Oda a mi tristeza
Pero
no,
No
soy culpable por el llanto que habita en mí
Ni
por las horas en silencio cuando el tiempo no pasa y el vacío crece,
Ni
tampoco por el miedo.
Adentro,
Hay
una calma que me agita la marea contra la desesperación,
Porque
cada día hay un veneno que me inunda las venas
Y
me corroe haciéndome creer feliz.
Pero
a ti, querida mía,
Que
me has acompañado desde la existencia
Y
vigilado la respiración aún cuando ya no tengo aliento;
A
ti, que has crecido como una semilla
Y
germinado como un árbol,
Formando
las raíces de mis pensamientos más voraces.
A
veces huyo asustada
Y
me abraza un desconsuelo aterrador porque no estás,
Porque
partes a un recoveco de la conciencia y te apartas,
Porque
quedas dormida entre días y semanas…
Pero al final
Siempre vuelves.
Permanencia
Átame,
átame el miedo de andar prófuga sobre este mundo,
De
ser un ser errante entre la multitud
Y
los rostros pálidos y efímeros que se cruzan por la mirada.
Átame
al presente desolador
Que
no quiero mirar hacia adelante.
Átame
las ganas de huir,
de
cerrar los ojos y carcomerme las entrañas.
Átame
antes del desastre,
Antes
de que me pierda
Y
la tristeza me arrastre.
Desazón
Duele
porque soy yo,
porque
nadie me mira, pero no quiero ser mirada.
Duele
porque no hay nada adentro,
pero
cuando miro no quiero mirarme.
Duele
porque la soledad me abraza
y
ambas palabras siempre van juntas.
Duele
porque el futuro es incierto
y
prefiero la permanencia.
Duele
porque el silencio es desgarrador,
pero
los gritos me aterran más.
Duele
porque la niña me mira decepcionada.
Duele
porque el viaje se volvió estancia
y
ya no quiero quedarme.
Duele
porque me miro y las manos están vacías.
Duele
porque me duelo.
Expiación
Cansada
del amor que se volvió veneno y analgésico.
Cansada
del amor tóxico que es ambivalente.
Cansada
del amor que nunca fue amor y se trasformó en odio.
Cansada
del amor lujurioso que se inmiscuye en la carne y la desgarra.
Cansada
del amor que siempre espera recompensa.
Pero
cansada del amor que no recibo,
del amor que nunca llegó.
*María Camila Bedoya, Colombiana. Estudiante de psicología, amante empedernida de los libros y la poesía,
escritora apasionada desde siempre, desde que pueda, desde que me nazca y desde
que sienta, loca por la astronomía, soy una fe de errata andando por el mundo.
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