Masacre
De las víctimas
solo quedó la llave de sus casas.
Entonces, para
saber si allí estaban sus hijos,
cada familia tuvo
que probar, una a una,
las setenta llaves
halladas en los hornos crematorios, en las jaulas de los perros
y en el estanque,
ya seco, de los cocodrilos;
A ver si alguna de
ellas abría su puerta y ponía fin a la zozobra,
para dar inicio al horror.
A una madre
Yo tenía un hijo y
le pedía a dios que lo protegiera de la calle y los vicios
hasta un día que
vi, con estos ojos,
que la calle y los
vicios eran su verdadero hogar.
Los ríos
Tumbas líquidas.
El tiempo corre como
el agua, se evapora o riega
cuando la memoria no
es contada.
La historia de un
país en las vertientes
de inocentes
testigos de la infamia: Los ríos
y el sueño fatalmente
cumplido de quienes quisieron navegarlos.
Ni siquiera en
pesadillas hubo muertos como hojas cayendo en el caudal.
Fueron tantos, que
los peces creyeron que nos fuimos a vivir al agua.
*Altazor, Pamplona, norte de Santander. Actualmente vive
en Santa Elena, Antioquia. Escribe desde los quince años. Autor del libro “La
dicha de enmudecer”
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