavour y Sell the Elephant. Es co-director y dramaturgo del grupo Párpado Teatro,
con quien ha llevado más de veinte obras a escena.
Es invitado a festivales
internacionales de poesía. Porciones
de su obra han sido traducidas al macedonio, portugués, sueco, croata, búlgaro,
francés, italiano, albanés y árabe. Este año, se publica en Italia un libro de
traducciones de sus poemas al italiano, Diventa l’albero (Samuele Editores,
2020), y en Croacia un libro de traducciones de sus poemas al Croata, Moje
svjetlo i druge pjesme (Druga priča, 2020).
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