Desvelos
paralizados
Mi cama es un rincón casi negro, concentro
todos mis intentos por querer despertar, pero hay oscuridad de nuevo, esto no
es un sueño.
La garra, aplasta mi débil cuerpo contra
sábanas de plomo, me ha cortado la voz y ha robado el movimiento de mi cuerpo
que no responde órdenes.
La garra tiene lengua, quiere sorberlo
todo, hasta arrancarme el cerebro, esto no es un sueño, mi cuerpo no palpita.
Grito, pero en este rincón casi negro
nadie escucha, todos son sordos y también ciegos.
Quiero despertar, pero esto no es un
sueño, me he quedado sin movimiento, no muevo mis piernas tampoco mis brazos,
la garra otra vez me ha cortado en pedazos.
El amor y su tristeza constante
En las horas más tristes, cuando la boca
calla y los ojos hablan lo que nadie más dice, cuando las miradas brillantes se
condensan en besos amorosos del alma y los labios cerrados, como adormecidos,
provocan destellos que caminan danzantes; en aquellas horas tristes, suelo
pensarte.
En las horas más tristes, descifro en mis
manos rayadas, la forma de sacar los pedazos que aún quedan de tu risa
quebrada; en aquellas horas tristes, te busco, ¡te busco!, y no encuentro
reparo para la locura maldita que me han dejado tus sangrantes labios.
Y en las horas aún más tristes, suelo
hallarte en mis venas, que corren tan rápido y hasta dan ganas de arrancarlas
de un solo tajo; en aquellas horas tristes, tan solo respiro, ¡respiro!, y espero
que la muerte con su manto negro, ya no tarde.
El viejo del bigote
Traigo el odio atorado, quisiera dar
patadas al aire, golpear su cara azul, pero no puedo; el imbécil solitario del
autobús me mira de nuevo.
Quiero masticar el humo de esta gran ciudad,
pero el imbécil solitario me ahoga con su mirada, una vez más.
Desearía dar sorbos al café con el que
pinto aquellos troncos añejos de los árboles casi extintos, pero el imbécil que
se ahogó vuelve a mirar de nuevo mis piernas de cartón.
Quiero correr una mañana amarilla,
sentarme a beber un jugo de mango artificial; pero aquel imbécil del café rasga
mis piernas de papel, moja con su lluvia mi vientre de fruta y me vuelvo
imbécil, tan imbécil como él.
Jóvenes
caníbales
Somos los
que nunca envejecen; la felicidad líquida nos abofetea y nos sumerge en las
sustancias de sonrisa artificial.
Somos los
cuerpos que sienten sed, porque una ballena mecánica se la tragó para
invertirla en cosas olvidadas y marchitas.
Somos los
de la piel curtida por efecto de una guerra a la cual no deseamos pertenecer:
el hambre.
Somos los
entes que pertenecen al fango, los de cerebro empobrecido, los que gritan por
libertad y justicia.
Somos los
desconocidos que caminan por parajes desiertos, con los ojos salados y el
sonido hueco de estómagos hambrientos.
Somos los
seres que pertenecen a una esfera azul que poco a poco muere, los que se
alimentan de sus estrellas, los que tragan la savia y el se…; somos nosotros
los jóvenes caníbales, indomables, inmortales, defectuosos.
¡Queremos
aire, agua, carne, llagas, sangre!
(Sin
título)
Lejos de aquí la mente es escabrosa y ha
creado monstruos sanguinarios; aquellos monstruos que se burlan de nuestra
carne débil; en esa distancia imaginaria escucho su carraspear, escucho
masticar los huesos, tragar el cuero, escupir lo pútrido.
Ahora siento sus uñas recorriéndome, me
desean; he jurado no permitir que me devoren, ya se han comido parte de mis
manos que escriben sin cansancio hasta sangrar, han roído la carne que las
cubre. Tan solo deseo escapar.
He huido de su niebla asesina, de sus
dientes de tiza; se acercan con su carraspear, muy tarde, soy rehén de
fantasmas que me arrastran a las sombras.
Hoy, he creado mis propios monstruos; me
mastican los tobillos para ya no huir, ahora soy la marioneta de sus brazos de
luto, por mi cuerpo de cartón caminan.
Hoy, he creado monstruos y con ellos he
firmado un pacto para devorar el mundo que me rodea.
*Dayely
Armijos, Saraguro, Loja, Ecuador. Nació en enero del 2001, en un pueblo rodeado
de naturaleza al sur de la patria ecuatoriana. Le encantan las películas, la
música y crear a partir de sus ideas diversos tipos de textos, pues la
escritura ha sido el vehículo principal para poder escapar de esta realidad que
en ocasiones ahoga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario