Medusa
Entre
los infiernos de mi soledad
sueles
esconderte,
apaciguando
mis ganas de llamarte
me
seduce el olvido
que
se cuela entre
demonios,
¿Dónde
aprendiste a jugar así?
Siento
desfallecer
atado
al sino moribundo
que
borra Mis huellas
de
tu áspera
piel
blanca,
tú,
miras detrás de satanás
tus
sucios deseos convertirse
en
mi dolorosa realidad,
¡Moriré!
Sonríes tomándolo de la mano
mientras
mis querubines tratan de levantarme
de
mi lecho mortecino,
¿Escuchaste
mis plegarias?
Cientos
de bolseritos
tejieron
un aposento par mi alma
con
musgo y ocochal
para
que duerma en la suavidad
de
sus complacencias,
asi
no llegara al hades
precipitada
por tu desamor,
en
la aurora los gallos cantaran
mi
despedida, como un himno
que
suena a lamento de la natural
tierra
que hambrienta espera mi cuerpo,
polvo
inunda las lágrimas de mis deudos
que
ojerosos despiden los recuerdos
que
gritan tregua al tiempo,
madera
y cristal engalanan
mi
despedida al aposento
de
mis huesos,
sucios
intentos fallidos
por
volver a mí el génesis
que
late en mi sepultura,
entre
ellos habitas
medusa
de mi eterna soledad
y
te escondes para asesinarme.
Hora equivocada
Esta
noche nada late,
no
late el viento arrebatado
que
arranca las flores del cerezo,
no
laten los ladridos de los canes
en
la terraza del carnicero,
esta
noche nada baila,
no
bailan las luces de la plaza
que
acostumbran en el quiosco,
tampoco
lo hace el viejo reloj
de
la iglesia con la musica del coro,
esta
noche nada canta,
no
canta el cucurri posado
en
el pino que creció junto a mi casa,
ni
las luciérnagas que vuelan alrededor
del
camposanto como almas dulces
esta
noche nada fluye,
no
fluye la sangre de mi vida
que
se escurre entre tus pies,
menos
la inspiración del hades
que
atormenta hasta llegada el alba,
esta
noche nada llora,
no
llora la mujer que busca a sus hijos
por
donde nace el rio, ni el cielo con nubes cargadas
de
lágrimas, esta noche nada duerme,
no
duermen los párvulos cansados de tanto jugar,
mucho
menos los caballos que no dejan de relinchar,
esta
noche es diferente a otras, nació al meridiano,
y
las aves de granja fueron a su gallinero
los
borregos y los rumiantes a sus corrales,
pero
la hora miente, es una noche prematura,
no
es ensayo del tiempo,
es
un dulce momento que atesora mi futuro,
azul
cargando a cuestas la oscuridad
sin
ser esclavo aun de su veleidad,
la
noche se va así nadamas y el sol
al
meridiano vuelve a despertar,
todos
salen de su hogar,
solo
han pasado unos minutos quizá
y
así, el eclipse se despide
porque
en mucho tiempo no volverá.
Madre
Échame
en el seno de mi madre
apenas
iniciada la primavera,
entre
los surcos que los bueyes
y
el arado forja en sus pliegues.
Cúbreme
con su piel una vez dentro,
ahí,
con sus caricias germinare pronto,
mis
raíces le corresponderán en su alma
al
amor que de ella emana cálido y en calma.
Mis
besos saldrán de su vientre
largos
como sus planicies y valles,
fuertes
como sus robles y cerros,
profundos
como sus cenotes y barrancos,
eternos
como sus volcanes y peñascos,
y
exquisitos como sus mares y dunas.
Ella,
me regalara los frutos que nacerán
de
mis propias entrañas y
yo
los llevare al troje de mis complacencias.
Así,
guardare mis memorias llenas de lodo y polvo
esperando
volver a su seno para germinar de nuevo
y
dar vida a las milpas con haba, maíz, avena o sorgo
y
los árboles talados resurgirán con un bello vestugo.
Madre,
amamántame con tu fértil amor,
llévame
contigo y alivia de los abrojos el dolor
acarícialos
también dentro de tu ser,
no
podrías tener otro nombre que de mujer
porque
en tu vientre la vida haces crecer.
Sal
Cada
tarde apareces frente al inmenso
cementerio
de tu alma placida,
ese,
que se llevó al infinito a tu dulce amor
a
naufragar desde hace un lustro,
la
contemplas con rencor
mientras
ella se acerca a posar
su
espuma entre tus pies,
mezclas
tus ausencias
que
caen desde tus dilatadas pupilas
con
su piel salada también
,
ambas
doloridas con huellas de soledad tardía
y
vacíos tan grandes que nadie puede llenar,
tu,
esperando el milagro
que
lejano se quedó hundido en el ancho
y
profundo color azul,
que
sometido a la tragedia
pereció
anclado al lamento de sirenas
y algas enamoradas de tu marinero,
tu,
que sollozando caminas
por
la arena que es testigo mudo
de
la esquela que se aproxima
con
las olas presurosas
para
borrar tus pasos otra vez,
tu,
que destrozada desde el alba
miras
el horizonte esperando gaviotas
con
buenas nuevas que alegren tu corazón,
pero
sus graznidos funestos
solo
te hunden más en la agonía,
en
sus picos traen restos del naufragio
que
aún no acepta tu soledad,
ella,
cansada de ser solo silencio
se
quiebra en gritos que no escuchas
y
sigues llorando,
ella,
quisiera encaminarte en una barca
a la búsqueda de tu amoroso almirante,
desplegar
las velas
y
navegar entre coral rosado
donde
su reflejo aún permanece,
arrullarte
con la canción que el cantaba
para ti,
ahora
recitada por hermosas sirenas,
ella
sufre tanto como tú,
por
su soledad,
por
tu odio,
por
sus ausencias,
por
el olvido que amenaza
a
su arrebujado trovador en luna llena,
ahora
mezcla tu sal y la de ella para unificar
el
mar y la muerte.
Pintora
A Alfonsina Storni
Es
preciso disipar la angustia
atorada
en mi pecho
desde
que te fuiste a colorear el mar,
divina
pintora llevaste tus oleos
a
la galería eterna,
ahí,
dibujaras sus quimeras
que
te pertenecieron desde la madrugada
de
su primicia,
hasta el ocaso de tu soledad infinita
por
un momento,
azul
y verde llevas en tus pinceles
listos
para dar vida a la suave piel
de
tu amante eterno,
celosa
no llevas café ni dorado,
aquellos
que engalanarían
a
su fiel compañera y lo harían
olvidarse
de ti,
ella,
que gloriosa sabe los secretos
que
esconde desde su brillante manto
donde
juegan las gaviotas,
hasta
su alma en penumbra
que
iluminan especies fluorescentes,
ella,
a quien con cada ola que llega a la costa
busca
besar prometiéndole retornar
esas
caricias por la eternidad,
ella,
a quien con paciencia le canta
a
través de una sirena
esa
embrujada melodía
que
lo enamorara inevitablemente,
lirios
y peces multicolor
son
sus mensajeros que te arrebatan
esos
dulces sueños de tenerlo solo para ti,
llegado
el ocaso como peregrino
sonrojara
su rostro y pasado este,
en
compañía de la luna llena
subirá
hasta tus labios con la marea
y
solo ahí podrás besarle,
así,
en tertulia hablarle de tus amores,
después,
entre reflejos como luciérnagas
te
arrojaras a sus brazos
sin
importarte que así perecerás.
Pintora;
es
preciso disipar esta angustia atorada en mi pecho
y
hundirla en el mar.
*Angel
Acecam Cloneoser (Nicolás Romero, México) Es licenciado en administración, sus
textos tratan principalmente de la muerte, la soledad, y el desamor, ha
participado con poesía para las revistas, Nocturnario, Monolito, Engarce,
Poetómanos, gaZeta, Ibídem, Letrantes, Primera Página, Collhibri, Tintasangre,
Perro Negro de la Calle, también para editoriales como Elementum y Letras
Rebeldes, así como en fanzines, actualmente cursa la maestría en tecnología
educativa.
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