La poesía es el motivador
elemental, la fuerza que mantiene el mundo en equilibrio, ante la injusticia,
ante la forma abrumadora de la muerte, ante el encierro y la tortura del
silencio, ante las soledades de las sociedades, ante los dilemas, la poesía es
la voz que retumba y fortalece. Digo soy parte de la poética, de la piedra en
el aire que estalla contra la manipulación, la poética desentierra verdades y
prepara a los combatientes de la verdad para las nuevas épocas.
En un mundo sin Guerras
¡Traigan el Altavoz!
Para amordazados de miedo mi recuerdo de las madres
de Soacha.
Una mujer reclama a su hijo que desapareció una
mañana sin explicación.
Por las solitarias montañas de grava amarilla, se
ve al fondo la ciudad derrumbándose sobre sí misma.
En un lugar donde los perros son inmensos y la
gente camina de prisa, a bajar a la garganta de grava, donde el humo negro y
los sonidos infinitos se tragan a la gente, donde se ven los muchachos
desgarbados, sin zapatos, correr a sacar debajo de los puentes su alimento.
Donde el sol quema y las mujeres raspan las paredes para ilusionarse, para
vivir de algo, donde el olor de la quema de basura te hace llorar, después te
hace dar rabia, en contraste con un niño que sale con sus botas de caucho, una
gorra de dormilón y un busito azul de rayas.
Una mujer canta las historias de los muchachos
olvidados fueron más de 4.000 los que se silenciaron, noche tras noche, fueron
entrando en una lista.
Y unos empujaban a otros en la lista infinita
¿quién escribió esos nombres en el muro que no veremos?
Manos de ciego, manos de barro que es polvo, manos
de ciego, de sordo, voz perdida, manos que hubieran
servido para todo y sirvieron para esto.
Que todos lo grabaron en la roca infinita que no lo
olvidaremos, ni lo vengaremos.
Fueron 4.000 las almas inocentes, el diario publicó
notas frívolas de cosas que no le
interesan a nadie, le preguntó al asesino qué opinaba y el asesino contestó
igual
que a una vieja pregunta.
Pero el asesino no se dio cuenta de eso, ni
siquiera pensó que una abuela busca en todas partes a
su nieto que
venía de trabajar en la cantera.
Fueron 4.000 o más y salieron en los
periódicos vestidos de camuflado o en las estadísticas como
sucios trofeos.
La Elemental Fórmula
“Tengo en mis manos” dijo el de la boca como
manzana podrida. “la forma roja y cableada, la elemental fórmula para hacer
esqueletos radiantes”.
Tengo ese día de más, donde la gente puede volver a
gritar su nombre al mundo, un sonido seco, se reproduce en sonoras. Somos
testigos de una batalla en las arenas, donde la memoria de los hombres se
congela en las gélidas de lo innombrable.
¿Cómo hacer para olvidar el episodio de la gran
bomba?
¿Cómo hacer para respirar el extraño aroma de la
noche?
¿Cantar con los amigos a muchachas, a las que les
gusta más la música de las esferas?
Danzamos sobre el Asteroide
Una melodía te despierta. Sigues sostenida sobre
los ecos de tu cantante predilecto. Y cuando lloras, porque a él también le han
quitado los tanques de la vida, me preguntas ¿por qué nos creemos dioses sabios
del ocaso y lloramos ante nuestras miserias?
Cuando nos deja la bien ganada juventud, la mal
lograda alegría nos hace comprender que nada es nuestro, que todo somos, que
nada somos o que somos una burda imitación de los tiovivos; ellos no pueden
llevarte, ellos sí pueden llevarte a alguna parte, a algún rincón más verde,
más azul, más gris, más rojo.
Que un día hablando con las zanahorias que iban a
ser parte de mi ensalada, vi respirar al pepino verde que esperaba impaciente
sobre la mesa.
Que un día grité: ¡Ábrete en dos como las semillas!
no seas más esa piedra ambulante que cae contra otras rocas olvidadas, que no
seas más esa piedra ambulante que se parte en muchos pedazos olvidados, que no
seas más esa piedra.
Ayer dije que te amo, dije que te amo ayer que era
un día, que eran muchos días, que eran todos los días partidos como piedras
olvidadas. Ayer dije rojo atardecer, que era rojo atardecer como tus mejillas,
como tus sonrisas, como tú.
Una marcha arriba del techo
Nadie sabe de dónde viene la bomba envenenada, sólo
que la gente se confunde.
Transeúntes afanados, cruzan la avenida, hoy han
sacado al mercado un nuevo aire que te sofoca; con estos nuevos rostros, no
mirarás demasiado a tu lado, no te preocuparás por todo lo que pasa, han sabido
convertirnos en repetidores.
Entre los muros cercanos hay muchachos con balas
que atraviesan su pecho, en medio de los callejones hombres con las piernas
rotas.
¿Quién bailará esta noche?, ¿quién ayudará a
encender la hoguera de los preciados sonidos?
Y mientras la tradición camina a prisa sobre su
redondo reloj de mano, la gente libre, corre entre las habitaciones, entran
como tumultos moviendo todo a su paso, quebrando el cuadro de la útil memoria.
La noticia, el alta voz
Ya viene el helicóptero que mueve las camisas en
la terraza, esta
mañana temprano lo había visto pasar. Es fácil, baja la cabeza
y siéntate a escuchar los motores. Prometí un día, no señalaré nada, no diré
nada, pero
¿qué más da? si el sonido del sol al mediodía es sólo atemorizante ruido de las
hienas. Es
fácil, amaestrados
perros agudos se dan a la tarea de
brillar los logotipos de las noti -
televisoras, es
fácil. Ven a cantar conmigo esas viejas tonadas del solitario allá van las
jaurías quemándolo todo aparecen más rostros en
el humo espeso. Por eso te digo: Así
escribiendo en el humo, rayando el quejido de una
madre que
no entiende nada, es muy fácil.
(Horas después del escándalo por una de las últimas
masacres)
Veo a lo lejos un cubo negro, y
sobre el cubo un gran aviso donde dice:
Cin - Ema. La caverna.
Últimas Fresas salvajes
Por una ciudad desierta Isak Borg camina en lo
profundo del sueño, que es el deseo o una negra carroza anunciándose por la
boca-calle, es el silencio de un hombre solitario, Isak escucha los caballos
tratando de superar una lámpara que ya está apagada. Es un beso, nada más un
beso, Sara.
En el despertar arriba de la luz, se vive en la
muerte, estas son las últimas fresas para Isak, ya no recordará más a su mujer
que ha partido, ya no pensará más en el reloj sin manecillas de su padre,
despertar arriba de la luz donde resplandece el rostro de su madre. Sara
volverá, ella volverá para despedirlo, y no podrá entender ¿por qué ha dejado
una canasta de fresas sobre la mesa? En lo profundo del sueño, el reloj te
duerme Isak contra el goce profundo de la voz de las gemelas.
Sara, tus pasos que se van desvaneciendo, en lo
profundo del sueño Borg Isak que recuerdas pacientemente el juramento, en lo
profundo del despertar, Isak, sonido del reloj que te duerme y es sueño. Tú no
lo viste, tú no viste el final de tu vida, tú no viste caminar hacia atrás la
ciudad silenciosa, la ciudad solitaria, tú no viste a ese hombre volver a la
vida, tú no viste la carroza ir hacia atrás boca-calle, sonido del reloj,
despertar, Isak. - “Yo te quiero Mariane”, escríbeme.
Intervención poética sobre la película Fresas
Salvajes dirigida por Ingmar Bergman (1957)
*Rafael Urrea Soto. Manizales, Colombia. 1969. Ha publicado los libros: Palabras grises y otras cenizas 1990. Emperador Invisible, Poemas al Señor de
Tlaxcoco 2000. País de cintas
rojas 2004. El Caleidoscopio de
Venus - Poemas de Tránsfer Cinema 2020. Edición de Amazon y Los
Cuadernos del East Village, Manhattan.
Fundador y director de la
revista de poesía el gato naranja, noticiero poético para américa latina. Premio Ibermedia de Desarrollo de
largometrajes con Los Fusiles de
Bulgaria (El Tráfico del Miedo
otorgado por el Comité de Autoridades cinematográficas de Iberoamérica
2007
Co-Guionista con el
Director Colombiano Víctor Gaviria el largometraje LA MUJER DEL ANIMAL 2016. Miembro del grupo de Dirección,
coordinador de casting y Co-Guionista con el Director Colombiano Víctor Gaviria
en el largometraje SOSIEGO 2017
– 2020 para Igolai Producciones.
Director del Documental
El Imposible Azul, la Rumba Cubana del Central Park en Nueva York 2020
Entre 2013 y 2019 Dirige el Workshop y laboratorio de guión cinematográfico Hispanavista en
The Fantastic Experimental Latino Theater New York.
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