Por Sol Astrid Giraldo E.
La artista Flor María Bouhot nace en 1949 en Bello. Cuando tiene 13 años se traslada a Puerto Berrío, donde debe atender un almacén que ha instalado allí su familia. Esta infancia y adolescencia, vividas en aquel lugar de paso, con altas temperaturas, colores intensos y otras normas morales, costumbres y personajes, marcarán desde entonces fuertemente su sensibilidad. “En Puerto Berrío –recuerda- se veía mucho color. Por ejemplo, el color del río, café, como sucio, el color de las camisas floreadas, de las coletas de las mujeres de la zona de tolerancia, de las cretonas, de los percales. O el de los almendros, con loritos y guacamayas y el de la tierra amarilla. Una cantidad de cosas maravillosas que se iban gestando ahí quietecitas, calladitas en el inconsciente”.
Nombre: Yamile con medias moradas
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 130 x 170 cms
Año:1991
Cuando regresa a Medellín a sus 18 años, estudia en Bellas Artes, donde toma clases con maestros del arte antioqueño como Emiro Botero y Eduardo Echeverri, quienes la introducen en la técnica de la acuarela y el género del paisaje de la tradición plástica local. Después continúa su formación en la recién creada Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, donde estudia el color con Álvaro Marín. Tiene por estos años un encuentro definitivo: “Al ir a Medellín, busqué ese mismo universo de colores que yo traía de Puerto Berrío y lo encontré en Guayaquil. Busqué la misma decadencia, el calor, el color, la muerte, la vida, la tristeza, la alegría, el hambre, la riqueza. El olor a aguacate podrido, a mango, a limón. Todo ello contrapuesto. Entonces empecé a pintar mi serie ‘Sinfonía de Guayaquil”.
Nombre: Pareja Oro
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 115 cms. x 168 cms
Año: 1987
Pero para hacerlo debe romper con la formación que había recibido. “El colorido que yo tenía en ese momento, como acuarelista, era muy frío –dice-. Estaba encasillada, limitada. Hasta que un día me dije: ¡qué va a ser esto lo mío! Y adiós”. Cambia entonces la acuarela por acrílicos, vinilos y óleos que le permitirán una paleta más agresiva y brillante -inspirada en los postimpresionistas franceses y los expresionistas alemanes- para ocuparse ahora de representar a los personajes excluidos de Medellín que nadie quería mirar: los locos, las prostitutas, los travestis: “He pintado locos. He pintado a las mujeres de la noche como luciérnagas en la oscuridad, con esos adornos brillantes que alumbraban la penumbra. He pintado los bares de Guayaquil y su encantadora danza de la vida y la muerte. Me excita el hilo de la navaja donde la vida está siempre al filo”.
Siguiendo estas búsquedas, a mediados de la década de los años 80, comienza una de sus series más conocidas, “Los amantes”. Allí se acerca descarnadamente a la sexualidad, como pocas veces lo ha hecho una artista en Colombia, y mucho menos una mujer: “Esta serie nació de ver el miedo que la gente tenía cuando pronunciaba la palabra “amantes”–dice-. Me dejó muy satisfecha, no sólo por el color, sino también por las formas y la agresividad del planteamiento”.
Nombre: Bastón de mando con Lagarto
Baston de Mando con Trigre
Baston de Mando con Tucán
Baston de Mando con Venado
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas:180 cms. x 40 cms Año: 2008
Aquí el contraste de los colores ya no habla solo de problemas plásticos, sino de reivindicaciones raciales. La posición de la mujer arriba y el hombre abajo, como suele representar a sus personajes, va más allá de un asunto de composición para convertirse en un comentario contestatario al sistema de los géneros. Hay otra transgresión: en uno de los periodos más cruentos de la guerra colombiana y su estela de violencia y muerte (finales de la década de los 80 y principios de los 90), estas obras son una afirmación radical del deseo como fuerza de vida y resistencia.
En otras series como “De panteras y mujeres”, “Instancias del éxtasis” y “Susurros negros para pájaros blancos”, le da lugar además a un nuevo tipo de mujer, empoderada, independiente, sexual, que apenas sí se había representado en el país. Al respecto dice la artista: “Pinto mujeres voluptuosas con colores voluptuosos. No tienen que ser prostitutas para que yo pueda y quiera pintarlas. Todas ellas son, eso sí, bastante desinhibidas. Me gusta que la mujer sea femenina, pero fuerte. Que marque reglas de juego claras. Que no dependa de ningún hombre para ‘guapiar’ la vida sola”. Las suyas son mujeres contemporáneas que toman decisiones sobre sus cuerpos, sus vidas y sus decisiones.
Nombre: Bodegón Méxicano
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 91.5 x 122 cms
Año: 2006
Otra de sus series emblemáticas es la del “Carnaval”, la cual inicia a mediados de la década de los 90. En ella, dice: “El carnaval exorciza la gravedad y rescata la levedad, lucha contra el tiempo con la lentitud del goce. Es el espacio del encuentro de una multiplicidad que va más allá de los códigos aceptados para cruzar el límite de lo impensado, de lo indescifrable”. Su carnaval no es ninguno en particular, aunque toma elementos “del de Barranquilla que sonríe y del de Río de Janeiro que ríe”, según su percepción.
Se trata de un espacio utópico donde sigue desarrollando su investigación sobre el delgado límite entre la vida y la muerte, la alegría y el drama, lo femenino y lo masculino, que había emprendido en otras series. A esto, se sumarán ahora las reflexiones sobre el mito y la historia, lo real y lo imaginario; lo humano, lo animal y lo vegetal. Es el carnaval americano en toda su expresión.
A partir del 2000, cuando llega a México, despliega de nuevo su capacidad cromática y su pasión por las texturas con otra de sus series más importantes: la de los “Bastones de mando”, que ella considera su obra “más espiritual”. En estos Bastones hay una reflexión sobre cada uno de los elementos naturales convocados (salamandras, jaguares, ranas, micos) como portadores de potencia y vida. Las conexiones míticas y poéticas entre animales y plantas sagradas, desde la fuerza regeneradora de la naturaleza, buscan oponerse a los excesos de una civilización en contravía de la vida.
"De la Serie de los Amantes"
Nombre: Se puso azul, azul.
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 100 x 150 cm.
Año: 2006
Desde mediados de la década de los 80, su obra se ha exhibido en galerías como La Oficina de Medellín y Skandia de Bogotá, entre muchas otras. Fue seleccionada en la V Bienal Americana de Artes Gráficas de Cali (1986), Nuevos Nombres del Banco de la República (1987) y participó en varios salones nacionales (1985, 1986, 1987,1988, 1990). Hicieron parte, además, de la muestra itinerante “Hecho en Medellín” (1988-1989), la cual recorrió durante un año y medio las más importantes ciudades de Estados Unidos, demostrando que en esta conflictiva época no todo era narcotráfico y muerte en la ciudad.
Además de Medellín, ciudad que abandonaría muy pronto, ha continuado su trabajo en Bogotá, donde vivió de 1990 hasta 2000, y en Guadalajara (México), donde reside en la actualidad y ha realizado exposiciones en TELEVISA y otros espacios y galerías. Su obra hace parte de la colección del Banco de la República, la colección del Museo de Antioquia, el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, el Proyecto Bachué (Bogotá) y de colecciones privadas de Alemania, Holanda, Reino Unido, Noruega, Venezuela, México, Ecuador, Canadá, Estados Unidos y Colombia.
Nombre: Ritmo Africano
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 161 x 148 cm.
Año: 1996
Flor, según sus propias palabras
Soy movimiento, fuerza, alegría, pasión. Si pudiera sacar todo lo que tengo adentro, se rompería el lienzo. Como el color soy tranquila, pero dinámica.
Mi inspiración
Las fuentes varían, puede ser una revista, cierta música, una película... Otras veces, voy por una calle, veo a una señora muy gorda, con unas características muy bellas que se acomodan a mi trabajo o encuentro a un muchacho pelirrojo que inmediatamente imagino como un fauno. Entonces me acerco y les digo: “Oiga, usted me parece hermoso. Yo quiero pintarlo”. Uno los ve y enseguida aflora todo. Empieza a divagar. Esos personajes me despiertan pasión, me crean un deseo inmenso de pintar...
Mi ciudad
Cuando era estudiante consideraba que a veces era más importante perderse una clase e irme por ahí… sentarme en la Avenida La Playa por donde pasaban todos esos bacanes y mirar y mirar. Esa es la vida. Esa es la riqueza.
Ya cuando fui profesora de Bellas Artes salía del Instituto con mis alumnos por la noche, hacia las calles de “Guayaco” donde les dictaba clases en los bares, entre tangos, “cátedra de observación”. Inicialmente ellos no entendían. Después se dieron cuenta de lo importante de compenetrarse con la viscosidad o la luz de un ambiente para entender la naturaleza del color.
Mi pintura
El medio influye. Uno se vuelve agresivo. Yo llego a pintar con una ira contenida. Soy muy emotiva, pasional y eso hace que me ponga frente a un cuadro y tenga que darle hasta que lo termine. No boceteo porque pierdo energía, fuerza e interés.
Mi color
Siempre busco que los colores se junten con la epidermis y se unten con la sangre. Mis mujeres, mis amantes, mis carnavales, mis frutas, exudan color. No necesito pensar los colores: ellos me salen. Nunca les he tenido respeto.
Nombre: Triptico León
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 161 x 148 cm.
Año: 1996
Sol Astrid Giraldo, Filóloga Clásica de la Universidad Nacional y Magister en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia, periodista y editora cultural de El Espectador , Semana y El Tiempo. Colaboradora habitual de revistas nacionales y latinoamericanas, investigadora y curadora independiente.. Ha publicado libros, realizado catálogos y curadurías para diversas instituciones colombianas. El énfasis de sus investigaciones ha sido el cuerpo, sus representaciones y sus cruces con la violencia política y el género en el arte colombiano y latinoamericano.
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