Busco
nombrar aquello que se escapa. El pasado que fluye en imágenes, una sensación,
un sonido o la luz y la sombra que aprecio en una obra de arte. Así, creo un
mundo interior y para ello tengo las palabras que a veces escapan o se quedan
fijadas en un poema. Y todo poema es la resistencia al silencio, al vacío de la
palabra misma, al olvido.
XVI
Vi derramar mucha
sangre.
Los sueños quedaron tendidos en el campo.
Nadie consoló las estrellas ni imploró el perdón.
Sólo una boca decía: “Muerte, Muerte”. Su escudo era su cobardía.
Más llegaron las palabras. Venidas de todas partes.
En la plaza avivaron el sueño, la alegría, la hermandad.
Vi un hombre levantarse de entre los muertos:
“Mereces lo que sueñas”. Dijo.
Y las estrellas cocieron la boca de aquel que decía: “Muerte, Muerte”.
Los sueños quedaron tendidos en el campo.
Nadie consoló las estrellas ni imploró el perdón.
Sólo una boca decía: “Muerte, Muerte”. Su escudo era su cobardía.
Más llegaron las palabras. Venidas de todas partes.
En la plaza avivaron el sueño, la alegría, la hermandad.
Vi un hombre levantarse de entre los muertos:
“Mereces lo que sueñas”. Dijo.
Y las estrellas cocieron la boca de aquel que decía: “Muerte, Muerte”.
VI
No vi nada. El fuego lo
lamió todo. Barcas, caseríos, palmeras.
Todos dejaron sus caseríos. Todos, me decía el viento, dejaron su ser en la arena que recogía su llanto.
Todos dejaron sus caseríos. Todos, me decía el viento, dejaron su ser en la arena que recogía su llanto.
Llegaron vencedores y
vencidos. Ascendieron como la bruma golpeada; bajaron triunfantes como la
lluvia.
En el valle las lágrimas
florecieron.
Flor de odio es lo que
ahora queda.
No vi nada. Todo fue muy
rápido. Tan rápido como un nacimiento.
Apenas recordaba el
agua.
IX
Así fue que nos
olvidamos.
El caballo bajó desde la
colina. Estaba lleno de luciérnagas.
Terminaste de deshojar
la flor de la noche.
¿Cómo fue posible?
La columna de humo
cubrió los campos.
¡Virtud la sombra!
¡Claridad nuestro nombre!
¡La noche pule la piedra
de pedernal con la estrella de los muertos!
De nuevo tus huesos
Despojados del olvido
Ver sangrar una palabra
Como la belleza propia de los geranios
Arrancas una sílaba
Del espejo negro de tus alondras
Columnas son tus huesos
Para tu sangre de corona luminosa
Frente al tiempo de la calma
La roja estepa de la carne y del agua
Se despoja del alba
Sin descanso hemos de sentir
La noche púrpura y su amanecer
Despojados del olvido
Ver sangrar una palabra
Como la belleza propia de los geranios
Arrancas una sílaba
Del espejo negro de tus alondras
Columnas son tus huesos
Para tu sangre de corona luminosa
Frente al tiempo de la calma
La roja estepa de la carne y del agua
Se despoja del alba
Sin descanso hemos de sentir
La noche púrpura y su amanecer
Mientras cortabas
estrellas para el agua
Las pavesas de mis ojos te hacían cercana
Te abracé como a un invierno triste
Como a la muerte cuando se llora
Y temblé en la estación más lejana de tu ser
Tu casa era palabra de la rosa
Silencio de una playa
Y de un mar que me contó sus historias
Escondí en mis venas tus olas y tu delirio
Las pavesas de mis ojos te hacían cercana
Te abracé como a un invierno triste
Como a la muerte cuando se llora
Y temblé en la estación más lejana de tu ser
Tu casa era palabra de la rosa
Silencio de una playa
Y de un mar que me contó sus historias
Escondí en mis venas tus olas y tu delirio
**
Tormenta
Como el caballo que no
se deja domar
el fuego resiste al viento
diminutos lirios cubren los ojos
del hechicero que prolonga su sueño
en el río
el bello flautista evoca las danzarinas
el agua se detiene en sus hombros
y el pájaro de aleluya festeja
los límites del cielo
pequeña estrella salvada de tu
destino
prófuga en el sueño de los hombres
repites tu furia interminable.
el fuego resiste al viento
diminutos lirios cubren los ojos
del hechicero que prolonga su sueño
en el río
el bello flautista evoca las danzarinas
el agua se detiene en sus hombros
y el pájaro de aleluya festeja
los límites del cielo
pequeña estrella salvada de tu
destino
prófuga en el sueño de los hombres
repites tu furia interminable.
*Juan Diego Tamayo nació en Medellín, en 1968. Cofundador del
Festival Internacional de Poesía de Medellín. Poemas suyos han sido publicados
en las revistas Prometeo, Imago, Punto Seguido, Misterio Eleusino, Isla de
Barataria (Argentina). Participó en el tercero y séptimo Festival Internacional
de Poesía de Medellín. Obtuvo el Tercer lugar en el concurso de poesía Castro
Saavedra (1994). Ha dictado numerosos talleres de apreciación poética y de
poesía contemporánea. Tiene como Tiene inéditos los libros de poesía: Palabra Espejo. Trazas
del Bosque. A una Ciudad. De Ceniza y Olvido. Los Elementos Perdidos y A
una Ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario